Debate. La exjefa del AGN expone sus puntos de vista y detalla algunas dificultades internas por las que atraviesa el primer repositorio de los documentos del Perú.,Por: Luisa Vetter Parodi El Archivo General de la Nación-AGN es una institución que nació sin recursos, sin director y sin local allá por el año 1861. Ha sido y sigue siendo una institución que poco interés le suscita al Estado, a pesar de que en sus repositorios alberga una gran parte de nuestra memoria. De vez en cuando hace noticia, pero no por su importancia como repositorio de nuestra memoria escrita, sino por los constantes robos a los que ha sido sometida desde sus inicios. Este latrocinio ocurre en el AGN, como en otras importantes e igualmente desatendidas instituciones que conservan y custodian nuestro Patrimonio Cultural mueble, es decir, archivos regionales, eclesiásticos, municipales, colecciones privadas, así como museos públicos y privados, además de bibliotecas públicas y privadas. En los últimos meses el AGN ha hecho noticia por la desaparición de un importante documento firmado por el General San Martín, hecho que viene siendo investigado por las instancias competentes. Pero a partir de este latrocinio, se ha creado una suerte de idea de que todo documento histórico que ‘aparece’ en la calle o mejor dicho en el ‘mercado’, ha sido extraído del AGN. Esta imputación ignora que estos documentos pueden haber sido extraídos hace cinco, diez, quince años o más y de muchos otros archivos del país. Algunos medios de comunicación y redes sociales sostienen que el AGN está siendo ‘ultrajado’ y que las autoridades no hacen nada por evitar este vandalismo. PUEDES VER: ¿Qué hacer con el Archivo General de la Nación (AGN)? Coleccionistas privados, como políticos y exfuncionarios públicos del sector Cultura, entre otros, se rasgan las vestiduras indicando la terrible situación por la que atraviesa el AGN, y señalando con el dedo sin pruebas la responsabilidad de sus funcionarios ante dicha situación. Pero lo absurdo de esto es que estos políticos y exfuncionarios públicos dedicados al coleccionismo son parte de este latrocinio. Comprar Patrimonio Cultural mueble obtenido ilícitamente es un delito que debe ser denunciado y castigado según nuestra Ley de Patrimonio Cultural. La habitual excusa utilizada por tales coleccionistas es que compran dichos bienes culturales para que no salgan del país, lo cual no es otra cosa que una excusa para tratar de encubrir el delito cometido. ¿Hay una mafia en el AGN que se dedica a robar los documentos?, las investigaciones lo dirán, o quizás solo sea un puñado de servidores que se dedican a este ilegal tráfico como lo sugirió el entrevistado en el programa Cuarto Poder en el reportaje propalado el domingo 27 de enero del presente año. Lo que sí puedo afirmar es que en los últimos años, con muy escasos recursos, las medidas y protocolos de seguridad, antes prácticamente inexistentes, se han incrementado para evitar que este latrocinio siga ocurriendo. También incrementa mi certeza de que la mayoría de los documentos que han salido a la luz recientemente fueron extraídos de diversos repositorios hace ya mucho tiempo; aunque su conveniente aparición en estos momentos viene siendo utilizada de manera dirigida por intereses subalternos. El Estado poco hace por evitar esta situación. El AGN repartido en cinco locales hace difícil su manejo, sumándole los menos de nueve millones de soles que tiene como presupuesto anual y buena parte del personal estable que no cuenta con capacitación para ejercer sus labores en una organización que se quedó congelada en el tiempo sin ser partícipe de los cambios generados por la modernización del Estado. Como si fuera poco, algo que hubiera agravado más la situación de esta entidad, era la decisión tomada por el actual Ministro de Cultura, Rogers Valencia, de trasladar el AGN a Ayacucho. Este último anuncio me motivó a renunciar el 10 de enero del presente año. El traslado, como ya han mencionado varios investigadores, hubiese significado una excelente excusa para la pérdida masiva de documentos. Es muy fácil rasgarse las vestiduras desde la comodidad de su hogar o desde la posición y conveniencia del poder político al respecto de lo que sucede con nuestro Patrimonio Cultural y las instituciones públicas a cargo de él. Lo difícil es enfrentar las cosas desde adentro, sirviendo a tu país con los pocos recursos que se tienen, y dando el máximo esfuerzo para modernizar a una institución que se merece más de lo que nosotros como peruanos le hemos dado.