Domingo

La cumbia sicodélica de Los Mirlos

Desde su aparición, en los años 70, conquistaron al público con el poder de sus guitarras y su ritmo sicodélico. Hoy son una leyenda de la cumbia amazónica. Y no paran: han lanzado un nuevo videoclip, preparan un documental con su historia y estarán en noviembre en el Vivo X el Rock.

Las notas cumbieras, hipnóticas, de Sonido Amazónico suenan en la sala de ensayo de Los Mirlos. Las manos de Dani Johnston se mueven con destreza a lo largo del mástil de su guitarra eléctrica y los demás miembros de la banda complementan con sus instrumentos el sonido envolvente de uno de los temas más sicodélicos de su vasto repertorio. La melodía suena relajante, alucinógena.

Ese ha sido el sello de Los Mirlos, el grupo fundado a mediados de los años 70 por Jorge Rodríguez Grandez, desde siempre: cumbia amazónica con altas dósis de sicodelia. Basta que en sus conciertos empiecen a sonar las notas de algunos de sus temas clásicos como La danza de Los Mirlos, o Lamento en la Selva, para que el público se encienda y se mueva.

Hace poco el grupo colgó en su fanpage un videoclip, Fiesta Brava, que está en la línea de sus mejores temas: suenan las primeras notas de sus guitarras distorsionadas y luego la percusión acelerada da paso a un sonido cadencioso, acompasado. Las guitarras de Danny y Jorge Luis están bravísimas. El güiro da el toque tropical. Todo tiene una onda setentera. Los Mirlos lo han vuelto a hacer: ahí tienen una canción que va a camino a convertirse en un nuevo clásico.

“Es un tema que compuso mi hermano Carlos hace tiempo. Lo hemos vuelto a grabar con algunos arreglos”, comenta Jorge Rodríguez, líder de la banda. Estamos en su casa, en San Martín de Porres. Ahí, en los pisos superiores, asistimos a un ensayo donde podemos ver cómo el grupo ajusta cada tema. La música y los sonidos -como de aves- te transportan a la selva.

Hace un tiempo, hubo una polémica sobre la participación de grupos de cumbia en el Festival Vivo X el Rock. Los Mirlos estarán ahí. Para Jorge, fundador del grupo, esa discusión no tiene sentido. “Respeto y aprecio lo que hacen los grupos. Cada uno toca a su estilo, con sus raíces, sus influencias, y lo presenta a su público. Yo vengo trayendo mi cultura amazónica y la presento en el escenario. El Vivo X el Rock presenta varios tipos de música y el público puede escoger. Lo mejor es que hay varias alternativas”, dice.

Hay otra razón para que al líder de Los Mirlos esa discusión le parezca estéril: su banda ha estado en algunos de los festivales más grandes del mundo y compartido escenario con grupos de rock y de otros géneros. “En Argentina tocamos en un festival ante cuarentamil personas. Y así en otros países”. En Lima tocan con grupos como La Nueva Invasión, Barrio Calavera, Olaya Sound System y otros más. Y la próxima semana estarán en el Festival Tourista con un montón de bandas de rock. ¿Quién no quisiera tenerlos en cualquier festival?

El sonido amazónico

Esta historia empezó con un acordeón. El líder de Los Mirlos cuenta que su padre, Gustavo, tocaba el instrumento desde que él y sus hermanos eran unos niños y así les inculcó el amor por la música. Esta tarde, en su estudio, nos muestra el acordeón que descansa en un estante. “Mi padre era músico, sastre, deportista. Tocaba música tradicional. Quizá enamoró a mi mamá con su acordeón”, dice con una sonrisa.

Esa influencia musical tuvo consecuencias. Cuando apenas era un adolescente, Jorge formó un grupo llamado Los Saetas con sus amigos de entonces. De ahí nacerían años después Los Mirlos. Vinieron a Lima y aquí, en 1973, grabaron su primer disco con Infopesa. Fue el inicio de una larga y fructifera carrera: han grabado treinta LPs en casi cinco décadas de música y conciertos.

En su estudio, Jorge Rodríguez Grandez guarda también los vinilos que dan cuenta de toda esa trayectoria. Los saca y nos los muestra. Ahí están El sonido selvático, El poder verde, Los charapas de oro, Tírense con la escoba, El milagro verde, sus primeros longplays, que contienen algunos de sus temas más emblemáticos y lisérgicos como El sonido de Los Mirlos, Hermosa Flor, Amor tierno amor, El Poder Verde, Lamento en la Selva o La danza de Los Mirlos, quizá el clásico de la cumbia más versionado en todo el mundo.

“Aparecimos poco después que Los Destellos, Los diablos rojos, Los Ecos. Ellos tenían su formato de cumbia costeña.

Nosotros aparecimos como otra alternativa. Y tuvimos la aceptación del público. Inundamos el mercado del Perú, Argentina y otros países de Sudamérica”, cuenta el fundador del grupo.

El éxito de esos primeros discos hizo que en los años 80 se convirtieran en un fenómeno en Argentina, en donde se editaron varios de sus discos y se vendieron por miles. Participaron incluso de una película, Las vacaciones del amor, en donde también aparecían Camilo Sesto, Angela Carrasco, Las trillizas de Oro, Miguel Gallardo y otras figuras. También ganaron varios discos de platino allá.

En el estudio de Jorge Rodríguez se guardan también todos los premios recibidos en tantos años de carrera, los diplomas, los afiches, las fotos, las notas periodísticas que les han sacado desde los años 70, las canciones que ha compuesto y que todavía no ha grabado. Los programas de todos los conciertos que ha dado aquí y en el mundo. Y hasta los equipos de sonido con los que dio sus conciertos en las décadas del 70 y el 80. “Este tiene 12 canales y 800 watts de potencia. En los 80 nadie tenía esto”, dice. Este lugar es como un pequeño museo, medio siglo de carrera de un grupo leyenda de la cumbia.

Película en la selva

Hace unas semanas, Jorge Rodríguez y parte del grupo se fueron a Moyobamba, ahí donde están sus orígenes, para grabar unas escenas para una película documental sobre su historia. “El año pasado la empresa Saturno postuló al Ministerio de Cultura con un proyecto de documental sobre nosotros y ganaron. La película se llama La danza de Los Mirlos”, cuenta.

Ahí recorrió tres de los locales donde actuaba cuando recién tocaba con Los Saetas. “Tantos años después todavía existen”, dice. También grabó algunas escenas reflexionando sobre la música, sobre la cumbia amazónica sicodélica, con el fondo de la exuberante selva peruana.

También se subió a una canoa para viajar por el río. “Será una película de hora y media. Falta grabar más”, cuenta. Y no es todo. También tiene casi terminado un libro que se llama El canto de Los Mirlos, donde cuenta su historia y hace el recuento de los orígenes y grupos clave de la cumbia peruana. Los actuales integrantes de Los Mirlos, además de Jorge, son su hijo Jorge Luis, guitarra, teclados y director musical del grupo; Genderson Pinedo, baterista; Carlos Rengifo, bongó y congas; Dennis Sandoval, bajo; y Danny Johnston, primera guitarra y miembro fundador del grupo junto a Jorge Rodríguez Grandez. “Para aprender tocaba diez, doce horas diarias. Me gustaban los temas de Enrique Delgado de Los Destellos”, cuenta. Danny es un puntal para el grupo. Su guitarra es la marca de fábrica de Los Mirlos: cumbiera, cadenciosa, festiva.

“Es lindo ver que, tantos años después, la gente valore, aprecie tu música”, dice el líder del grupo. “Lo que se hace con pasión, con amor, es lo que va a perdurar en el tiempo. Nosotros no somos una moda. Tenemos una identidad cultural, un estilo desde nuestros inicios hasta la actualidad”. Su música, una mezcla de ritmos tropicales y sicodelia, no envejece. Nuevos públicos, jóvenes y mayores, los siguen hoy. Casi medio siglo de música y sus guitarras siguen sonando.