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Opinión

Kafkamarca, por Jorge Bruce

Así podemos entender que, en el Perú de hoy, no hay por qué: solo una violencia simbólica y física contra quienquiera ose cuestionar la burda incompetencia del régimen.

larepublica.pe
JORGE BRUCE

El foro APEC significa, por sus siglas en inglés, “Asia-Pacific Economic Cooperation” (Cooperación Económica Asia-Pacífico). El objetivo de dicho foro, establecido en Canberra en 1989 e integrado por 21 países, es “promover el crecimiento económico de calidad entre sus miembros, a través de la cooperación en los siguientes ámbitos: comercio, inversiones, economía digital, inclusión económica y seguridad humana”. Es, pues, flagrante la contradicción entre los objetivos trazados y la aberrante decisión de confinar a los escolares en sus casas, ¡toda la semana!

Atrasar aún más la ya deplorable calidad de la educación de la mayoría de escolares, duramente afectados por la precariedad revelada en términos de virtualidad durante la pandemia, es hundirlos más en un páramo en el que imperan la ignorancia y la incapacidad de pensar críticamente. La frase atribuida a César Moro, “si Kafka fuera peruano sería un escritor costumbrista”, está más vigente que nunca. Pedirle explicaciones al Ejecutivo acerca de esta arbitraria decisión que solo perjudica a los escolares de escasos recursos económicos es como pedírselas a los funcionarios de El castillo, una de las célebres novelas del escritor checo.

También podemos recordar la respuesta de un “capo” en el campo de concentración de Auschwitz. En Si esto es un hombre, el primer libro de la trilogía que Primo Levi dedica a relatar su experiencia como prisionero de los nazis, refiere la siguiente anécdota. Un preso judío encuentra en el suelo un carámbano de hielo y se pone a chuparlo con desesperación, ante la escasez de agua y alimentos en el campo de exterminio. Un “capo” que pasaba por ahí le arrebata de un golpe el fragmento de hielo y lo tira de nuevo al suelo. Los “capos” eran prisioneros que habían demostrado ser especialmente crueles y se habían ganado el favor de sus guardianes nazis. Cuando el preso famélico le pregunta: “¿Por qué?”, el capo responde: “Aquí no hay por qué”.

Es la misma arbitrariedad que Kafka anticipa en sus novelas, las cuales, como se sabe, no quería publicar. A su muerte, le encargó a su amigo y biógrafo Max Brod que las quemara. Debemos a la desobediencia y clarividencia del albacea el poder acudir hoy a esas fuentes inagotables de iluminación acerca de la condición humana. Así podemos entender que, en el Perú de hoy, no hay por qué: solo una violencia simbólica y física contra quienquiera ose cuestionar la burda incompetencia del régimen.

Porque esa es la única razón para mantener a los escolares encerrados en sus casas durante una semana. Algún funcionario, con una solemne estrechez de miras, “pensó” que de esta manera se podía hacer creer a los representantes de los países de APEC que estamos viviendo en un oasis de paz y armonía.

Este nivel de negación de la realidad colinda con el de patologías graves. Los funcionarios de las embajadas de los visitantes ya han informado a quienes vienen al Perú sobre la deplorable situación de un gobierno con 95 % de repudio, lo cual incluye al Congreso. Pretender ocultar esa evidencia contundente, encerrando en sus casas a chicas y chicos, es un mayúsculo despropósito que ningún visitante en su sano juicio va a aceptar: eso los convertiría en funcionarios incapaces de analizar la situación del país en el que se lleva a cabo el foro.

Ha sido interesante observar que varios líderes empresariales se han manifestado contra esta medida absurda y contraproducente. En esta columna venimos insistiendo sobre la urgencia de contar con esas voces. Acaso el poder económico logre lo que no se consigue desde espacios como el que el lector tiene en sus manos, sea impreso o digital. Es reconfortante leer que se sienten concernidos y alarmados por decisiones tan dañinas como la mencionada. Sería deseable que esa presión continúe mientras transcurre el foro de APEC.

Asimismo, sería importante que la protesta popular sea masiva en esta semana. Es muy riesgoso hacerlo, ahora que se pretende juzgar a policías y militares exclusivamente en el fuero militar. Eso significa, en la práctica, una ley 007: con licencia para matar. Ya ocurrió a finales de 2022 e inicios de 2023, sin que hasta ahora haya un solo responsable por ese medio centenar de peruanos muertos. Si eso hicieron sin la “garantía” del fuero militar —que todos sabemos en qué consiste—, es muy angustioso imaginar lo que podría pasar con un aval como ese.

Sería importante recordarles a los poderes Ejecutivo y Legislativo que, durante el foro, los ojos del mundo estarán pendientes de lo que aquí suceda. La presidenta Dina Boluarte está empeñada en una fuga hacia adelante, mientras sus esbirros insisten en presentarnos una realidad alternativa en la que nadie —ni ellos— cree. En ese universo paralelo las fuerzas policiales están a punto de atrapar a Vladimir Cerrón, las bandas de extorsionadores están siendo desmanteladas y el tiempo de la Sra. Boluarte transcurre en sentido contrario: cada día se ve más joven en su espejito mágico.

Todo este mamarracho de mentiras y manipulaciones está, contrariamente a los escasos mensajes presidenciales, cada día más cerca de su fecha de expiración. Esa urgencia es la responsable de que los discursos desde el poder sean tan disparatados. A diferencia del poder férreo de El castillo de Franz Kafka, el de los palacios de Gobierno y el Legislativo es cada día más insostenible. De ahí que los hilos de la marioneta que nos gobierna se vayan deshilachando a ojos vista. El debate entre sus titiriteros gira en torno al calendario: ¿Hasta cuándo la necesitamos? ¿Cuándo la descartamos? Pronto lo sabremos.