
Entre los 50 estados que conforman Estados Unidos, hay una pequeña anomalía política y geográfica llamada Molossia. Fundada en 1977 por Kevin Baugh, esta micronación ocupa una propiedad en Dayton, Nevada, y cuenta con su propia constitución, leyes y hasta un sistema de gobierno. Aunque no es reconocida internacionalmente, funciona más como una curiosidad turística que como un país independiente.
Molossia se compone de alrededor de 35 personas (entre familia, empleados y colaboradores) que habitan este curioso enclave. Su fundador, lejos de buscar separación, continúa pagando impuestos en Estados Unidos, aunque en broma se refiere a ello como “ayuda exterior”. La micronación destaca por sus reglas peculiares y extravagantes, que funcionan como una sátira a ciertos regímenes dictatoriales.
La República de Molossia no solo tiene una bandera y una constitución, sino que también establece leyes que prohíben y sancionan conductas poco comunes, algunas incluso inexistentes, como consumir espinacas, cebollas y bagre. Kevin Baugh diseñó estas normas para criticar de manera irónica a dictadores en países en desarrollo que reciben apoyo estadounidense.
Desde su fundación, Molossia ha sido una muestra de creatividad política dentro de Estados Unidos, con un gobierno independiente en la práctica, pero sin reconocimiento legal ni soberanía real. En 2012, Baugh intentó obtener el reconocimiento oficial como nación, aunque hasta ahora el gobierno federal estadounidense no ha avalado esa pretensión.
Kevin Baugh junto a un grupo de visitantes en Molossia. Foto: Instagram de Molossia
Un detalle extraño en la historia de Molossia es su estado de guerra declarado con la extinta República Democrática Alemana (RDA). Aunque la RDA desapareció en 1990 con la reunificación alemana, Molossia sostiene que un territorio llamado Cayo Ernest Thaelmann, ubicado en Cuba y cedido en su momento a Alemania Oriental, sigue existiendo como un vestigio.
Esta situación le sirve a Molossia para mantener una "guerra" simbólica, en línea con su estilo satírico y peculiar de gobernanza. A nivel diplomático, la micronación ha establecido relaciones con otras entidades similares, como el Gran Ducado de Flandrensis y Westarctica, que tampoco tienen reconocimiento internacional.
Kevin Baugh con la bandera de Molossia. Foto: Instagram de Molossia
Molossia cuenta con su propia moneda, llamada Volora (VL). Aunque no tiene valor en el sistema financiero global, simboliza la independencia y originalidad del enclave. El Volora se basa en el valor relativo de un producto curioso: la masa para galletas Pillsbury, almacenada en el Banco de Molossia, un edificio anexo a la propiedad.
Las monedas son piezas hechas con fichas de casino, y los billetes se imprimen localmente. Esta singular moneda refuerza la identidad de Molossia como una micronación que juega con la idea de país, pero que opera en la práctica dentro de las normas y leyes de Estados Unidos.

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