Este ha sido un año en el que el Congreso, al tiempo de perforar una y otra vez la Constitución que dicen intocable, ha procedido a la contrarreforma política que nos devuelve al umbral del 2000, con el consiguiente retroceso en diferentes planos, todos ellos promovedores de participación ciudadana, mayor competencia y consulta popular.
El caso más reciente es el de las PASO, que hacían posible un filtro para que los partidos políticos se obligaran a tener una mayor rendición de cuentas y conexión con los ciudadanos. La coalición conservadora que rige los destinos del país ha logrado su eliminación, con lo que volvemos al escenario donde proliferan las organizaciones con dueño único y que decide quién va a representarlos en el Parlamento nacional y a cambio de qué.
También se ha introducido nuevamente la figura del voto preferencial que desata los apetitos particulares dentro de la misma organización, impide que la organización tenga una presencia más orgánica y se promueve una competencia interna donde quien posee más financiamiento logra tener más visibilidad. Adicionalmente, se dificulta la labor de los supervisores porque los aportes de campaña se multiplican sin mayor control.
Que se haya vuelto a la entrega de firmas de adherentes para la inscripción partidaria, sin el filtro de las PASO y ante la necesidad de una gran cantidad de firmas, impulsa la fábrica de firmas y el mercado negro, que tantos escándalos provocó en años anteriores.
Fernando Tuesta, el especialista en temas electorales, señala, en entrevista con La República, que hay 25 partidos ya inscritos y 9 en proceso, que no requerirán las 730.000 firmas que aproximadamente se tendrán que pedir a las nuevas organizaciones que busquen participación en los próximos procesos electorales. Es decir, 34 partidos políticos en un país en el que el altísimo fraccionamiento está afectando la gobernabilidad.
La baja calidad de la representación política es una realidad incontrastable. Para evidenciarlo, el bajísimo nivel de producción parlamentaria, la dedicación de los congresistas a promover lobbies de particulares intereses, la gestión en beneficio propio de presupuesto, prebendas, gratificaciones y bonos son indicadores de su alejamiento consistente con la realidad nacional, sus votantes y el futuro del país. Es lamentable el retroceso en el 2023.