Historias para leer y escuchar
En ‘10 historias caletas de la música juvenil peruana’, el melómano e investigador Hugo Lévano recopila anécdotas de la movida musical contemporánea, olvidadas en el pie de página de los libros.
El país ha visto surgir camadas de jóvenes músicos que crearon acorde o en contra de los vientos de su época. Pero muchas de sus creaciones y de las historias detrás de estas se han perdido en el corredor del olvido, lo que despoja a las generaciones venideras de su derecho a conocer sus entresijos.
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Con esto en mente, Hugo Lévano, investigador autodidacta y difusor del rock peruano, tuvo una idea con la editorial Contracultura: congregar a periodistas, investigadores melómanos y coleccionistas como él para completar algunos vacíos en el rompecabezas de nuestra herencia musical.
Así nació 10 historias caletas de la música juvenil peruana, un libro que, pese a surgir desde el fanatismo, indaga con rigor en personajes, pasajes y circuitos de distintos géneros musicales que tuvieron su apogeo entre la década del 60 y el 2000, tales como el rock, el metal, la música disco, la chicha y el reggae.
Marginales clave
La historia de la música nacional está repleta de grandes referentes, pero muchos de estos nombres se encuentran relegados en los márgenes de los libros. Entre ellos, identificamos a Estanislao Ruiz Floriano, el padre de la prensa peruana especializada en rock, y Rebeca Llave Vaccaro, la entonces joven dueña de Dis-Perú, el sello discográfico que editó a Los Saicos y a otros artistas de la nueva ola.
En los 70, Estanislao fundó Rock y Rock del Sur, revistas musicales que se enfocaron en el género de las guitarras ruidosas con una seriedad inédita en el panorama, mientras defendía valores como la autenticidad que debía tener el rock nacional y su independencia con respecto a las disqueras y radios limeñas.
“Uno de los aportes de Estanislao es que brindó una línea editorial y política a las publicaciones sobre rock, algo que se vio más gráficamente en los 80, con la época subterránea”, cuenta el periodista Fidel Gutiérrez, quien escribe el capítulo sobre este crítico musical, fallecido en 2015.
Con tan solo 18 años en ese entonces, Rebeca Llave fue la productora de los que algunos consideran los ‘precursores mundiales del punk’. Según narran sus allegados, fue quien insistió en que se grabara Demolición, el himno de Los Saicos que hasta hoy suena en bares y conciertos, y que, hace poco, apareció en una película extranjera: Blue Beetle.
Al respecto, Fabiola Bazo, una de las investigadoras, que otorga una mirada feminista a la publicación, señala que gran parte de la ignorancia sobre la presencia de Llave en la escena se debe al trato sexista que recibió de la prensa, que resaltó su juventud y belleza en desmedro de su “evidente inteligencia, gusto y perspectiva en el negocio”.
"Hasta hace 10 años, la bibliografía sobre rock en nuestro país era mínima con respecto a nuestros vecinos”.
Fuera de los muros limeños
El centralismo limeño también se manifiesta en la música cuando solo figuran artistas de la capital. El libro, no obstante, intenta romper este molde. Así, incluye historias dignas de registrar, como la explosión de creatividad que se vivió en Trujillo, en los 80, con la fiebre de la música disco, fenómeno que fomentó la aparición de bandas como Almendra, recordada por reinterpretar baladas de rock con sintetizadores, que tiene entre sus artistas a Lycha Rojas, apodada la ‘Donna Summer del Norte’.
“Hasta hace 10 años, la bibliografía sobre rock en nuestro país era mínima con respecto a nuestros vecinos. Ahora, con el empuje de nuevas publicaciones, el escenario está mejorando”, sostiene Lévano, esperanzado de que, con esta obra compilatoria, una nueva generación sea guiada por su curiosidad y profundice en estos relatos.