Pablo Iglesias se despide
El líder de Podemos anunció su alejamiento de la política, cambió de imagen y volverá a la vida universitaria tras revolucionar la política española. Esta semana se dijo que venía al Perú en apoyo a Pedro Castillo. Era falso.
“Dejo todos mis cargos, dejo la política entendida como política de partidos, como política institucional [...] No voy a ser un tapón para una renovación de liderazgos...”, dijo Pablo Iglesias el 4 de mayo pasado, día de las elecciones a la Asamblea de Madrid y en donde la izquierda española fue derrotada ampliamente. El anuncio puso fin -al menos por ahora- a su fulgurante aparición hace seis años a la cabeza de Podemos, partido con el que revolucionó la política española. El diario
El País lo recuerda como “aquel chico de coleta que ametrallaba con su discurso en las tertulias de televisión” o como “el joven profesor de Política, cargado de lecturas y sueños anticapitalistas, orador enardecido en las plazas”. Y es que antes de su ingreso formal a la política, Iglesias, doctorado en Ciencias Políticas, ya tenía una imagen conocida como invitado de los programas de TV que trataban temas de coyuntura.
En un mitin realizado en abril de cara a las elecciones de Madrid.
En marzo de 2014 fundó Podemos junto a otros profesores universitarios y, desde entonces, su ascenso y el del partido fueron meteóricos. En diciembre de 2015, lograba 69 escaños y más del 20% de los votos en el Congreso español. “La historia de Pablo Iglesias Turrión (Madrid, 42 años) tiene mucho de epopeya escrita a ritmo de vértigo. En un suspiro se erigió en un líder que amenazaba con poner en jaque a la élite del país”, dice el periodista Xosé Hermida en El País.
Desde entonces, también, Pablo Iglesias generó odios y adhesiones por igual. Una figura politica como José Luis Rodríguez Zapatero ha dicho que tiene respeto y afecto por él, pero también discrepancias políticas e ideológicas claras. “Que un proyecto muy crítico y muy alternativo al sistema tenga una representación en las instituciones es una buena muestra de que la democracia admite la representación política de cualquiera”, explica.
Otro politico, José Bono, exministro de Defensa con el PSOE, dice de él que “los ciudadanos no quieren las soluciones extremistas y él lo lleva en su genotipo político. Su épica antifascista no motiva a quienes ya fuimos antifranquistas. Además, ser antifascista no te convierte en demócrata. Stalin era antifascista”.
Y si colegas de izquierda opinan así, políticos de derecha como José Manuel García Margallo del PP, elogian su formación brillante pero no le reconocen un legado: “Tiene una concepción totalitaria de la política, todo al servicio de una concepción revolucionaria, aunque no violenta. Su afán es el control total”. Y remata: “Podemos ya no existe”.
En la otra orilla hay personalidades que destacan en Iglesias el haber traído aires nuevos a la política española. Gabriel Rufián, del partido catalán ERC señala que “la historia se encargará de ponerlo en su lugar y de enterrar esa criminalización que se ha hecho de él. Ya sucedió con Julio Anguita, otra especie de enemigo público número uno. Ha pasado con todos los líderes de la izquierda y siempre pasará”. Y agrega que Iglesias ha sido la voz de toda una generación.
Los indignados
Ese joven político se fogueó en las manifestaciones del 15-M o “de los indignados” en 2011, apareció el 2014 liderando a Podemos, llegó a Eurodiputado y Congresista en 2014 y 2016, fue ministro de Derechos Sociales y al mismo tiempo ocupó la segunda vicepresidencia de España desde enero del 2020. Todo eso lo consiguió en seis años.
Justamente dejó sus cargos en el gobierno español para encabezar a Unidas Podemos en las elecciones del 4 de mayo, pero perdió y decidió su alejamiento. “No soy una figura que pueda contribuir a que en los próximos años nuestra fuerza política consolide su peso institucional”, dijo, refiriéndose a su imagen polarizante. En campaña fue blanco de acusaciones falsas, ataques y amenazas de muerte.
De España partió la noticia de que venía al Perú para apoyar a Pedro Castillo “candidato de Sendero Luminoso”, según dijo el periodista Federico Jiménez Losantos. Aquí lo rebotaron varios medios y un grupo fue a protestar frente al Hotel Sheraton. Fue una fake news que es parte de la guerra sucia que le hacen allá. Se va de la política pero sigue concitando odios y adhesiones.