La migración se ha convertido en un tema central en las Elecciones de Estados Unidos, donde Kamala Harris y Donald Trump presentan enfoques diametralmente opuestos. Mientras Trump promete una operación masiva de expulsión de migrantes ilegales, Harris aboga por una reforma migratoria que impone "consecuencias" a quienes ingresen de forma irregular.
Un estudio de FWD.us revela que uno de cada tres latinos en Estados Unidos podría verse afectado por las políticas de deportación de Trump, lo que podría desencadenar una crisis humanitaria en comunidades hispanas y afectar la economía del país. Cerca de 20 millones de latinos están en riesgo de deportación o separación familiar, lo que representa un tercio de esta población en el país.
Ariel Ruiz, analista del Migration Policy Institute, señala que el principal desafío radica en la falta de consenso en el Congreso. “El Congreso va a continuar dividido y va a ser muy difícil buscar un compromiso entre los partidos para poder avanzar ese tipo de políticas de migración”, afirma Ruiz.
La percepción de una crisis migratoria ha sido amplificada por los medios de comunicación, que se centran en la llegada de migrantes sin profundizar en lo que ocurre después. La mayoría de quienes llegan a la frontera no tienen la opción de solicitar asilo debido a las decisiones implementadas por la administración Biden y Harris. Desde febrero, el número de migrantes que llegan de manera irregular ha disminuido significativamente, alcanzando cifras más bajas que durante los últimos meses de la administración Trump.
La retórica del Partido Republicano busca generar miedo en la comunidad latinoamericana. Sin embargo, el gobierno carece de los recursos necesarios para llevar a cabo deportaciones masivas. Aunque se pueden aumentar las expulsiones, no se puede impactar a los 11 millones de indocumentados en el país. La promesa de Trump se enfrenta a la realidad de que se requieren acuerdos con otros países para las repatriaciones, lo que complica aún más su implementación.
Kamala Harris no solo heredaría el modelo de Biden, sino también los retos para implementar cambios significativos en la política migratoria. Aunque al inicio de su mandato se continuaron muchas políticas de Trump, en los últimos meses se ha visto un cambio hacia posturas más restrictivas en el acceso al asilo. La candidata ha mencionado su intención de firmar iniciativas en su primer día, pero no ha detallado cómo logrará el apoyo del Congreso para ello.
La falta de claridad en su plan para obtener el respaldo legislativo es un punto crítico. La migración es un tema cada vez más polarizado, lo que dificulta el consenso entre demócratas y republicanos. La experiencia reciente sugiere que, independientemente de quién gane las elecciones, la migración requerirá un enfoque colaborativo con otros países para gestionar flujos migratorios de manera efectiva.
El panorama migratorio actual es diferente al de años anteriores. La administración Biden ha buscado implementar cambios, pero enfrenta la dificultad de obtener apoyo bipartidista en el Congreso. Propuestas como la protección de los Dreamers y la regulación del estatus de inmigrantes indocumentados requieren un consenso que parece cada vez más difícil de alcanzar.
La migración no solo involucra a Estados Unidos, sino también a países como México y Colombia, que han aumentado sus controles migratorios. La relación con estos países será crucial para abordar la migración de manera efectiva. La estrategia de Trump de amenazar a otros gobiernos no necesariamente funcionará en el contexto actual, donde se requiere un enfoque más diplomático y colaborativo.