Historiador. Radica en Santiago de Chile, donde enseña en la Universidad Católica de Chile. Es especialista en temas de ciencia y tecnología. Su libro más reciente es Los años de Fujimori (1990-2000), publicado por el IEP.

Por estos no, por José Ragas

Ojalá que, dentro del escenario tan nocivo que nos ha heredado este Congreso, se permita una mayor conciencia de la ciudadanía para rescatar al país poco a poco.

El cierre de inscripciones ante el Jurado Nacional de Elecciones ha hecho que los partidos terminen de armar sus listas de candidatos al Parlamento. Algunos partidos lo han hecho con cierta antelación, asegurando a los candidatos que querían fichar y con quienes han podido discutir los planes de gobierno y quizás hasta recibir sugerencias de aquellos. En otros casos, las listas se han armado a último momento, improvisando las candidaturas, con los problemas que esto trae respecto de los requisitos solicitados por el JNE.

Las próximas elecciones van a ser particulares por distintos motivos, entre los cuales aventuro dos. Uno es el impresionante número total de candidatos que van a aspirar a un puesto en el próximo Congreso, ya sea en la Cámara de Diputados o de Senadores. ¿De dónde salieron tantos en tan poco tiempo? ¿Son militantes formados en los partidos o improvisados en también improvisados partidos? Sea como fuere, la excesiva oferta de postulantes va a derivar en una sobrecargada campaña electoral y la desesperación de estos por hacerse notar entre la multitud.

Un segundo factor es que, hace no mucho, la población decidió que no quería bicameralidad (90 %) ni reelección (85 %). El referéndum de 2018 fue tan decisivo como abrumador en mostrar el rechazo y el cansancio de los peruanos frente a un grupo político que ya en ese entonces percibía a ciertas bancadas como agentes que veían su propio beneficio para apropiarse de recursos y acumular poder, una tendencia que continuó en esta última década y nos ha sumido en el abismo actual. El referéndum duró lo que duró el gobierno de Vizcarra y, hasta cierto punto, su caída estuvo vinculada con el bloqueo que este representaba para los intereses del Congreso.

Utilizando una interpretación antojadiza, el Congreso dejó sin efecto lo que se había votado en las urnas y restauró los dos mecanismos más antipopulares de las últimas décadas. Como resultado, tenemos un próximo Senado que no despierta el entusiasmo de la población y cuya función no ha sido explicada ni definida, aun cuando su presencia ha sido permanente en nuestra historia y fue interrumpida en 1992 por el fujimorismo y reemplazada por una unicameralidad que le daba más control para implementar su programa neoliberal.

Visto así, los electores tienen ante sí una tarea difícil y una responsabilidad mayor, porque los votos que emitan permitirán sacar de manera democrática a la coalición autoritaria que actualmente gobierna. Porque es, finalmente, el Congreso el terreno donde se va a decidir el futuro del país. Como ha quedado demostrado en los últimos años, los presidentes incómodos o que no se alinean son vacados, y aquellos que se someten pueden durar un poco más y asegurar que no habrá investigación al dejar el cargo. Mientras no quebremos a la coalición que busca mantenerse en el Congreso, el país seguirá a la deriva.

Por eso es importante que hayan aparecido consignas y movimientos espontáneos como “Por estos no”. Se trata de una forma de realizar escrutinio público en redes (sobre todo en Twitter) a los candidatos y revisar sus propuestas. Aquellos que en el pasado manifestaron una posición favorable a hechos como las matanzas de 2022-2023 o el apoyo a la coalición autoritaria son rápidamente expuestos. Como se puede adivinar, varios candidatos que van a la reelección buscan presentarse como si postularan por vez primera, sobre todo si han cambiado de camiseta política.

Algunos de estos candidatos han sido ya expuestos y posiblemente el respaldo público sea menor o incluso contrario al que esperaban. Por ejemplo, la incorporación del almirante Montoya en la lista de la agrupación Sí Creo terminó por generar una reacción negativa que arrastró también al candidato presidencial. Varios usuarios recordaron la actitud prepotente y autoritaria de Montoya. La respuesta, torpe y poco política, de Espá y del mismo Montoya solo reafirmaron las sospechas de una candidatura cercana a la actual coalición y sin muchas propuestas originales.

Una segunda candidatura expuesta fue la de Adriana Tudela a la vicepresidencia por Avanza País. Los comentarios sobre su escasa contribución en sus anteriores cargos circularon rápidamente, mermando la imagen que ella buscaba construir como alguien que impondría orden. Nuevamente, la burbuja en la que se mueve pensó que un video promocional al estilo Chavín de Huántar serviría para atraer al voto duro, lo cual fue criticado e incluso ridiculizado.

Campañas como “Por estos no” son parte del ejercicio democrático en un momento en que la desinformación y la introducción de la IA van a contaminar el debate público. Al hacer escrutinio público y compartir información, los ciudadanos tendrán un mejor escenario donde elegir a sus representantes. El impresionante número de estos va a dificultar la presentación de planes de gobierno y el planteamiento de debates entre las propuestas, por lo cual una primera etapa en la que los candidatos son confrontados por lo que prometen hacer y lo que realmente hicieron me parece saludable.

Pero las campañas de información son también importantes en un sistema donde los candidatos pueden desechar las promesas realizadas sin mayor problema. Al menos, este tipo de escrutinio debería enviarles una señal clara de que los votantes van a hacer un seguimiento cuidadoso y que las promesas electorales no se terminan el día de la votación, sino que deben comenzar a implementarse. Ojalá que, dentro del escenario tan nocivo que nos ha heredado este Congreso, se permita una mayor conciencia de la ciudadanía para rescatar al país poco a poco.

José Ragas

Pasado vivo

Historiador. Radica en Santiago de Chile, donde enseña en la Universidad Católica de Chile. Es especialista en temas de ciencia y tecnología. Su libro más reciente es Los años de Fujimori (1990-2000), publicado por el IEP.