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Cultural

Jean Pierre Gamarra: “El teatro en este país no existe. No tenemos un teatro público. Es un milagro de los privados”

Jean Pierre Gamarra y su atractiva puesta en escena de Hamlet de Shakespeare en el Teatro Municipal de Lima. ¿En qué radica el buen momento del teatro peruano?

"Hamlet". Foto: Pablo Macalupú Cumpén.
"Hamlet". Foto: Pablo Macalupú Cumpén.

Una cualidad signa a las obras de teatro que viene dirigiendo Jean Pierre Gamarra: la calidad, a secas, sin demagogia, ni exageración. Prueba de ello es la adaptación de Hamlet de Shakespeare que la está rompiendo en el Teatro Municipal de Lima.

Esta es una historia trágica y su vigencia radica en la universalidad de su temática, como la traición, la venganza, la locura y la corrupción (en su sentido más amplio). En este orden de cosas, todos sabemos la historia base de la obra: el rey Hamlet de Dinamarca ha sido asesinado por su hermano Claudio, quien termina casándose con Gertrudis, viuda del rey. El espíritu del rey le pide a su hijo que lo vengue.

Al igual que Romeo y Julieta y Otelo, Hamlet es una historia que ya existía (1599 – 1601) antes de que Shakespeare la llevara a escena. El mérito de Shakespeare, de acuerdo a La invención de lo humano de Harold Bloom, fue haberle puesto, aparte de genialidad formal, ese ingrediente que trasciende y aterriza la sensibilidad: la poesía del diálogo.

El Hamlet de Gamarra, no es ajeno a esa luz lírica, y su puesta en escena radica en la atemporalidad pero, sobre todo, en la deconstrucción emocional de su protagonista.

“Hamlet está conflictuado por la muerte de su padre y porque su madre se ha casado con su tío. Es un joven conflictuado con el mundo de los adultos. Lo que vive Hamlet lo puede sentir cualquier joven así sea príncipe o no. Mi Hamlet es depresivo y quienes lo rodean son víctimas de su depresión. Nunca he sufrido de depresión, pero si conozco personas que la han vivido y he tratado de reflejarla en Hamlet para darle carga humana y de esta manera el público pueda entender a un ser humano emocionalmente afectado por la situación”, indica Gamarra a La República.

Los actores nunca salen de escena (incluso tocan en vivo y cantan canciones como “Creep” de Radiohead, “Lovefool” de The Cardigans, entre otras pautadas por el buen gusto). Hay igualmente un ataúd, suerte de presencia silente al que todos “miran para no ver”, porque la fuerza simbólica de ese ataúd es lo que corroe a Hamlet.

“El conflicto entre padres e hijos es eterno. Son parte de la vida. El mismo conflicto de todos con la muerte lo reduzco al dolor humano, el dolor que sintieron en la corona es protocolar, no hace la diferencia. Hamlet se puede entender en cualquier época. Por ejemplo, no es anacrónico hablar de reyes, que existen hasta hoy. Shakespeare trabajaba para la gente común. No hay nada más simple que Shakespeare. Lo fue para el público de 1600 y lo es para nosotros. En Hamlet se aborda el psicoanálisis siglos antes que Freud”, precisa el director.

Jean Pierre Gamarra.

Jean Pierre Gamarra.

Este Hamlet está agotando entradas, el público reconoce el nivel de los actores (Fernando Luque, María Grazia Gamarra, Patricia Barreto, Amaranta Kun, Alonso Cano, Stefano Salvini y Alejandro Tagle; mención aparte para Lorenzo Albani por la escenografía) y Gamarra firma una vez más su buen momento. Esta misma imagen, la podemos ver en otras puestas en escena de este 2024, año difícil, pero que por ser tal no ha impedido que se haga lo que importa: un teatro de alta factura.

Pero ¿es verdad tanta belleza? O mejor: ¿qué hay detrás de tanta belleza? ¿Esto es muestra de que el teatro peruano está arriba? Consultado sobre este punto específico, Gamarra responde, o pincha el globo:

“El teatro en este país no existe. No tenemos un teatro público. Es un milagro de los privados, de la intervención del ciudadano. Con mi compañía Éxodo Teatro hacemos precisamente teatro, están también La Plaza, el Británico y otros, pero no es que haya buen teatro porque hay apoyo del Estado. El Gran Teatro Nacional es un teatro de alquiler y el Ministerio de Cultura no tiene una visión clara sobre las artes escénicas. En lo personal, me siento destruido a nivel físico y valoro a los artistas que trabajan conmigo. Dependemos de la venta de entradas. Somos un emprendimiento. Así como alguien vende muffins en Instagram, lo mismo hacemos nosotros. Esta misión de hacer cultura está en nuestras manos y en manos del público. Todo el teatro de este país es independiente. No existen políticas públicas que puedan sostener a los artistas”.

“Para mí”, añade Gamarra, “el teatro es como ir a misa, concentra energías en vivo”.

Hamlet va hasta el 27 de octubre. Entradas en Joinnus.