El horario de verano en Estados Unidos se implementa cada año, generando un cambio significativo en la rutina diaria de millones de personas. En 2025, los relojes se adelantarán el 9 de marzo, marcando un nuevo ciclo de luz solar extendida. Este ajuste no solo afecta la hora, sino que también tiene implicaciones en el ahorro de energía y el estilo de vida de los ciudadanos.
A pesar de que el expresidente Donald Trump ha manifestado su deseo de mantener el horario estándar de manera permanente, la normativa actual sigue vigente. La mayoría de los estados continúan con la práctica del Daylight Saving Time (DST), que busca maximizar la luz natural durante las horas de la tarde. Sin embargo, la opinión pública está dividida, con un 50% de la población a favor de un horario de verano permanente, según una encuesta de YouGov en 2023.
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El 9 de marzo de 2025, a las 2:00 a.m., los relojes se adelantarán una hora, marcando las 3:00 a.m. Este cambio implica que, a partir de esa fecha, los días tendrán más luz natural en las horas de la tarde, lo que permite a los ciudadanos disfrutar de actividades al aire libre después de sus jornadas laborales. Este ajuste se ha establecido por ley desde 1966, con el objetivo de favorecer el ahorro energético y mejorar la calidad de vida.
El horario de verano no solo afecta la hora, sino que también influye en la cantidad de luz natural disponible durante el día. Con el cambio, amanecerá y atardecerá aproximadamente una hora más tarde que el día anterior. Esta modificación ha sido objeto de debate, ya que algunos estados, como Arizona y Hawái, han optado por no participar en esta práctica, así como los territorios de Puerto Rico, Samoa Americana, Islas Marianas del Norte e Islas Vírgenes de Estados Unidos.
La implementación del horario de verano ha sido defendida por sus beneficios en la reducción del consumo energético, aunque también ha generado críticas por el impacto en la salud y el bienestar de las personas. La transición puede afectar los patrones de sueño y la productividad, lo que ha llevado a un creciente interés en la posibilidad de un horario permanente.