Donald Trump se ha pasado la campaña entera poniendo a prueba el método que le ha servido en el pasado, para ganar en el 2016 y casi en el 2020. Pero ese discurso duro, con anuncios contundentes de medidas dramáticas si llegaba a la presidencia, no le funcionó en su segunda candidatura. Su rival, Kamala Harris, se fue afianzando cada vez más, y ahora los encuestadores dicen que cualquiera de los dos puede ganar.
En términos de votos nacionales, Harris ha llevado la delantera casi en todo momento. Es recién en las últimas semanas cuando Trump ha recuperado terreno, lo suficiente para empatar, pero no para pasar al primer puesto. A partir de allí, el estilo en plaza del republicano ha sido el de un político molesto por no ser un ganador, ni en el voto nacional ni en el del colegio electoral.
Harris en ningún momento ha perdido la sonrisa ni los buenos modales, y eso le ha servido para superar algunos baches por el camino. Paradójicamente, le ha costado ganarse el voto latino y el voto masculino afroamericano, pero lo ha logrado. En las últimas horas, es Trump quien blande el tono amenazante del mal perdedor, sin serlo todavía.
El tono de Trump en el fin de campaña ha despertado en el Partido Demócrata temores de una repetición, en mucho peor, del negacionismo golpista que marcó la derrota republicana en el 2020. Las versiones de fraude demócrata ya están circulando; por ejemplo, cuando Trump acusa de tramposo el sistema de voto adelantado.
Lo anterior significa que, si Harris llega primera, los resultados finales —es decir, oficiales— del 2024 van a demorar muchísimo más que en el 2020, cuando la demora ya fue grande. En muchas zonas, la población y las autoridades electorales están preparándose para posibles incidentes violentos. Trump es capaz de decir que le robaron dos elecciones seguidas.
Con todo lo cual, en la post-elección habrá igual o más tensión que en estas últimas horas de la campaña. No descartemos que un trumpismo derrotado rápidamente se convierta en una derecha cada vez más movilizada contra las etnias (latinos, afros, árabes y otros). Sería el paso a "Make America White Again", algo así como "reblanquear" los EE. UU., al estilo del antiguo Ku Klux Klan.