Bernarda Delgado: “Los ecomuseos, como el nuestro, son abiertos, inclusivos”
Arqueóloga, directora del Museo de Túcume, acaba de recibir del Ministerio de Cultura el reconocimiento de Personalidad Meritoria.
Por: Alberto Salinas
El trabajo de Bernarda Delgado, como directora del Museo de Túcume, no solo se ha orientado a preservar e investigar sobre la herencia cultural y material prehispánica, sino también a involucrar a la comunidad. Ha hecho que sea participativa en los proyectos del museo y que planteen propuestas que respondan a la necesidades de la vida comunal.
¿Qué tan importante es la comunidad de Túcume en los planes de trabajo del museo?
Siempre destaca, desde la inauguración del museo, en el 92, la comunidad siempre ha tenido un rol fundamental. Es la fortaleza que le ha dado sostenibilidad al gran proyecto de Túcume en su concepto de ecomuseo.
Es un nuevo concepto…
Es el concepto de la museología social, que se inicia alrededor de los 70 en Europa y diez años más tarde se institucionaliza en nuestro país.
¿Cuál es la diferencia con la museología tradicional?
Los museos tradicionales solo se preocupan por las exposiciones, el edificio, y los visitantes. En cambio, los ecomuseos, como el nuestro, no solo ven el edificio, sino el territorio; no solo la colección, sino el patrimonio en general. Y en cuanto a los visitantes, a nosotros nos interesa la comunidad; es abierto, inclusivo y participativo.
¿Y cómo nace esta propuesta en Túcume?
Entre los años del 85 al 87 llegó el famoso explorador noruego Thor Heyerdahl, y durante cinco años se desarrolló e impulsó el museo; y luego asume la dirección el arqueólogo y antropólogo Alfredo Narváez, quien tenía una visión macro de integrar a la comunidad. Y lo que hicimos nosotros fue continuar desde 2001. Porque es completamente diferente trabajar en un espacio cuadriculado, sin ver el entorno, y así no entiendas nada más que tus 100 metros cuadrados.
¿Cómo ha respondido la comunidad de Túcume?
Muy bien. Es una comunidad muy conservadora respecto a sus tradiciones. Nos reunimos con ellos los primeros jueves de cada mes, 35 instituciones de base, y en el primer mes del año se realiza un taller participativo y todos proponen actividades que tienen que ver con las necesidades de la comunidad.
Y también trabajan con los escolares…
Le ponemos mucha fuerza al tema educativo incluyendo el tema cultural en el currículo escolar. Tenemos importantes aliados como las Ugel de Lambayeque y la Gerencia Regional de Educación.
¿Qué han aprendido de la población de Túcume?
Es gente muy cariñosa y cálida. En una excavación, en la hora del almuerzo, ellos llegaban con sus ollitas de barro y metal y las colocaban en el centro y compartían entre todos. Aprendí a ser más inclusiva. Con ellos hemos aprendido muchísimo más que en la universidad.
Brindaban información valiosa…
Con Alfredo Narváez, nos involucramos mucho con la comunidad, porque cuando encontrábamos un elemento y no sabíamos qué era, ellos sí. Porque hasta ahora lo tienen como herencia. El pasado te da información maravillosa, pero si no tienes un hilo conductor al presente, te quedas allí.
¿Para los arqueólogos, en Túcume, todo está descubierto?
Para nada, en Túcume solo se ha avanzado apenas un 5% de 246 hectáreas y se viene trabajando en seis lugares.
¿Durante estos años de trabajo, cuáles son los objetos arqueológicos que más le han impactado?
Hay dos. He tenido la suerte de excavar en tres de los sitios más importantes: el Templo de la Piedra Sagrada, la Sala de los Depósitos de Huaca 1 y Huaca las Balsas. En este último, se encontró un mural con una balsa con dos personas que están navegando. Es una escena mítica que está representando la navegación en alta mar; era una sociedad marítima. Esa balsa es espectacular, pues está el Dios Naylamp, con tocados y símbolos de poder. El otro, es el que está en la mente de todos los pobladores de Túcume: es el Ave Mítica. Un ave en picada, que está en el pensamiento mágico-religioso de la comunidad de Túcume, porque se consideran herederos del dios Naylamp, el dios ave.