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Política

Jorge Yamamoto: “El reproche es como una forma de protesta ante la frustración y la tomadura de pelo”

Si bien el experto considera que el rechazo público funciona como catarsis, no cree que conlleve a un cambio en la forma en la que la clase política maneja el país.

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Análisis. Experto da su apreciación sobre los últimos hechos que involucran a políticos. Foto: difusión

El psicólogo social Jorge Yamamoto afirma que el reproche público es una nueva forma de protesta ciudadana ante la “frustración y la percepción de tomadura de pelo de la población” respecto a los representantes del Congreso y el Ejecutivo, como los abucheos a la congresista Patricia Chirinos y la ministra Leslie Urteaga.

Antes solo en regiones se veía este reproche a la clase política, pero ahora también se ve en la capital, específicamente con los casos de la congresista Patricia Chirinos y la ministra Leslie Urteaga. ¿Por qué cree que se está dando esto?

Interesante el análisis que acaba de plantear porque en provincia lo que suele ocurrir es que hay una mayor identidad, una mayor cohesión. Y como consecuencia una mayor facilidad para organizarse, sea para armar una fiesta patronal o sea para quejarse de algo que atenta contra sus intereses o simplemente expresar su desaprobación sobre algún personaje. Entonces, ¿qué es lo que ha ocurrido en las últimas dos ocasiones? En Barranco era un bar donde generalmente son parroquianos que más o menos frecuentan ese bar y que tienen cierto tipo de características sociales, económicas y hasta de pensamiento relativamente homogéneo. En el último caso (Festival de Cine de Lima) más aún porque era la inauguración de un evento de cine que congregaba a gente del gremio. Todos ellos tienen una particular desaprobación de algunas normas que han dado, se pueden organizar mejor y ocurre algo similar desde el punto de vista psicosocial a lo que ocurría en provincia.

¿Los propios políticos son los responsables, debido a sus decisiones, de que se haya llegado a este nivel?

Es difícil hablar de responsabilidad, pero, por lo menos, sí son participantes activos en la provocación. ¿Se justifica que le tiren un vaso a la congresista? Ahí claramente no. ¿Se justifica que le digan opiniones acerca de su gestión congresal? Eso es un ámbito que lo dejamos a la opinión de cada ciudadano. Pero no son santitos definitivamente.

¿Cree que estos reproches sociales tendrán un mayor impacto que otras formas de expresión como marchas o pronunciamientos?

Es difícil comparar. Yo creo que por un lado hay un tema de impacto en el bienestar de los implicados, por decirlo de alguna manera, y otra es el impacto en el cambio (en las decisiones que adoptan las autoridades). En el caso de la ministra de Cultura es muy probable por los indicios que el problema no sea solo de su decisión, sino bastante del Congreso y de otros intereses políticos. Por lo tanto, la ministra le cayó el reproche, pero ella no tiene la capacidad autónoma de lograr el cambio. Eventualmente lo que podría funcionar es que ella ya emprenda la búsqueda del cambio, pero eso en verdad me parece, en mi opinión, muy poco probable. Tiene una función más de catarsis, de decir ‘No me tomen el pelo’, que de un cambio eficaz. Pero si esto se conduce de una manera más estratégica, se puede lograr el cambio. Pero básicamente, el reproche, así lo veo, es como una forma de protesta ante la frustración y ante la percepción de tomadura de pelo de la población frente al accionar de los legisladores y los miembros del Ejecutivo.

Una nueva forma de protestar porque protestas sí se han dado.

Sí, una nueva forma de protestar.

Entonces no se descartaría que en los próximos días o semana ocurra algo similar con otras figuras políticas.

Claro, porque la tendencia es que cuando ocurre un hecho y se da la debida difusión, entonces esto tiende a repetirse. Es como una bola de nieve.

¿Cómo deberían reaccionar los políticos en estas situaciones? Hemos visto reacciones lamentables como el infame “tu mamá” de la presidenta Dina Boluarte y el gesto obsceno de la congresista Patricia Chirinos.

Yo creo que la madre del asunto es que no deberían de tener en cuenta, no solamente sus intereses particulares, sino también cumplir en algo con su misión con la patria y no tener un comportamiento tan desfachatado que genere la ira acumulada de la población y que termine saliéndose de control. Esa es la solución sana.

Esa podría ser una posible solución de fondo, pero en los casos en concreto donde una figura política o una autoridad se vea en una situación de escarnio público, ¿cuál debería ser la reacción ante el descontento e ira de las personas?

Creo que la presidenta Boluarte ha sido inteligente y prudente porque le esperaba un tremendo cargamontón en la pampa de Junín y evitó ir. Su representante el premier hizo perro muerto a la prensa. Una periodista le preguntó sobre la ausencia de la presidenta, no respondió y la miró con mala cara. Esa no es la forma. Ha debido de dar una explicación clara o por lo menos, a lo Susana Higuchi, inventarse una infección de bacalao, pero no hacer un desaire al periodismo. Entonces, la primera cosa es evitar la provocación y si es que ya se encuentra en esta situación, mantener la compostura y apaciguar las aguas.

Boluarte apareció con mascarilla por un proceso gripal, según Adrianzén, aunque luego se difundieron fotos en las que ya no la utilizaba.

Equivale un poco a la infección de bacalao. Una respuesta un poco más decente podría ser apreciada por nosotros los electores.

Justamente sobre los electores, ese descontento se manifestaría en los próximos comicios.

El problema es que, si revisamos la veintena de candidatos, pareciera que es más de lo mismo. Si es que hubiera un candidato minoritario, no importa que tenga perfil bajo, que demuestre ser competente, honesto y tenga una propuesta y equipo diferente, se la lleva.

Este candidato, además, también debería poder conducir este descontento.

La conducción del descontento no es tan complicada si hay tanto descontento.