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Domingo

Distancia para recrear el mundo

Más de cincuenta ilustradores peruanos de todas partes bocetearon sus sentimientos y visiones de la crisis en un libro digital de libre descarga. Distancia, un proyecto donde más allá de las técnicas de ilustración, un colectivo de creadores se manifiesta con carácter.

En medio de fake news donde los ovnis están por visitarnos y un presidente troglodita aconseja inyectarse lejía para combatir el coronavirus, hay quienes realmente tienen algo que decir. No son indignaciones falsas ni consejos desde pedestales morales de 280 caracteres. Es gente con distintas visiones que se une. Gente que no tiene que alzar la voz para hacerse sentir. Ilustradores. Cincuenta y un ilustradores. Peruanos de nacimiento en su gran mayoría y peruanos acogidos, como lo son un par de hermanos venezolanos.

Distancia nació como una idea suelta de un grupo de WhatsApp, una de las mesas de reunión que más tenemos al alcance. Surgió de Gabriel Alayza y la comandó el gestor cultural Kike Mendoza. Y fue medianamente veloz: a las dos semanas de haberse dictado la cuarentena. Un mes después tenemos por resultado un libro de 56 páginas, donde cada una nos obliga al luminoso acto de la contemplación.

Metamos las narices. O, mejor dicho, el tapabocas en tres.

A Omar La Hoz el coronavirus no lo ha dejado casarse. Ha congelado sus planes y las lluvias de arroces. Tomó un vuelo de Bogotá a Lima en la segunda semana de marzo con el único propósito de hacer el papeleo prenupcial, visitar a la familia y regresarse de inmediato. Pero al cuarto día, el gobierno cerró las fronteras y, desde entonces, Omar se ha quedado con las ganas de estampar el beso más decisivo de su vida.

No la ha pasado nada bien, evidentemente. Pero los días transcurrieron e hicieron lo suyo. Tan es así que su ilustración es una de las más entusiastas del proyecto: Los tres chanchitos conversando por Zoom con el lobo feroz. Uno toca la trompeta, el mayor se da un baño y el menor cocina mientras el lobo calma su ansiedad porcina tocando guitarra.

“¿Quiénes siempre tienen que quedarse en casa? Los chanchitos que al final se refugian por la culpa del lobo. Pero, ¿qué pasaría si estuvieran tanto tiempo recluidos? El lobo tendría que extrañarlos de alguna forma”, dice La Hoz quien nunca ha usado Zoom ni ha leído las primeras ediciones de la fábula. Puro instinto e ingenio.

Cualidades que comparte con Alexis Jáuregui, mejor conocido como Mr. Mengus. Un diseñador gráfico tarapotino que le ha tocado pasar el confinamiento junto a su hermano José, otro creador que ha metido mano en Distancia.

Aunque Jáuregui cuenta que fue el último en mandar su boceto, la adrenalina del deadline le sirvió para plasmar uno de los trabajos más sólidos: la dicotomía de las ciudades y el mundo natural. Si en la parte superior, la madre naturaleza reverdece sus pampas con robustos árboles en la parte inferior el caos cubre de fatalidad a las ciudades. Inmensos edificios con dientes escupen a las personas que no cumplieron con quedarse en casa, teniendo los medios para hacerlo, y ahora caen irreversiblemente hacia la nada.

La urbe se daña a medida que el reino de las plantas florece. Lo constatamos a diario: hoy nos sobrevuelan aves que antes se escondían de nosotros. El agua de los mares se aclara. Y las montañas, antes tapadas por la contaminación, dejan ver sus cúspides.

Los edificios a su modo también pueden ser develados. Por estos días los balcones se han convertido en escenarios estelares donde todos tratan de compartir sus destrezas. O en todo caso, chocar una copa de vino a la distancia o bailar un poco. Todo en aras de acercarnos. De sentirnos en la lejanía.

“En medio de esta incertidumbre es propicio que brote nuestra capacidad endógena para resistir. Son tiempos para extender los brazos y sostenernos a la distancia”, dice María Paula Núñez, creadora de Eso que sostiene, una tierna ilustración donde dos enmascarillados alargan sus brazos para juntar sus edificios.

A Núñez, conocida como Nube, la idea le brotó en la cola del supermercado. Una cola kilométrica, ya se sabe, puede aburrir, hacerte explotar o ponerte a pensar. Ella se inclinó por lo último al ver a un niño abrir su ventana, desde lo alto de su edificio, mirar obsesivamente un árbol, bajar la vista y quedarse pegado con la gente.

Ilustradores. Gente que dice mucho más a través de sus dibujos. Distancia para recrear este mundo incierto.

Descargar en este enlace: https://n9.cl/35kmf

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