El mundo marcha hacia la cuarentena inteligente
Alternativa. Esta semana, mientras el gobierno peruano se debatía entre aligerar o prolongar el encierro de la ciudadanía, se escuchó reiteradas veces la frase “cuarentena inteligente”, concepto que varios países han adoptado para enfrentar a la pandemia del Covid-19 sin hacer estallar sus economías ni la paciencia de sus ciudadanos.
La cuarentena inteligente, también llamada dinámica o gradual, no es otra cosa que el monitoreo del movimiento de las personas infectadas con el Covid-19 a través de sus propios teléfonos móviles para realizar una especie de cerco alrededor de ellos y sus contactados, mientras el resto de la población va volviendo poco a poco a la normalidad.
En algunos países, como Holanda, ha ido más lejos, pues deja a la gente decidir si sale o no a las calles, apelando a su responsabilidad, su capacidad de autorregulación y su sentido cívico. Así, se deja que el virus se propague “naturalmente” y se cree un nivel de inmunidad. Lo llaman “inmunidad de rebaño”.
Ha sido precisamente Holanda el primer país que, el siete de abril, impuso la cuarentena inteligente. La premisa era simple: si todos somos responsables, nos lavamos las manos y mantenemos la distancia, no hace falta cerrar el país a cal y canto . Así, siguen abiertas tiendas, servicios -salvo los de contacto cercano-, restaurantes mediante delivery y hasta se permiten servicios religiosos, incluyendo bodas y funerales, de hasta 30 personas.
La medida ha provocado controversia pues, después de un inicio auspicioso, los infectados superan los 35 mil, con más de cuatro mil víctimas fatales y una tasa de letalidad de 11.4% -muy alta para un país tan desarrollado- que ha desbordado el sistema de salud. Aun así, el gobierno insiste en su fórmula y ha anunciado que el once de mayo permitirá abrir las guarderías y que los niños podrán hacer deporte en grupo desde la semana que viene. El resto de medidas se mantienen hasta el 20 de ese mismo mes.
Entretanto en República Checa, donde se ha optado por el modelo de cerco, la cuarentena inteligente parece haber dado mejores resultados: sólo siete mil casos y poco más de 200 muertos. Para agilizar el trabajo y la comunicación entre los médicos y los técnicos, se utiliza una escala de colores, donde el rojo indica que la persona está contagiada, el amarillo indica la posibilidad de contagio y, finalmente, el verde indica que la persona dio negativo a las pruebas.
Este sistema tiene adeptos en el Perú, como el prestigioso infectólogo Ciro Maguiña, que hace unos días comentó que se requiere tener testeada a la mayor parte país con las pruebas rápidas lo antes posible. “Con esa data, podremos hacer los famosos cercos: se detecta los focos, se cerca con policías y alimentos y se evita que la población contagie y se siga contagiando”, dijo recientemente a IDL.
Tal vez con ese objetivo, el viernes se publicó un decreto supremo que permite al Estado acceder a los datos de los portadores confirmados o sospechosos que han llamado a la línea 113. La idea sería geolocalizar el dispositivo desde el cual llaman y tener un registro.
Al respecto, Maguiña puntualiza: “Eso se llama control de brotes con cercos epidemiológicos. Requiere recursos, personal médico y paramédico, cientos y miles. Ese ejército de médicos, enfermeras y tecnólogos toma muestras, analiza, evalúa. (…) Y cuando la gente ya salga a trabajar se podrá evaluar quién va y quién no va. Levantamos parte de la medida, se dispone que la gente vieja se quede en su casa y los positivos se quedan en los lugares identificados”
En América Latina, el país donde más ha funcionado la cuarentena inteligente es Chile: doce mil casos y apenas 170 fallecidos. Allí la llaman cuarentena dinámica, y es un esquema por el que las diversas comunas (equivalente a los distritos peruanos) entran y salen del aislamiento dependiendo de su situación epidemiológica, que cruza la cantidad de casos nuevos detectados con la vulnerabilidad de la zona: el perfil etario y los enfermos crónicos, entre otros factores.
Gracias a esta medida, en Chile se habla de llegar a lo que el gobierno ha denominado “nueva normalidad”, un estado en el que los funcionarios públicos retornen a trabajar presencialmente, que los escolares vuelvan a clases y que los centros comerciales reabran sus puertas bajo ciertos protocolos.
Entretanto en Colombia, en medio de intensos debates, el presidente Iván Duque extendió la cuarentena hasta el once de mayo, pero bajo el mismo concepto: aperturas graduales que se empezarán a hacer para el tránsito a la cuarentena inteligente, llegándose incluso a permitir que la gente haga deporte al aire libre (con horarios y limitación de espacios).
Así, se ha flexibilizado el confinamiento para dos sectores productivos, la construcción y la industria manufacturera, lo que implicará que miles de trabajadores regresen a las calles. Los resultados aún no se pueden prever, pero los críticos del gobierno dicen que Colombia no tiene el suficiente volumen de pruebas para darse ese lujo.
Mientras tanto, en España, donde se ha dado una leve declinación en la curva de contagio, se está recomendando la cuarentena parcial, escalonada, intermitente y voluntaria. Parcial, porque se mantendría en aislamiento con protección y cuidados a la fracción vulnerable de la población. Escalonada, porque se definirían varios grupos de población activa que volverían a participar en las actividades económicas de manera gradual. Intermitente, porque una primera mitad de la población activa trabajaría durante una semana y la semana siguiente se alternaría con la otra mitad. Y voluntaria, porque se respetaría la voluntad de las personas de exponerse o no al contagio.
En nuestro país, a juzgar por lo que dejó entrever el presidente Martín Vizcarra en sus declaraciones del jueves, podría estarse yendo también a una cuarentena inteligente. Así, puede esperarse la flexibilización de algunas actividades productivas, servicios de delivery y, para los ciudadanos, la posibilidad de salir a caminar, por fin, a algo más que no sea a comprar víveres. Eso si la pandemia no dicta otra cosa.