Homenaje Fundió en su obra el mundo prehispánico con el arte abstracto occidental y así llamó la atención del mundo entero. Fernando de Szyszlo ha sido el artista plástico más importante del siglo XX en el Perú. Falleció junto con su esposa el lunes pasado.,Solía pintar solo con luz natural mientras escuchaba música clásica. Nunca empezó un cuadro sin antes trazar con carboncillo las líneas, las formas o los espacios. Con el pincel no buscaba el contraste de colores sino el de la luz y la sombra, el claroscuro. Así, después de días de trabajo, llegaba a la versión final. Una versión que siempre le dejaba la sensación de no haber logrado plasmar lo que quería expresar. Círculos, cuchillos, tótems, plumas, piedras, altares, puntos de color, escaleras, puertas, umbrales, aparecen en la pintura de Fernando de Szyszlo como un lenguaje. "A lo largo de tantos años he ido afianzando un vocabulario con elementos formales recurrentes. [...] Por eso contesto a quienes consideran repetitiva mi pintura, que sí, que están todas emparentadas. El alfabeto es el mismo pero las formas e intenciones son siempre distintas", contó el pintor en su libro de memorias Una vida sin dueño. PUEDES VER Fernando de Szyszlo: “Pisé tanto la muerte que ya es muy familiar” "¿Es Szyszlo –como sucede con Vallejo en la poesía– el más universal de los pintores peruanos?", le preguntamos a Luis Eduardo Wuffarden, historiador del arte y curador de la muestra "Szyszlo. Retrospectiva", que reunió la más grande colección de pinturas y otros objetos de Szyszlo en una monumental exposición en el Museo de Arte de Lima (Mali), el 2011. "Efectivamente, Szyszlo fue el primer (pintor) en colocar el nombre del Perú en el contexto de la modernidad universal. Eso lo separaba claramente del indigenismo de Sabogal y su grupo. De ahí su admiración por Vallejo, que lo llevó a dedicarle una de sus primeras series de grabados abstractos", explica Wuffarden. Szyszlo irrumpió en la pintura peruana para renovarla. A su retorno de Francia hizo la primera exposición de pintura abstracta en el Perú y promovió el debate sobre la modernidad en la pintura nacional. "Su primera exposición abstracta, en 1951, fue incomprendida y polémica. El propio Szyszlo participó como polemista en el debate y a partir de 1954, cuando gana el premio de pintura Manuel Moncloa Ordóñez, esta resistencia del medio empieza a retroceder. La aceptación plena de su obra se da en la década de 1960, cuando el artista ingresa de lleno al 'ancestralismo abstracto' y se convierte en uno de los grandes nombres del arte moderno latinoamericano", precisa Wuffarden. El "ancestralismo abstracto" es lo que ha distinguido la pintura de Szyszlo desde entonces: beber de los motivos iconográficos de las culturas prehispánicas, de la geografía desértica peruana y fusionarlas con el arte abstracto occidental. De ahí nace su pintura universal, llena de búsqueda y pulsiones, perfilada a lo largo de una vida en la que compartió amistad con artistas e intelectuales que definieron el siglo XX. Artista integral Se conoce poco pero Fernando de Szyszlo proyectó varios murales de mosaicos para edificios modernos, como uno de la calle Diez Canseco, en Miraflores. En su libro Una vida sin dueño, el pintor recuerda esta época: "Hablando de espacios públicos, he hecho algunos murales en mosaico de mármol: en el auditorio del hospital psiquiátrico Larco Herrera, otro en el convento Maryknoll y uno para el cementerio El Ángel, que hace de fondo a un grupo escultórico de Joaquín Roca Rey, en una portada diseñada por el arquitecto Luis Miro Quesada". A lo largo de su vida pintó varias series de pinturas, entre ellas Cajamarca, Camino a Mendieta o Sol Negro, entre las más conocidas. En 2011 tuvo lugar en Lima la muestra "Szyszlo. Retrospectiva" en el Mali y ahí se presentaron más de 100 obras de Szyszlo entre pinturas, esculturas y proyectos experimentales (como el video Esta pared no es medianera que el artista realizó en 1953). Ha sido la muestra más completa de obra reunida del desaparecido artista plástico peruano. "¿Fue difícil reunir todo lo que allí se mostró?", preguntamos a Luis Eduardo Wuffarden, curador de la muestra y editor del libro Szyszlo, la fuente bibliográfica indispensable sobre su trayectoria vital. "Fue algo complicado reunir tantas obras, pero su apoyo constante y entusiasta resultó un factor clave para aligerar la tarea. Nos brindó toda clase de facilidades en su propio archivo y su biblioteca, además de darnos numerosas pistas para encontrar algunas obras suyas de difícil acceso", recuerda. Wuffarden conoció a Szyszlo en la década de los 90, cuando ambos integraban el comité cultural del Museo de Arte de Lima. "Era un hombre culto y afable. Honesto y firme en sus convicciones, consideraba que el artista no debía permanecer aislado de lo político y lo social. Se pronunció con claridad y valentía sobre diversos asuntos de interés público cada vez que lo consideraba necesario". Todos saben que Szyszlo apoyó a su mejor amigo, Mario Vargas Llosa, en el movimiento Libertad en los 90; y posteriormente siempre se pronunció en favor de la defensa de la democracia, la libertad de expresión y la promoción de la cultura lejos de toda imposición ideológica. Últimamente se había pronunciado en contra del indulto a Alberto Fujimori. Era un artista comprometido con su tiempo. "Creo que el intelectual comprometido es una de las piedras angulares de la realidad histórica de cada país. Siempre he creído que en sociedades que están en formación, como la nuestra, es tu deber ayudar a que las cosas se aclaren. Me parece terrible ver lo que pasa en tu país y no hagas nada por tratar de remediarlo. No me interesa el artista en su torre de marfil", escribió en La vida sin dueño. "¿Cuáles son las características de la última etapa de su obra?". Para Luis Eduardo Wuffarden, en sus últimos años Szyszlo procuraba sintetizar sus temas clásicos y hacía una relectura de ellos con la perspectiva que le daban el tiempo y una mirada cada vez más reflexiva. Pintó hasta los 92 años, casi hasta el último día de su vida. El lunes 9 de octubre la muerte lo alcanzó de manera accidental junto a su esposa Liliana Yabar dentro de la casa en que ambos vivían. "Uno no sobreviviría sin el otro", llegó a decir alguna vez. Sobre la pintura quedan sus reflexiones sobre ese cuadro perfecto que persiguió toda su vida. "Siempre digo que soy un pintor de un solo cuadro, en una búsqueda perpetua de una obra que me satisfaga por completo. Lo que hay entre un cuadro y otro es el desfase entre lo que quiero hacer y lo que termina siendo". Esa búsqueda inacabable lo hizo el enorme pintor que fue. "Cuando ingresa al 'ancestralismo abstracto' se convierte en uno de los grandes nombres del arte moderno". "En sus últimos años sintetizaba sus temas clásicos y hacía una relectura de ellos con la perspectiva que le daban los años".