Será una gran Feria del Libro 2024
Ricardo Muguerza. Desde La República, conversamos con el nuevo representante de la Cámara Peruana del Libro.
—¿Cómo te acercaste tú al libro? ¿Te sientes preparado frente a este nuevo cargo?
—Bueno, suelo decir que soy una suerte de librero de origen. Nací prácticamente al lado del libro, en esta suerte de cerca de todo y también tan lejos del todo. Nací en el campo, en el fundo de mi familia, y los libros han sido para mis 12 hermanos, desde nuestra primera infancia, el vehículo para divertirnos, para aprender, para pasarla bien. Tuvimos la fortuna de tener a un padre que era gran lector. Entonces, de temprana edad, nosotros nos acercamos a la lectura. En el camino, en la etapa escolar y en la etapa profesional, a mí me tocó trabajar en el libro. Tengo 45 años trabajando con libros y realmente es lo que mejor sé hacer: difundir el hábito de la lectura, difundir los beneficios del libro. Ahora me toca esta tarea de trabajar como presidente de la Cámara Peruana del Libro en una posición muy hermosa. Creo que es un momento en el que estamos definitivamente escalando a posiciones que antes no teníamos debido a una serie de factores, como leyes de libros que no nos favorecían. En todo caso, eran leyes que no eran predictibles porque había que estar cada dos o tres años pidiendo la ampliación. Ahora, gracias a Dios, tenemos la sanción de una ley de libro que va de forma definitiva y eso nos da la predictibilidad. El reglamento saldrá en estos días y creo que los alcances son tremendamente favorables para el fomento del libro y, sobre todo, para echar a andar básicamente los proyectos editoriales. Es decir, es un momento que permitirá a los autores, escritores y dibujantes mejores condiciones de publicación gracias a que las imprentas podrán imprimir con mayor facilidad. Creo que, de acá en adelante, habrá un antes y después en los libros
—¿Cree usted que el hecho de que tengamos un índice de lectura tan bajo se deba a un problema de escasez de libros o quizás a los precios o el incremento de tiempo en las pantallas?
—Digamos que es la suma de todos. Sin embargo, el Perú es un país lector. Si no tenemos buenos indicadores en lectoría, también es un tema de visión del Estado, que no fomenta definitivamente planes, proyectos del libro y la lectura. En la empresa privada hemos estado haciendo nuestra parte de una forma titánica en situaciones muy complejas. Hemos atravesado muchas dificultades, devaluaciones, epidemias y, a pesar de todo, estamos aquí para ayudar y para que, junto al Estado, podamos fomentar definitivamente el hábito del libro y la lectura como un vehículo para el desarrollo personal. Hay miles de pretextos. No estamos al nivel que nos merecemos, pero ya estamos con una mirada más optimista. Creemos que todo está por hacerse. La Cámara Peruana del Libro tiene planes hermosos para trabajar de acá hacia adelante.
—¿Y qué tipo de programas o planes cree que desde la Cámara se puedan impulsar para revertir ese bajo índice de lectura?
—Tenemos el propósito de ir al Perú de adentro a fomentar el hábito de la lectura con eventos, congresos y una serie de actividades que propicien el encuentro del lector con el libro. Por alguna razón, el peruano es un poco tímido para entrar a las librerías. Por eso también hay poco fomento de librerías, a diferencia de países vecinos, como Argentina, por ejemplo.
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—Los precios son muy caros también, ¿no?
—Sí. Por eso creemos que ayudará que se empiece a producir libros aquí en el Perú. Importarlos cuesta y, al imprimir libros en el Perú, nos saltamos todo ese costo de trasladarlos.
—Eso supone ciertos pactos con las editoriales, ¿no?
—Por supuesto. Hay que notar que aquí en el Perú el papel no es caro. Es más barato que en España en el costo de impresiones, al igual que en costo de correctores, dibujantes y creativos. Todo eso cuesta apenas el 30% de lo que costaría en España, por ejemplo. Entonces, albergamos la esperanza de que ahora no solamente los autores nacionales, sino que además editoriales de fuera, impriman sus libros aquí en el Perú y los produzcan. En un periodo no tan lejano sucedió esto en Colombia y en Argentina. La idea sería exportar nuestra cultura y no hay ningún pretexto para que esto no suceda. Las condiciones están dadas.
—Cuénteme un poco acerca de la próxima Feria Internacional del Libro de Lima. Para empezar, va a cambiar de sede. ¿Qué se tiene planificado para ese evento?
—A ver, estamos ya prácticamente a puertas de la feria. Estamos trabajando durísimo en este nuevo espacio que obedece al crecimiento que nosotros venimos teniendo desde el primer evento que tuvimos en el Museo de la Nación con la primera Feria Internacional del Libro de Lima. Hemos ido creciendo sistemáticamente, paulatinamente, y eso nos ha obligado a mudarnos de lugar. El año pasado tuvimos un aforo de cerca de 430.000 visitantes. Ya no cabían más en ese espacio y, por supuesto, algunos servicios colapsaron. El estacionamiento no se daba abasto. Eso, por ejemplo, supone definitivamente una incomodidad para el lector y el expositor. Entonces, el municipio de Jesús María —que siempre ha sido muy fraterno con el libro y con la Cámara— nos ha ofrecido un espacio mucho más generoso, en donde disfrutaremos de varios lugares de acceso. Es un espacio en el que podemos crecer con el tiempo y nos da la cobertura de poder ofrecer mayor comodidad a los expositores y lectores. Tendremos auditorios con aforo para más personas.
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—Fue lamentable, para mí, ver que en la feria anterior un concierto como el de Los Mirlos tuviese una enorme cantidad de gente afuera que no podía pasar. Adentro parecía haber espacio para que entren, pero no sucedió. Sería razonable que toda la gente que tiene tantas ganas de asistir a un evento como este pueda hacerlo.
—Sí. Para nosotros es muy frustrante como organizadores que gente que va a nuestros eventos a veces no logre ingresar porque, de pronto, no encuentra dónde estacionar, por ejemplo. Lo intentan una vez, dos veces, y luego ya no más. Luego vemos que, cuando ingresan a los auditorios por un evento especial que trae bastante interés, un 30% se quedan por fuera. Esta vez no va a suceder. Tenemos la concha acústica que el municipio nos ha cedido. Esta tiene una capacidad enorme. Entonces, teniendo este lugar y otros auditorios de menor capacidad para 600, 300, 200, creo que se solucionará el tema del aforo. La Feria del Libro es un evento subgénero, no solamente es presentaciones de libros, muestras de libros, sino también show de estelares musicales como el que acabas de decir. Este año tendremos buenas sorpresas. Todavía no estoy autorizado a contarte. Estamos cerrando el programa cultural, pero en los próximos días haremos el lanzamiento recién.
—¿Todavía no podemos saber si hay algún país invitado?
—Esta vez no tendremos país invitado porque hemos querido aprovechar el bicentenario como una ocasión perfecta para referirnos a lo propio. Igual, esta vez tenemos una balanza excepcional, realmente tenemos autores de todas partes, americanos, españoles, franceses, alemanes, argentinos, y de todas partes. Creemos estar luciéndonos con un cartel espectacular de escritores que vienen.
—Si tuviese que hacer un balance entre lo que se propone hacer ahora y lo que hizo la gestión anterior, ¿qué diría que se logró y habría que continuar, y qué cree que habría que corregir?
—Bueno, las limitaciones de espacio no jugaron mucho a favor. Las filas para la entrada y la taquilla generaron ciertos malestares. Eso lo vamos a superar ahora en este evento, porque tenemos un espacio mucho más amplio. Hemos aprendido también que el sistema de venta de taquilla no es el mejor. Por ello, quisiésemos que antes de que inicie la feria ya los boletos estén vendidos. Así, los ingresos van a ser más sencillos. Tendremos 500 estacionamientos para autos para que el visitante pueda venir y quedarse más tiempo. El hecho de que su auto esté al descubierto o se encuentre muy lejos hace que la gente sienta un poco de preocupación al estar dentro. Acá no va a haber ese problema. El visitante tendrá la posibilidad de pasar el doble de tiempo que disfrutaba en los eventos anteriores. El parque ofrece mucha circulación: veredas, bancas, y, obviamente, al estar dentro del Campo Marte hay una sensación agradable de estar dentro de un gran pulmón.