Domingo

La cloroquina de Didier Raoult

Se hizo mundialmente conocido en febrero pasado al anunciar que la cloroquina y su derivado la hidroxicloroquina curaban casos de Covid-19. Su tratamiento ha dividido a la comunidad científica. Estudioso, adicto al trabajo, arrogante, provocador, así es Didier Raoult.

En una entrevista con la revista París Match, hace dos semanas, el virólogo y profesor universitario Didier Raoult le decía a su entrevistadora que era “un renegado”, aludiendo a que él va en contra de lo que plantean la mayoría de sus colegas, y que se niega a debatir con personas que lo cuestionan porque las considera con un nivel de conocimiento por debajo del suyo.

Raoult, 68 años, director del Instituto Hospitalario Universitario de Marsella, virólogo galardonado en su país y una autoridad en su disciplina, es también un profesional arrogante y poco dado a la rectificación. Al comienzo de la pandemia dijo que unas diez mil personas morirían en el mundo. “¿Reconoce su error?”, preguntó Paris Match. “Debí haber dicho: no pensé que habría tantos. Sin embargo, en 2017, la gripe invernal mató 17 mil personas”, respondió. No reconoció su error.

El investigador se hizo mundialmente conocido en febrero pasado, cuando anunció que la cloroquina, o su derivado la hidroxicloroquina, podían curar el coronavirus y que la batalla estaba ganada. Lo hizo a través de un video en Youtube. A través del mismo medio anunció que tras seis días de tratamiento, solo el 25% de los contagiados que trató presentaban síntomas.

Su larga cabellera blanca, su aspecto de rockero viejo y sus polémicas afirmaciones sobre la pandemia lo han convertido rápidamente en una figura atractiva, pero controversial. Su alto perfil mediático se reforzó por el hecho de que el presidente norteamericano Donald Trump recogiera sus afirmaciones y recomendara el uso de la cloroquina por esas mismas fechas.

Raoult defiende sus hallazgos respaldado por su trayectoria. Dice por ejemplo que China ha realizado investigaciones con la cloroquina que han dado resultados exitosos, que ese fármaco es el que más estudios tiene en lo que va de la pandemia y que -contra lo que digan sobre él- hoy la mayoría de países lo tiene en sus esquemas de atención. Sobre este último punto: muchos países consideran en efecto la cloroquina, aunque no de manera oficial.

“La hidroxicloroquina es el tratamiento estándar de oro para la enfermedad pulmonar […] En cuanto a la azitromicina, es el medicamento más recetado en el mundo después de la aspirina”, dijo hace poco respecto a la combinación farmacológica que usa.

Radio Francia Internacional lo ha descrito así: “La reputación científica de este hijo de un militar y una enfermera, nacido en Senegal, es indudable. Se trata de un investigador de gran prestigio internacional, detrás de varios descubrimientos, en particular sobre virus gigantes, e incluso dio su nombre a dos bacterias (Raoultella planticola y Rickettsia raoultii)”. Sin embargo, la crónica se titulaba: Didier Raoult, defensor de la cloroquina. ¿Genio o charlatán?

Críticas y dudas

Quienes cuestionan a Didier señalan que no ha realizado los suficientes estudios como para afirmar que la cloroquina -usada para tratar la malaria y enfermedades reumáticas- es la “bala de plata” contra el coronavirus. A la comunidad científica le preocupan los efectos secundarios de la cloroquina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera como uno más de los tratamientos existentes.

“La OMS sigue atentamente los ensayos clínicos que se están realizando para hacer frente a la Covid-19, incluidos los estudios sobre el empleo de cloroquina y su derivado, la hidroxicloroquina, para el tratamiento y la prevención de la enfermedad. En la actualidad no hay datos suficientes que permitan determinar la eficacia de ninguno de esos medicamentos ni en el tratamiento de pacientes de COVID-19, ni en la prevención del contagio del coronavirus”, ha dicho.

Los detractores de Raoult advierten que el medicamento no ha demostrado su eficacia contra el Covid-19 y tiene efectos secundarios en los pacientes. Incluso mortales en las personas que padecen enfermedades cardíacas.

Jean-Paul Stahl, un médico francés de enfermedades infecciosas, asegura -en entrevista con Wall Street Journal- que sus pacientes le saturan el teléfono con llamadas que piden el tratamiento de Raoult después de ver sus mensajes en las redes sociales. "Tenemos que decir que no", comenta el Stahl. "Está en juego la salud de todos ellos".

La investigación de Raoult sobre el efecto de la cloroquina ante el Covid-19 salió publicada en una revista de ciencia francesa pero, como ha ocurrido mucho en estos tiempos de pandemia, no fue revisada por sus pares antes de su publicación y, cuando se conoció, muchos encontraron problemas en la metodología, falta de rigor, conclusiones apresuradas.

Raoult no se amilana: “Soy un investigador médico. Durante años, he impartido cursos de epistemología, lecciones sobre conceptos y métodos en la historia de la ciencia. Estas controversias sobre mi trabajo me divierten mucho. ¡Mis detractores son niños! Durante veinticinco años, he estado enseñando el método, es divertido verlos criticar el mío”.

El provocador

En una de sus últimas apariciones en el canal del instituto que dirige, Didier Raoult ha dicho -en otra de sus controvertidas afirmaciones- que “la epidemia está a punto de desaparecer y no se ve en ninguna parte una segunda ola”. También ha afirmado que sus esfuerzos están dirigidos a sanar a las personas y que sanar a las personas no es decirle que se queden en sus casas.

Siempre provocador, a Raoult le parece que la investigación en busca de una vacuna contra el Covid-19, lo antes posible, es en vano. “Encontrar una vacuna para una enfermedad que no es inmunizante es incluso un desafío idiota. Se han gastado casi 30 mil millones de dólares en (una vacuna para) el VIH, ¡vea el resultado! No es una guerra de laboratorio, sino de inteligencia. Sinceramente, la posibilidad de que una vacuna contra una enfermedad emergente se convierta en una herramienta de salud pública es casi nula. Soy escéptico”, le dijo a Paris Match.

No obstante sus desplantes, el médico con pinta de mosquetero otoñal, goza de la aprobación de buena parte de los franceses. La gente hace hasta cinco horas de cola en las puertas del Instituto que dirige en Marsella e incluso hay un grupo en Facebook creado por un empresario parisino para darle apoyo. “Es el único que nos da esperanza”, dijo su creador.

Para el genetista francés Arnold Munnich, exasesor de Nicolas Sarkozy, al doctor Raoult hay que escucharlo porque “es un espíritu innovador, mueve montañas y tiene una ambición ilimitada por la causa que defiende".