Memoria en las tablasDomingo ingresó a la incubadora del Festival Sala de Parto, que desde hace seis años alumbra piezas teatrales que hincan el ojo del espectador. Vimos la preparación de La terapeuta, la historia de una mujer que da clases de yoga a terroristas que purgan condena. ,Sala de parto: Cómo se prepara una obra de teatro,Sala de parto: Cómo se prepara una obra de teatro,Una mujer entra a la cueva de la bestia. Se muere de miedo, pero prende la luz. Con esta imagen la directora de teatro Mariana de Althaus dispara la trama de La Terapeuta, obra escrita por la dramaturga Gabriela Yepes, monólogo interpretado por la actriz Katerina D’Onofrio. La historia que van a leer a continuación pasó en la realidad y va más o menos así: Un día, una abogada experta en derechos humanos, que practica yoga en sus ratos libres, recibe una propuesta insólita: su colega le pide que dé clases de yoga a cinco presos de la Base Naval del Callao, a cinco terroristas, entre ellos los cabecillas de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán Reynoso, y del MRTA, Víctor Polay Campos. Los reos están tensos, ansiosos, tienen ideas suicidas, se pueden matar y lo que menos quiere el Estado es crear mártires. Eso le comunican a la abogada sus superiores. Así que ella tiene que aceptar la misión de, a través del yoga, calmar a los terroristas, a loshombres que causaron tanto dolor. Y está obligada, porque la ley dice que el Estado debe dar beneficios penitenciarios a los reos. Pero, ¿se lo merecen? Con esta y otras preguntas, la terapeuta entra en la cueva de la bestia y la va mirar a los ojos y nosotros, el público, la acompañaremos y veremos con ella cómo es el hoy de aquellos personajes nefastos. Esa es la promesa -o, acaso, la advertencia- de esta obra que aún se cocina a fuego lento en los salones del Festival Sala de Parto, el programa de dramaturgia del Teatro La Plaza, que estimula el nacimiento de nuevas obras y dramaturgos peruanos. La Terapeuta se va estrenar el 2019 pero el público podrá asistir a la lectura dramatizada de la obra este 2 de setiembre. Esta será una puesta en escena elemental, sin escenografía ni música, ni efectos luminotécnicos, solo los actores armados con el libreto. Domingo metió las narices en uno de los ensayos para conocer de cerca cómo cocinan sus obras los dramaturgos de Sala de Parto. Esto fue lo que encontramos. La incubadora En una habitación de paredes completamente negras y bajo fluorescentes de luz blanca, Mariana de Althaus, Katerina D’onofrio y Gabriela Yepes leen el libreto, lo corrigen, lo marcan. La decoración del espacio es minimalista, solo hay una mesa, algunas sillas, manzanas y café, el menor número de objetivos posibles para no perturbar la concentración. Aunque desde afuera, desde el Parque Kennedy, en Miraflores, llegan las pifias de una manifestación. Tras la primera lectura se empieza con la representación. Katerina, pelo naranja, malla negra y libreto en mano empieza el monólogo. A veces su voz es la de la terapeuta, otras, cuando le da un tono más grave es la de Guzmán o Polay. Cuando Katerina se equivoca, da un gritito, destraba la lengua o suelta una lisura. Mientras tanto, Mariana cincela su actuación, pule sus movimientos, da sugerencias sobre la música que acompañará la escena. Dirige. Así se prepara una obra de teatro, repitiendo y repitiendo. Una creación artística se forma como una criatura en gestación. Dijimos que la historia de la terapeuta sucedió en la realidad. La dramaturga Gabriela Yepes escuchó la anécdota en una reunión con amigos. Sí, en algún momento de nuestra historia reciente, la Base Naval pidió una profesora de yoga. Y ella existió y entró. Y Yepes, una vez que lo supo, la buscó. Al cabo de unos meses tenía el germen de una obra de teatro. Luego, el borrador. Luego, postuló al programa de dramaturgia de Sala de Parto, al que se presentan alrededor de 70 obras teatrales al año, que serán seleccionadas por un jurado. Y ganó. La terapeuta se llevaría a escena. "Este programa surgió con la intención de abrir caminos a la dramaturgos locales y darles lugar a aquellos con una mirada crítica de la sociedad", dice Alejandro Clavier, director de Sala de Parto que este año va por su sexta edición, y que nos ha entregado potentes puestas en escena como La Cautiva, Ñaña y San Bartolo. La obra de Yepes pasó por una serie de filtros. Sala de Parto abre espacios en el que los dramaturgos confrontan sus textos con colegas locales y hasta con hombres de teatro de reputación internacional. El argentino Mauricio Kartun, un monstruo del teatro, le pasó “rayos X a La terapeuta”, bromea Gabriela. A comienzos de este año fue leída en una pequeña función por primera vez. El público pudo opinar y se les hizo preguntas a modo de focus group para escuchar lo que la obra decía en sus cabezas. Y la obra de Yepes interpela, mueve fibra, deja al espectador con más preguntas que respuestas. Eso es lo que hace el teatro de memoria. El parto "La terapeuta habla del devenir del tiempo. Nos acerca a esos personajes que nos hicieron daño para tener una mirada actualizada de lo que representan hoy", dice Alejandro Clavier. No se buscan víctimas ni culpables, no se crean bandos de buenos y malos, eso ya lo tenemos claro. El teatro de memoria, al que pertenecen casi todas las obras de Sala de Parto, tiene otro fin. Tiene que ver más con "cómo nos hacemos cargo de lo que pasó -explica Mariana de Althaus-, y qué hacemos para procesar las heridas, esta obra nos acerca a la cueva del enemigo, no para volver a señalar a los culpables, sino para enfrentar el miedo". "Parte del trabajo del teatro de memoria tiene que ver con hacer preguntas incómodas sobre el pasado. Esta mujer que dará clases de yoga a los terroristas convivirá con ellos y descubrirá sus particularidades, e irá más allá del constructo social que creamos -sin expiarlos de la culpa, claro-, y lo más importante, les va perder el miedo", añade Yepes. Ítaca del dramaturgo Gonzalo Benavente también nos habla de ese pasado que un grueso de los peruanos prefiere mantener en el clóset. También está en la lista de lecturas dramatizadas de este año. Son cinco en total. Plantea una distopía: ¿Qué hubiera pasado si Sendero Luminoso ganaba la guerra? La pregunta cae como un ladrillo. "Freud hablaba de la melancolía y el duelo como dos instancias por las que hay que pasar para superar un trauma", dice Benavente, y subraya que para procesar el pasado primero hay que hablarlo, o recrearlo con un nuevo libreto como en el caso de Ítaca cuya lectura dramatizada será este 1 de setiembre. El próximo año podremos asistir al alumbramiento de ambas obras ya maduras, unas criaturas que verán la luz y contarán con claridad lo que sus padres querían decir.