Cuando una compañía multinacional mueve dinero entre sus propias empresas, estamos frente a una inversión extranjera ‘fantasma’. Se trata de un flujo de fondos de un país a otro, al interior de la misma corporación, que no incluye una actividad empresarial real, ni una inversión productiva.
Es dinero que pasa a través de “cascarones corporativos vacíos”, dice un estudio realizado por economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI). “Hoy en día, una multinacional puede usar ingeniería financiera para transferir grandes sumas por todo el mundo, trasladar activos intangibles muy rentables o vender servicios digitales desde paraísos fiscales sin tener una presencia física”, explican Jannick Damgaard, Thomas Elkjaer y Niels Johannensen.
Y en la mayor parte de los casos, las corporaciones traspasan fondos de una nación a otra para “minimizar la factura fiscal global de la multinacional”, señalan los economistas. Si bien los países receptores de los fondos fantasma se benefician atrayendo este tipo de inversiones, los autores advierten que es un problema para el resto de las naciones.
“Los cascarones vacíos en paraísos fiscales socavan la recaudación de impuestos en otros países”, explican.
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El “top ten”
A nivel mundial, los investigadores calculan que la inversión extranjera “fantasma” llegó a 15 billones de dólares en 2017, el último año con datos disponibles. De ese total, el 85% se concentró en estas 10 economías que el FMI considera paraísos fiscales: Luxemburgo, Países Bajos, Hong Kong, Islas Vírgenes Británicas, Bermudas, Singapur, Islas Caimán, Suiza, Irlanda y Mauricio.
Y dentro del top ten, solo Luxemburgo y Holanda recibieron cerca de la mitad de la inversión extranjera fantasma a nivel mundial. Según los economistas, muchos de estos países ofrecen beneficios como impuestos corporativos (aplicables a los beneficios que generan u a otras formas de ingresos o ganancias) muy bajos para atraer a las multinacionales a operar en sus territorios.
En Irlanda, por ejemplo, el impuesto a las corporaciones ha bajado desde el 50% en la década de los 80 a el 12,5% en la actualidad. Pero además, algunas multinacionales se aprovechan de vacíos legales para utilizar técnicas de ingeniería impositiva, una serie de procedimientos que tienen como objetivo encontrar las mejores condiciones fiscales, optimizando su carga tributaria y minimizando su costo impositivo.
Una inversión que se dispara
Según el estudio, la inversión extranjera directa tradicional a menudo estimula el crecimiento y la creación de empleo, además de impulsar la productividad a través de transferencias de capital, habilidades y tecnología. En menos de una década, la “fantasma” pasó de representar el 30% a casi un 40% de la inversión extranjera directa en el mundo.
FUENTE: BBC