En el debate político siempre se discuten y se analizan los problemas que el Estado y la sociedad en su conjunto tienen que resolver. Se elaboran encuestas cuyos resultados se discuten alrededor de mesas de diálogo en las que participan dirigentes y analistas políticos.
Los problemas por solucionar son conocidos y destacan la corrupción, seguridad ciudadana, falta de empleo, salud y educación. Estos son enfatizados por encuestas, lo que hace que se conviertan en una generalidad y pierdan su prioridad en el colectivo social, llegando a decir: “Siempre lo mismo”.
Esto hace que los ciudadanos tengan una posición distante de las decisiones y acciones del Gobierno y de la política en general, porque ante los problemas conocidos no ven soluciones, y porque además ellos tienen sus propios problemas por resolver. Identificar y solucionar esos problemas y necesidades es el reto de la nueva política, que en esencia es la hiperpersonalización de las demandas de los ciudadanos, tales como la madre de familia que se levanta muy temprano con la preocupación de llenar su olla, el padre de familia que está preocupado por su bajo salario, el joven que lucha por salir adelante, el agricultor que reza por no perder su cosecha, el enfermo que no tiene acceso a la medicina, el anciano sin pensión o el emprendedor que busca crédito a bajo costo y mercado para sus productos. Cada ciudadano es un mundo por conocer.
Para llegar a la hiperpersonalización debemos hacer uso de las tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, la cual nos ayudará a entender lo que realmente requieren los ciudadanos, cuyas demandas servirán para hacer una política nueva, que logre involucrar a los ciudadanos en un proyecto de desarrollo nacional, y evitando que caigan en las garras de la política tradicional que se hace comprando votos. Una nueva política se hará con políticos honestos, que tengan sensibilidad social, capacidad profesional y pensamiento tecnológico.