Domingo

Ricardo Morales, una vida dedicada a los dioses Moches

Llega el retiro para el histórico director del proyecto Huacas de Moche, en La Libertad. Este es un testimonio de una trayectoria consagrada a la protección de nuestro patrimonio.

Ricardo Morales
Ricardo Morales

El 15 de mayo de 1991 se inició en Trujillo el proyecto Huacas del Sol y de la Luna. Esta es la fecha oficial. Sin embargo, todo empezó el 20 de octubre de 1990, cuando Ricardo Morales Gamarra descubrió bajo la arena del desierto unos frisos polícromos con la imagen del temible Ai Apaec, la feroz deidad de los Moches. Hombro a hombro con el recordado arquéologo Santiago Uceda, lograron constituir el epicentro turístico de Trujillo y un modelo de investigación científica y puesta en valor único en América. Este trigésimo aniversario de las Huacas del Sol y de la Luna coincidió con la pandemia pero también con la jubilación de Morales Gamarra. Aquí el testimonio de una vida dedicada al patrimonio cultural del Perú.

Cuando se produjo el hallazgo, ¿imaginó que este proyecto se convertiría el principal atractivo turístico de Trujillo?

El hallazgo del friso marca el inicio de un cambio sustancial en la Huacas de Moche y en la vida de muchas personas, pues transformó un monumento en total abandono, amorfo y expuesto al saqueo, en un inédito modelo de gestión de desarrollo social, económico y ambiental. Y todo empezó con el aporte de la Fundación Ford a la Universidad Nacional de Trujillo. Previamente, en los años 80, el hallazgo confirmó una vieja sospecha que provocó un desagradable cruce de artículos con un distinguido arqueólogo, sin embargo, 30 años después veo que me quedé corto y, con Santiago Uceda, consolidamos un eficaz producto turístico.

Ha trabajado en ChanChan, Los Pinchudos, Iglesia El Carmen , Huacas de Moche, pero resulta que no es trujillano.

Soy chalaco, pero a los 15 años mi madre decidió trasladarse a Trujillo y me encariñé con sus gentes y con sus calles de espacios magníficos, como las denominó Eusebio Leal. En lo personal, solo me queda la satisfacción de haber trabajado en diversos proyectos de restauración.

¿Por qué eligió la conservación y restauración?

Tuve una orientación familiar hacia la cultura y el arte. Mi madre y mi tío Isidoro Gamarra nacieron en Tarapacá, y me transmitieron su amor patrio y su convicción por el estudio y defensa del patrimonio cultural. Pero mi madre era muy católica y yo tenía que acompañarla a las misas y a las iglesias en las siete estaciones y, para no aburrirme, miraba los retablos, esculturas, pinturas, etc. Antes de venir a Trujillo visitaba mucho el Museo de Pueblo Libre. Los guardianes ya me conocían y tuve una entrada especial.

A la sentida ausencia de Santiago Uceda se sumó la pérdida de apoyo financiero y la pandemia, ¿están en peligro las huacas de Moche?

Antes del fallecimiento de Santiago ya teníamos serias dificultades que se acentuaron progresivamente por el complicado cierre y liquidación de un proyecto SNIP en la administración de la universidad. Luego ocurrió el desafortunado alejamiento del consorcio Backus, por el cambio de política empresarial de los nuevos propietarios. A esto se sumó la norma que da ingreso libre al turismo, sin considerar que somos un caso excepcional pues nunca tuvimos un soporte presupuestal anual del Estado.

Los hallazgos en Sipán, en Lambayeque, ¿influyeron en el inicio de investigaciones en Trujillo?

En el norte hay una suerte de renacimiento arqueológico con diferentes sitios como Sipán, Cao, San José de Moro y Moche, que son frutos del esfuerzo y compromiso personal de investigadores de la “generación de los Noventa”.

Huaca de la Luna debe ser el único sitio en el mundo que contó entre sus “trabajadores” a la reina Sofía de España.

He tenido el privilegio de coincidir y saludar a la reina Sofía en cuatro ocasiones. La primera fue en Madrid, el 2006, cuando me entregó el premio máximo de la Fundación Reina Sofía. Ella es arqueóloga y cuando vino a Huaca de la Luna no sólo fue para observar los hallazgos, ella quería limpiar con un pincel y “trabajar” en el rostro de la deidad moche que descubrí en 1990.