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Opinión

Una triste historia de 1992, por Pedro A. Castro

"En julio de 1992 cuando A. Fujimori inicia el proceso de privatización fragmentada de Petroperú, entregando los lotes petroleros a privados, el argumento fue la necesidad de pasar de 130 mil barriles por día (bpd) a 500 mil bpd, buscando de esa manera la seguridad energética del país".

larepublica.pe
PEDRO

Extraer un barril de petróleo, peruano, piurano, talareño, cuesta poco más, poco menos de 40 dólares, luego es vendido a Petroperú, en el mismo Talara, a precio internacional como si se hubiera comprado en el golfo Pérsico, aproximadamente en 90 dólares. En lenguaje coloquial, ese es el meollo del asunto del porqué la Confiep y sus adláteres, opinólogos, operadores políticos y comunicadores súbditos han salido furibundos, desesperados, frenéticos por la devolución de los lotes I, VI y Z-2B a Petroperú. Es cuestión de dinero, contante, sonante y seguro.

En julio de 1992 cuando A. Fujimori inicia el proceso de privatización fragmentada de Petroperú, entregando los lotes petroleros a privados, el argumento fue la necesidad de pasar de 130 mil barriles por día (bpd) a 500 mil bpd, buscando de esa manera la seguridad energética del país. Más de 30 años después no llegamos ni siquiera a los 40 mil barriles por día, o sea, entre sumas y restas, en blanco y negro, podríamos afirmar que la privatización de los lotes petroleros fue un rotundo fracaso. Y no solo eso, las empresas operadoras de los lotes han incumplido groseramente los contratos en políticas de responsabilidad social, millonarias deudas por remediación ambiental y los activos —entregados en los 90— los devolverán en estado ruinoso y obsoleto.

El Perú es un país pobre que intenta progresar entre los sinuosos caminos de la modernidad, la inestabilidad económica y la eterna crisis política, entonces, ¿no necesitamos combustibles limpios y de primer nivel que aseguren nuestra independencia energética? Por supuesto que sí, no depender del precio internacional del crudo y remediar el haber entregado un negocio rentable y en completo funcionamiento a operadores privados —pero estatales en sus países de origen—, algunos con experiencia y otros totalmente neófitos en la producción de petróleo crudo.

Hoy, el Perú cuenta con una de las cinco refinerías más modernas del mundo, tenemos lotes petroleros en la costa y selva, probables reservas de 200 mil bpd en los lotes Z-61, Z-62 y Z-63 que subyacen en el mar de La Libertad y Lambayeque. Es necesario que nuestros políticos, los que trabajan para el pueblo y no obedecen a intereses de trasnacionales, ni juegan en pared con los grupos de poder, demuestren de qué están hechos y no se dejen amedrentar por escatológicos titulares. No repitamos la triste historia de 1992.