Clarys CárdenasActivista por los derechos de las mujeres. Comunicadora.,A Clarys Cárdenas el feminismo la salvó de la violencia. Tenía 19 años y una relación tóxica. Así empezó a interesarse por lecturas feministas y a relacionarse con otras mujeres que, como ella, estaban luchando por sus derechos. "Este acercamiento desde la teoría y la práctica me renovó y liberó". Cusqueña de la generación millennial, estudió Ciencias de la Comunicación en la UNSAAC, hoy recuerda la explosión del Ni Una Menos (NUM). "Fue un hito en Cusco, por primera vez 20 mil personas gritaban 'basta de feminicidios, vivas nos queremos'", cuenta. Poco después entró a formar parte de NUM, del colectivo feminista Género Rebelde y del Movimiento Nuevo Perú. Desde esas trincheras sigue de cerca el debate global sobre las luchas de las mujeres, pero desde un enfoque "decolonial y anticapitalista, que denuncie todas las opresiones sobre nuestros cuerpos". ¿Qué diferencias, contactos, abismos, sinergias posibles... señalarías entre Ni una menos y el #MeToo gringo de la era Trump? Creo que existen ejes transversales que unen a todos los movimientos feministas, como la lucha contra las diversas formas del sistema patriarcal, desde los micromachismos hasta el feminicidio. Pero también existen diferencias sustanciales. El feminismo no es igual en Estados Unidos, donde las mujeres tienen más privilegios, que en el Perú, donde la dictadura fujimorista invadió y violó los cuerpos de miles de mujeres con las esterilizaciones. Desde estas luchas construimos nuestro feminismo. Aquí no solo denunciamos el acoso, aquí pedimos que las miles de mujeres esterilizadas y violadas tengan justicia. Que no nos maten y que no exploten nuestros cuerpos, como sucede con las niñas y mujeres esclavizadas en las zonas mineras. En América Latina las feministas luchamos por nuestras vidas. ¿Esto que pasa entre las francesas y las estadounidenses es algo que nos compete, que nos incluye, o es un asunto de señoras del primer mundo? Creo que el manifiesto de las francesas es una venganza del patriarcado escrito con las manos de mujeres que actúan como cómplices de este perverso sistema. Venganza porque el movimiento feminista está creciendo exponencialmente y el patriarcado se siente amenazado. Intentan tirarse abajo años de lucha. Es difícil denunciar el acoso públicamente, pero es muy diferente que te acosen siendo actriz europea o estadounidense a que te acosen, hostiguen y violen si no eres blanca, si no estudiaste, si no tienes dinero. Este lío de divas distrae, confunde y minimiza. Cusco y todo el sur del Perú es una zona célebre por ser rebelde y combativa. ¿Qué tipo de activismo por los derechos de las mujeres se hace en las ciudades que no son Lima, en el campo, qué desafíos específicos alientan a las mujeres indígenas, a las cholas? Es cierto, el Cusco es rebelde, pero también sumamente machista y conservador. Nuestro activismo tiene el reto de acercarse a las mujeres en sus mismos espacios. Hacemos activismo en mercados, plazas públicas, el Palacio de Justicia o el penal, no necesariamente en el centro de la cuidad donde abundan turistas. Los casos de violencia y feminicidio son nuestra prioridad, acompañamos a las víctimas o familiares durante sus procesos. Nuestro desafío es vivir en una sociedad que no nos ataque por tener útero y nos trate como a personas. No basta con resistir y ser las hijas de las campesinas que no pudieron esterilizar, debemos atrevernos a ser felices en nuestra tierra. ¿Cuánto de lo heteronormado está pesando en la visión del mundo de quienes llaman a las feministas, las “nuevas puritanas”? Creer en los piropos o el "gileo insistente" que viene de varones "galantes" es reproducir la estructura de poder que sitúa al varón como sujeto de deseo y a la mujer como objeto del mismo. Varón que por satisfacer este deseo puede piropear, hostigar, violar y hasta matar a una mujer sumisa y complaciente. Las francesas que ahora nos llaman puritanas y defienden a los "pobres hombres que no tuvieron oportunidad para defenderse"’ están muy alejadas de nuestra realidad, hay heteronorma e impunidad reluciente en sus letras. ¿Pueden ser aliados feministas esos hombres que nos quieren enseñar cuál es el feminismo que sí vale y cuál no? No son feministas ni aliados porque no entienden que parte del feminismo es que renuncien a sus privilegios y aprendan que el mundo no gira alrededor de ellos. Algunos quieren enseñarnos a luchar, a vestir, a amar. Su actitud condescendiente y paternalista los delata cuando quieren parecer nuestros aliados. Es muy fácil identificar a un macho encubierto, solo hay que prestar atención a cómo piensa y cómo siente las cosas que nos afectan a nosotras. Como dice el antropólogo Alexander Ceciliasson: "Soy un hombre blanco, heterosexual y sin discapacidades. Los hombres como yo tenemos dos tareas fundamentales para cumplir en la lucha feminista: una, retroceder y callarnos, la otra, hablar con otros hombres".