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Opinión

Lo inconcluso en Concha Urquiza

Por Carmen Rivera. María Concepción Urquiza Del Valle, publica su primer poema "Para tu amada" a los 13 años.

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Carmen Rivera. Foto: La República

“Del ser que alienta y del color que brilla/ me separa tu cálida presencia,/ clausurando el sentido en la vehemencia./ de una noche sin fondo y sin orilla” (Urquiza, 2022).

María Concepción Urquiza Del Valle, conocida como Concha Urquiza, nace en Morelia-Michoacán (México), en el año de 1910, su familia era conservadora, su padre fallece cuando ella tenía dos años y su madre se traslada a la capital, donde estudia la educación primaria. Desde niña se vuelve una incesante lectora de poesía, a pesar de ello no culmina los estudios de secundaria.

A los trece años publica su primer poema Para tu amada. “Con la flecha sagrada y palpitante/ que amor clavo en tu dulce corazón,/ la pluma harás para escribir amante,/ una estrofa que cante tu pasión” (Urquiza, 2022).

Su poesía manifiesta el eterno femenino, reflexiones sobre la ausencia de la mujer, motivo generador de un conflicto, el del deseo y la necesidad determinan la recreación de lo íntimo orientado al placer que se configura como una carencia propiciada por la falta de interés del ser amado. “Vierte sus oros el verso sobre mi alma silenciosa/ que en la rueca del ensueño está hilando una ilusión/ y en lugar de la tela surge de la rueca alguna rosa/ que se esconde temblorosa en mi pobre corazón” (Urquiza, 2019).

En la poesía de Concha encontramos una pugna entre lo bohemio y lo religioso, su yo lírico trasmite lo tangible de las experiencias de la vida; a pesar de relacionarse con los movimientos modernistas y vanguardistas, la autora siempre tuvo un estilo propio que se caracterizaba por el uso de las metáforas y encabalgamientos con rimas simétricas tradicionales. “Mi corazón olvida/ y asido de tus pechos se adormece:/ eso que fue la vida/ se anubla y oscurece/ y en un vago horizonte desaparece” (Urquiza, 2019).

Su muerte a muy temprana edad (35 años) es un enigma, envuelta entre el accidente y el suicidio, sube a una lancha alquilada con sus amigos, cae, días después el mar devuelve su cadáver “¡Qué horrenda sangre salpicó mis frondas!/ ¡En qué negrura y qué pavor de invierno/ se ahogó la luz de tus pupilas blondas!” Concha Urquiza.