Oscar Ugarteche: “El Perú es una sociedad de castas, no está cuajada”
Distinción. Ugarteche recibió este año el Premio Universidad Nacional 2021 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la categoría Investigación en Ciencias Económico Administrativas.
Felicitaciones por el Premio Universidad Nacional 2021 de la UNAM
Muchas gracias. Es el más importante de este tipo en América Latina. Lo que hay más arriba es el premio de las Artes y Letras que lo da el presidente de la República de México.
¿Cómo recibe este reconocimiento a su carrera?
De dos maneras. Por un lado, lo que significó México para mí. Venir a este país fue un gran acierto por la facilidad para investigar que tengo y que no la tendría en EE.UU., ni en Europa, ni mucho menos en América del Sur.
¿Y el segundo componente?
Es amargo. Es decir, cómo es que tengo que salir del Perú para tener plaza fija y ser investigador de una universidad pública y poder concursar en una de estos premios. Entonces, ¿de qué país vengo, qué clase de país es el que me exilió?
¿Se siente un exiliado?
Por supuesto. No tengo derechos civiles en el Perú.
Sintió en carne propia la discriminación y el maltrato por su orientación sexual...
Lo sentí continuamente. Ahorita, hace seis meses, me negaron registrar mi matrimonio. ¿Qué les pasa? Estoy en el proceso de hacer el juicio y en consulta en la CIDH, que ya le dijo al Perú que haya un acuerdo amistoso y Perú respondió que no hay un acuerdo y dicen que es una inmoralidad y ahora tengo que ir a juicio, que se va demorar ocho años, para ver si inscriben mi matrimonio. No jodan. Con esto puedo decir que no tengo derechos en Perú, no pertenezco a ninguna parte. Soy un exiliado, y ahora feliz, pero un exiliado de un país donde mi familia tiene 200 años de mucha historia. Los que me exilian lo hacen desde todos los prejuicios juntos, no me exilian desde una conciencia moderna de igualdad. Es un crimen, no conmigo, con el país. Yo soy el visible y ahora más porque estoy con este premiazo. Es inaceptable.
¿Extraña hacer economía en el Perú?
No.
Creo que lo dice con el hígado y no con el corazón.
En el Perú hice lo que pude, pero también creo que nadie valoraba lo que hacía.
Pero tiene tantos amigos que lo quieren...
Tengo todos los amigos del mundo. Pero te das cuenta que en 70 años nunca tuve cargo público. Nunca tuve una plaza universitaria. Nunca. El Perú no me dio nada.
¿Y qué debe pasar para que un peruano, un galardonado por la UNAM, regrese al país?
A esta edad ya no hay regreso posible. Pero lo que sí es posible, es evitar que otra gente calificada se vaya del país. El Perú no valora el conocimiento y eso es un problema. No se apoya la investigación, las universidades no reciben dinero para investigación.
¿Y si lo llaman para liderar un ministerio?
No me interesa. ¿Ser ministro para que en tres meses sea blanco de ataques y me critiquen por todas las razones equivocadas? Ya lo hicieron. La campaña contra mí en los 90, que lideró César Hildebrandt, que ahora es héroe de la democracia, fue notable. Pregúntale a César. Allí me quedó claro dónde estaba en el Perú: en ninguna parte. Tengo 200 años de historia familiar en el país, traté de hacer lo que pude, y fracasé de forma ruidosa.
Pero hizo gran trabajo en la Comisión Investigadora de los Delitos Económicos y Financieros del gobierno de Fujimori…
Que es lo único que pude hacer, porque Javier (Diez Canseco) me llamó. Cuando me propusieron como ministro de la cartera de Cultura, salió la misma campaña de siempre, escándalo, qué horror, cómo es posible, porque somos un país de trogloditas y estamos en el siglo XIX con una derecha que se quedó en el tiempo. En el Perú no es posible otra vida que no sea la reproductiva. Es absurdo.
Fue un trabajo muy valiente el de Javier, el suyo, el de Campodónico y el de Tony Zapata en esa comisión...
Así es. Fue un trabajo muy lindo, muy interesante, hicimos historia, pero en 70 años hubiera preferido hacer más por el Perú. Desperdicié mi capacidad profesional. Trabajé en Ginebra, en bancos centrales del mundo. Y en el Perú ni por accidente.
¿No cree que se le sale un poco el ego?
¿Por qué? ¿Crees que no debía haber tenido trabajo nunca?
Todos tenemos oportunidad de trabajar, pero en su caso fueron muy críticos.
Brutalmente. Pregúntale a Hildebrandt por qué se tiró contra mí. La última vez que lo vi, nos encontramos en un programa de radio, me dijo: Viste que te hice un favor. Es un favor, cuando sales bien parado, pero cuando no, te vas a la mierda. Para mi favor, salí bien parado. Tengo la impresión de que venimos de un país infraterno y somos incapaces de valorar el conocimiento. Lo valoramos cuando la persona ya se murió y le dicen “El amauta”. No se valora a la gente viva.
¿Cuándo supo que su vocación era la economía?
La economía me fue saliendo de poco y a plazos. Hice letras en la Católica, de allí me fui a Nueva York, hice Finanzas con Ciencias Políticas y de allí fui a Londres y me aburría de lo que hacía en la escuela de negocios, en Finanzas Internacionales. Me fui a Oxford e hice con Rosemary Thorp la tesis de la maestría. Eso me dio desarrollo económico y de allí regreso al Perú y entro como asesor de planificación industrial en el Ministerio de Industrias, cuando el ministro era el general Ibáñez. Estuve seis meses y de allí fui a mejor vida porque pasé como investigador del Instituto Nacional de Planificación.
La polarización es uno de nuestros mayores problemas. ¿Cree que esa polarización se da por razones ideológicas, por discriminación o por una combinación perversa de ambas?
Es que el Perú es una sociedad de castas, no está cuajada. No es de clases, sino de castas. Y como sociedad de castas, necesitaría tener algo que la contenga. En un milhojas, el manjar blanco lo contiene. En un pastel salado, la salsa blanca contiene al todo. Pero en el milhojas peruano no hay una historia que contenga la sociedad. Hay varias historias. La de los vencedores y la de los vencidos, los que odian a Túpac Amaru y los que lo aman. No hay una narrativa que explique cómo se conformó el país. Tampoco hay aceptación de que hasta hace 50 años el 57% de la población estaba en la condición de siervos y no tenían ni derechos civiles ni salarios. Eran iletrados y esta categoría de siervos, de hace apenas 50 años, nos toca no solo como una sociedad anacrónica que seguimos siendo, sino que nos coloca a la cola de las sociedades del siglo XX. Estamos a la cola de China.
Respecto a los europeos, estamos 200 años atrás, en la cola de todas las sociedades que se fueron modernizando de a poco, y el Perú se resistió hasta que llegó Velasco. Se moderniza de un empujón y todo el mundo se tiró contra ese empujón. Lo que tenemos es gente que no tiene educación, que está gobernando, que es un desastre y la gente que podría tener educación, pero tampoco la tiene, hace oposición. ¿Y dónde está la gente educada? Esos están lejísimos de la política.
¿Cómo podríamos lograr esa cohesión que nos falta?
Lo primero que necesitamos es tener una narrativa sobre el país, que nos permita organizar nuestra historia. No hay. Alberto Flores Galindo, en Buscando un inca trata de hacer una narrativa para darle coherencia a lo que hay. Hay que hacer muchos más esfuerzos así para tener una interpretación de la historia. Lo otro es que tenemos que reconocer que somos un país de migrantes, y como sociedad de migrantes nos chocamos. La gente que migró con la República se choca con la gente que migró con la Colonia y ambos se chocan con la gente que estaba acá. Y luego tienes los migrantes más modernos y tienes la oposición a la migración, que es una resistencia de los años 20 y 30. Cuando la migración europea ilustró a América Latina, Argentina, Chile, México, el Perú se resistió a esa migración, no quería una migración que la ilustrara. Es una vocación de imperio. Nosotros estamos convencidos de que somos el ombligo del mundo, de que nuestra cultura es el centro del mundo, y eso es mentira.
¿Cree que en esas grandes castas, en esas grandes élites, se reproducen los mismos discursos del pasado, de odio y discriminación?
Tal cual. Cuando vi a la presidenta del Congreso quitarle el brazo al presidente de la República, ese día que debían haber caminado del brazo juntos, el mandatario con la titular del Legislativo a Palacio, y ella le quitó el brazo, eso es un gesto de hacendado de los años 60 y no corresponde a una sociedad moderna.
¿Cree que esas castas no perdonan que un maestro de escuela, de provincia, agricultor, haya llegado a la presidencia?
No le perdonan. Inclusive, si hubiera llegado con otro discurso, no le perdonan que haya tomado el poder una persona que no es alguien de la clase dominante.
¿Así piense igual que ellos?
Así piense igual que ellos. Toledo, sin más trámite. ¿Cómo trataron a Toledo?
Le decían “el cholo Toledo”.
El cholo de Harvard. Así lo trataron. Es una sociedad de mierda, y es repugnante. Y a mí me ofenden todas las expresiones de racismo que leo continuamente. Es más, tuve que pedir a alguna gente que, por favor, si me agregan a una lista de esas donde van a decir esas cosas o me quitan de la lista o dejan de decir esas cosas. Una cosa es criticar y otra es insultar. Y en el Perú insultan por cuestiones raciales. No puede ser.