Tiempos violentos. El escritor Gustavo Rodríguez ha publicado Madrugada, novela que interpola el microuniverso minero de Madre de Dios con una Lima nada menos violenta.,Recordamos la grandísima decepción de Edgardo Rivera Martínez cuando le informaron que sus Cuentos completos, publicados por una editorial transoceánica en Lima, no traspasaría las fronteras del territorio nacional. Ahora, al narrador peruano Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) le han puesto en las librerías de Madrid su nueva novela Madrugada (Alfaguara, 2018, 231 pp.) Significa que la obra ya recorre España y buena parte de Hispanoamérica. PUEDES VER Colectivo La poesía embiste ofrece recital y rinde homenaje a poeta italiana Alda Merini Rodríguez debutó en este país al quedar finalista del premio Herralde de Novela, patrocinado por la barcelonesa Anagrama, con La risa de tu madre en 2003 y luego también en segundo puesto con La semana tiene siete mujeres del premio Planeta-Casa de América, en 2009. En Lima ha publicado varias novelas más, libros infantiles y juveniles y una compilación periodística. Pese a todo, el autor sigue manteniéndose como diseñador gráfico y publicista, también laureado en sendas ramas. A caballo entre “el drama humano y el humor compasivo”, La madrugada explora los contrastes nacionales principalmente en Lima –pero también en el microuniverso minero de Madre de Dios y pueblos de la costa y la Amazonía–, en una exposición de secretos familiares, sueños de triunfo, rencores y zancadillas de la colectividad consumista y emuladora; sexualizada, racista y prejuiciosa, pero en el fondo desinhibida y luchadora como es la sociedad peruana de nuestros días. Trinidad, que ha visto morir a su madre –limpiadora en un prostibar selvático–, huye a Lima y apoyada por una familia de acogida, descubre sus grandes habilidades como diseñadora y costurera. En los macrocentros como Gamarra conoce a Cecilia, una pituca miraflorina que la hace su socia en la confección de uniformes para colegios escogidos, paralelamente trae de la selva un riñón obstruido por sus trabajos de niña en un lavadero de oro. Sometida a diálisis, no tiene mayor alternativa que un trasplante en un medio donde escasean los donantes. Entonces identifica a Danny de los Ríos, su padre, un viejo rockero de limitados triunfos como cantante. Se contacta con él y el musiquero, contra todo pronóstico, la acoge y acepta ayudarla. Participa en un famoso concurso televisivo como el Bee Ge peruano y ese mismo día del triunfo es asesinado por su novia celosa. La chica concierta la donación en minutos, en el mismo hospital que la dializan, y consigue que su progenitor la salve la vida, ya muerto. PUEDES VER La collera de "Los inocentes" se sube a las tablas Las intimidades de la familia de Danny, su madre y sus dos hermanos, los mariposeos amorosos del artista; las amistades, batallitas cotidianas y la tenacidad humana de Trinidad, así como los interiores de quienes todavía lucran con el trabajo ajeno son el marco perfecto para esta inquietante novela. Llama la atención el trabajo lingüístico del autor. A sus páginas tersas y bien construidas le suceden algunas apresuradas que deslizan al lector por un encabalgamiento innecesario. Insiste en llamar la atención, irreverente en lo coloquial, provocador y refractario a todo tipo de solemnidad a través de un lenguaje lúdico y lúbrico, rompiendo viejos estereotipos, como el respeto debido a la madre, con un léxico sexualizado, grosero, que puede resultar muy “realista”, pero chocante. Ella, de vez en cuando, protesta: “esas palabras”, “esa boca”, dice a su prole. La novela lleva ese nombre porque “es en la madrugada cuando ocurren las mayores desgracias”, nos comentó Gustavo Rodríguez en Madrid.