Michael Cohen: el delator de Trump

InternacionalEl hombre que lavó los trapos sucios de Donald Trump durante 11 años es hoy su mayor dolor de cabeza: lo acusa de ser un racista y estafador y de comprar el silencio de presuntas examantes.,Michael Cohen: el delator de Trump,Alguna vez dijo que estaba dispuesto a recibir un tiro por él. Su lealtad a Donald J. Trump parecía a prueba de balas. "Es más que un jefe", le dijo al diario Jewish Chronicle, "es nuestro patriarca". Incluso cuando el FBI ya estaba investigándolo, en abril del 2018, por el pago efectuado a dos mujeres que aseguraban haber tenido encuentros sexuales con Trump, no dudó en ratificar su lealtad: "Siempre protegeré al presidente". Había conocido al magnate inmobiliario a inicios de los 2000, luego de comprar una propiedad en un rascacielos de Trump y resolver una disputa entre vecinos de una forma tan hábil que sorprendió al millonario. Poco después ya trabajaba para la corporación. Para 2006 ya era su vicepresidente. Hijo de un judío que escapó de un campo de concentración nazi y se mudó a Estados Unidos, Michael Cohen se crió en Long Island. Simpatizaba con los demócratas y postuló a diversos cargos públicos sin éxito. En los negocios le fue bien: dirigió una compañía de taxis y efectuó diversas inversiones en Ucrania, el país de su suegro. Dentro del conglomerado Trump, Cohen se convirtió en la persona de mayor confianza del ejecutivo fuera de su familia. Era el fixer, el hombre que resolvía sus problemas más oscuros. En ese sentido, le gustaba compararse con el personaje principal de la serie Ray Donovan. "Me hago cargo de cualquier cosa que necesite ser resuelta", le dijo a The Wall Street Journal. Era implacable. "Te voy a quitar cada centavo hasta que no te quede ninguno", le dijo a la periodista del Daily Beast que publicó datos ocultos de su divorcio de Ivana Trump. "Escribe algo en lo que aparezca Trump, citando la palabra violación, y te arruinaré la vida el tiempo que estés en este jodido planeta". Hasta que se quebró. Acorralado por los federales, que investigaron su vida y sus finanzas desde sus tiempos como empresario de taxis, decidió hablar. Contarlo todo. Y al hacerlo, complicó seriamente la situación legal del hombre al que había jurado lealtad eterna. Recuperar la libertad Ya en julio del año pasado, luego de que su oficina fuera intervenida por el FBI y de que algunas de sus maniobras como solucionador de problemas fueran expuestas, Cohen empezó a cambiar de bando: filtró a la CNN el audio de una conversación con Trump que, supuestamente, prueba que el presidente conocía del pago de 150 mil dólares a Karen McDougal, la exmodelo con la que habría tenido un affaire entre 2006 y 2007. En agosto se declaró culpable de haber pagado a McDougal y a la exactriz de cine para adultos Stormy Daniels para que callen sobre sus relaciones con el magnate. En noviembre se declaró culpable de haber mentido al Congreso en su testimonio sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales del 2016. Cohen admitió que siguió tratando de sacar adelante un proyecto inmobiliario en Rusia en plena campaña presidencial, aun cuando Trump había asegurado que no lo haría. Por el caso de los pagos a las supuestas amantes del magnate fue condenado en diciembre a tres años de prisión. "Este es el día en que recupero mi libertad", dijo al salir del tribunal donde escuchó su sentencia. El último miércoles, Cohen acudió al Comité de Supervisión y Reforma del Congreso. Sabía que los medios del país estaban expectantes ante lo que diría. Y no se guardó nada. Una de sus acusaciones más fuertes fue que Trump sabía que Wikileaks tenía en su poder los famosos correos del Comité Nacional Demócrata. Y que sabía que su hijo, Donald Trump Jr., se reuniría con representantes del gobierno ruso, algo que el mandatario norteamericano ha negado insistentemente. Cohen dijo que Trump no esperaba ganar las elecciones y que la campaña era solo una oportunidad de marketing. Que, a pesar de declararse como una persona "brillante", ha procurado por todos los medios ocultar del escrutinio público su historial académico. Y que una vez envió a un empleado a pujar en una subasta para que un retrato suyo fuera la pieza más cara de la velada. "Me avergüenzo de haber elegido participar en la ocultación de los actos ilícitos del señor Trump en lugar de escuchar la voz de mi conciencia. Me avergüenzo porque sé lo que el señor Trump es. Es un racista. Es un timador. Es un tramposo".