Cultural

Diego Gonzales Tovar, artista

Artista de 42 años con síndrome de Down cuenta con varias exposiciones, entre individuales y colectivas, y acaba de publicar su primer libro. Conozcamos un poco más de él.

Diego Gonzales Tovar. Foto: Félix Contreras.
Diego Gonzales Tovar. Foto: Félix Contreras.

La presentación de un libro para colorear, en mayo pasado, llamó nuestra atención. Tras algunas semanas de coordinación, con intervalos relativamente largos, La República pudo conocer al autor del libro en cuestión: Diego Gonzales Tovar, artista de 42 años con síndrome de Down.

“No es un libro para colorear común. En 22 páginas, Diego nos comparte su fascinante mundo lleno de personajes amigables de la cultura popular”, reza el texto introductorio de Libro para colorear (2022, bajo cuidado editorial de la artista Krystel Herrera Alejos). “Este libro busca estimular la psicomotricidad, concentración, relajación y creatividad en niños y personas de todas las edades”.

Nos recibe Teresa Tovar, socióloga de la Pontificia Universidad Católica del Perú y madre de Diego. A medida que ingresamos a su casa, los adminículos de Diego adquieren una presencia cada vez más dominante, pero dispuestos en orden: caballetes, carboncillos, lápices, papelógrafos, pinceles planos y redondos. Un ambiente, por lo que se percibe, dispuesto para los quehaceres diarios de Diego, y el detalle que no se debe dejar de subrayar: la biblioteca familiar distribuida en diferentes estantes.

“Yo trabajo en mi computadora y Diego trabaja en sus pinturas y dibujos”, dice Teresa, mientras se escuchan unos pasos que descienden del tercer piso. Es Diego, quien carga una caja con dirección a la cocina. Destaca en él su ropa de color negro, su color favorito. “Le gusta vestirse de negro”, dice su madre que también me indica que le hable a su hijo por el oído izquierdo, pero me doy cuenta de que hacerlo quiebra un instante sagrado para él: ni bien dejó los enseres en la cocina, Diego continúa en el trance que justifica sus días: sigue completando lo que estaba trabajando en el caballete. Distingo en sus trazos la figura de un político peruano: Francisco Morales Bermúdez, pero sus formas son grotescas, deliberadamente exageradas, el resultado no es más que irónico.

“Desde que se despierta, solo piensa en dibujar y pintar. Trabaja de ocho a nueve horas diarias”, precisa Teresa y no hace falta preguntar más al respecto. Quienes hemos tenido la oportunidad de ser testigos del proceso creativo de los artistas, percibimos la desconexión de la realidad que supone este oficio que solo adquiere relevancia en la persistencia. “Aquí está lo que ha hecho más temprano, antes de que llegaras”, me muestra Teresa cerca de veinte dibujos en carboncillo, también de políticos, como Luis Bedoya Reyes, y animales con la respectiva marca de agua del artista: la ya señalada ironía.

La historia de Diego en el arte empieza en el año 2002. Hasta entonces, Diego tenía una vida correspondiente a una persona con una educación especial, pero un hecho recurrente comenzó a alterar la dinámica del hogar. “Los lapiceros de la casa desaparecían. No teníamos lapiceros para nada hasta que supimos que los tenía Diego en su habitación. Cuando regresábamos su padre y yo de trabajar, encontrábamos dibujos en nuestra habitación, en la cocina, en todas las mesas, muchos de ellos dedicados a nosotros: “Para mamá Tere”, “Para papá, con amor de Diego”, “Qué linda eres Jazzmincita”.

Hijo de madre socióloga y padre antropólogo, más una cultura familiar, Diego pudo reforzar ese interés en el arte y a la fecha ya tiene una trayectoria compuesta por cinco exposiciones (una colectiva) y un libro publicado. Resulta imposible no reconocer una influencia en su trabajo, principalmente la relacionada a la ironía y el humor del mundo de la política peruana. “Diego conoce de política, no leerá como nosotros, pero sí lee, lo que lee lo dibuja”, dice Teresa, hermana del reconocido artista Carlos Tovar, “Carlín”. Sin duda, los libros de “Carlín”, pensemos en Técnica del dibujo y de la caricatura, le sirvieron de guía para lo importante: el desarrollo de la propuesta personal.

En este punto del relato, en vez de fijarnos en el presente artístico de Diego, miraremos su prehistoria hasta el instante de revelación que hizo que concentrara su vida en el arte. Le pregunto a Teresa sobre el ambiente en que se ha criado Diego y la respuesta calza con la impresión: una atmósfera de cariño y de amor rodeada de cultura, de pensamiento y de discusión argumentada con amigos y familiares. Pero Diego también los fortaleció como núcleo. No vamos a caer en mentiras y demagogias: criar a un hijo con síndrome de Down no es nada fácil, pero en esa dificultad encontraron una fortaleza que los ha llevado a derrotar prejuicios sociales basados en la ignorancia. “Una mañana, Diego y su hermana caminaban por la playa. Estaban riéndose cuando unos niños empiezan a burlarse de Diego, entonces su hermana sale en su defensa, los enfrentó. Aún hay un trabajo muy grande que hacer sobre las nociones que como sociedad tenemos de las personas con discapacidad”.

Libro para colorear refleja el talento artístico de Diego, pero es también un trabajo más utilitario, con un lícito fin de autosostenibilidad. Pero Diego explora otros tópicos, los cuales no nacen de la generación espontánea. No es rara la confluencia de personajes como Pablo Picasso, Sophia Loren, George Orwell, el zambo Cavero, León Tolstói, por citar a algunos de su repertorio. En la aparente sencillez nominal, se proyecta la herencia de una cultura asimilada durante toda una vida. “Cuando supimos que lo de Diego era el arte, lo pusimos en escuelas de arte y hemos tenido la suerte de que ha contado con buenos profesores que han visto talento en él”.

Diego ha convertido su casa, literalmente, en una galería de arte. Pero lo de galería no es hipérbole, es solo descripción reforzada ante la calidad de su trabajo. La cultura recibida, el tener cosas que decir como creador y la formación que aún sigue, más, obviamente, la perseverancia, han hecho sólida la propuesta de Diego. Si su presente es auspicioso, se debe a la cantera cultural que lo respalda y que le permitió descubrir que tenía talento.

“El arte no solo es útil, es una visión muy importante para la vida”, enfatiza Teresa, quien recibe de su hijo el esbozo de un próximo dibujo.

Si este trabajo fuera expuesto anónimamente o con seudónimo, estaríamos hablando de una poética que tranquilamente podría medirse con otras propuestas de artistas sin síndrome de Down. El trance del trazo dura no pocas horas seguidas, de esa constancia nace el asombro contenido de los personajes de Diego, a saber, “Hijo” y “Las chicas”, obras de técnica mixta sobre tela que presentó en el Centro Cultural Ricardo Palma en el año 2011.

Los personajes de Diego miran hacia dentro, es el toque de distinción de todo su proyecto. De esta manera encuentra el asombro, factor dejado de lado en estos años del nuevo siglo y no solo por artistas locales.

Uno de los discursos sobre arte que deben criticarse y que ya tienen tiempo deambulando, es aquel que apunta a que el arte no debe cumplir una función social, que su naturaleza es otra a la educación. Tamañas mentiras quedan sin piso ante casos como Diego, que se reconoció artista a razón de la cultura familiar.

“Si no se educa a los niños, digamos, regulares, a aceptar la diversidad, entonces terminan discriminando. Igual pasa con la persona gay o la persona que habla quechua, las discriminan. La discriminación es un aprendizaje, no es innato. La discriminación es una batalla por librar”.

Con la mirada puesta en algún punto fijo del papel, muy concentrado, Diego se dispone a continuar dibujando.