Historiador. Radica en Santiago de Chile, donde enseña en la Universidad Católica de Chile. Es especialista en temas de ciencia y tecnología. Su libro más reciente es Los años de Fujimori (1990-2000), publicado por el IEP.

Chile gira a la extrema derecha, por José Ragas

 Por lo pronto, Kast se encuentra en Argentina, donde piensa reunirse con Milei para establecer acuerdos comunes y acelerar una agenda mutua de transformación económica.

El triunfo electoral de José Antonio Kast sobre Jeanette Jara añade una pieza más al nuevo mapa de gobernantes cercanos a las doctrinas libertarias y de extrema derecha del continente. 

Significa además un quiebre importante para la trayectoria chilena, que había venido alternando el poder entre gobiernos de centroizquierda con otros de derecha liberal. Esto se terminó este domingo, al elegir a un presidente que reivindica abiertamente la dictadura de Pinochet. 

Aquí examino tres factores y escenarios probables que comenzarán a darse en marzo cuando asuma el gobierno.

Cómo queda la izquierda

Por lo pronto, desorientada. El poco más de cuarenta por ciento que obtuvo la izquierda en esta elección ha resonado fuertemente, debido a la diferencia con el ganador de la contienda. En cierta manera, se trataba de un resultado anticipado y que no causó mayor sorpresa debido a la cantidad de candidatos de derecha y a la difícil capacidad de arrastre de votos del sector progresista tanto en la primera como en la segunda vuelta.

Aun así, es necesario reconocer que la candidatura de Jeanette Jara era un experimento que tarde o temprano la izquierda tenía que hacer: colocar a una candidata del Partido Comunista a disputar la presidencia. No se trataba de un cálculo aventurado: el PC chileno tenía una nueva generación de líderes, varios de ellos provenientes de las luchas estudiantiles y que maduraron con el Estallido Social. Además, la ciudad de Santiago había elegido a Irací Hassler como la primera alcaldesa del PC. No obstante, los cálculos fallaron y Jara congregó nuevos y viejos temores y prejuicios que terminaron por sepultar su posibilidad, y posiblemente la del PC en los próximos años.

En su calidad de oposición, la izquierda chilena tendrá tiempo para establecer su nueva estrategia. La más inmediata: cómo mejorar la relación entre las diversas agrupaciones. Con un expresidente Eduardo Frei, originalmente de la Concertación y desde hace un tiempo apoyando a la extrema derecha, y con un panorama distinto en cuanto a sectores populares alineados con un discurso distinto al progresismo, la izquierda tendrá que recomponer su base social generando un balance entre demandas sociales concretas y agendas de derechos.

El gobierno que se viene

Una de las estrategias usadas por el presidente electo fue la de evitar hablar de su programa de gobierno. En parte porque no tiene un plan organizado y en parte porque no es alguien muy hábil para soportar preguntas y repreguntas de la prensa o de contendores. Aduciendo que buscaban evitar que el gobierno actual interfiriese con su programa, el tema más sonado fue el de la reducción de aproximadamente seis mil millones de dólares del presupuesto anual. Se trataba de instalar una narrativa de “emergencia nacional” que se llevaría a cabo desde el minuto 1 de su gobierno.

Una reducción de tal naturaleza es un despropósito por dos motivos, según lo comentaron los especialistas. En primer lugar, porque es imposible cumplir esa promesa sin afectar los programas sociales, que se implementaron en este gobierno y que han significado el alivio de miles de familias en el país. Segundo, porque un “shock” económico, similar al argentino, no tiene ningún sentido en un país con una de las economías más estables de la región.

La propuesta de Kast es más ideológica que técnica. Ha tomado lo que ha podido de líderes como Bukele, Trump y Milei, sin que los resultados en dichos países sean necesariamente positivos. Los cambios que buscará imponer estarán enmarcados dentro de la política de emergencia nacional para, con el pretexto de reducir la inseguridad, pueda a su vez desmantelar una serie de políticas públicas y reprimir cualquier oposición. 

Se trata de un líder que se caracterizará o bien por la improvisación (desconoce aspectos básicos del funcionamiento del Estado) o que se apoyará en la línea dura de tecnócratas en economía y seguridad.

Un nuevo panorama regional
El triunfo de los republicanos se suma a otros gobiernos en la región que se han ido inclinando hacia la derecha o la extrema derecha. Esto significa un revés para el progresismo, considerando que por un buen tiempo logró mantener una cierta hegemonía en América Latina a través de gobiernos de izquierda o socialdemócratas. Fue tal la cohesión ideológica de la “marea rosada” (o Pink tide, como originalmente se le conoció) que generó una réplica que es la que estamos experimentando en la actualidad. Hay que reconocer, no obstante, que durante ese periodo la extrema pobreza de muchos países se redujo considerablemente, algo que los gobiernos de derecha no han logrado.

Este nuevo escenario no es solo regional: la dinámica global china-norteamericana tuvo mucho que ver. Si hasta hace unos años China había tenido una influencia importante, esta se ha visto menguada por la presión de Estados Unidos y su temor a perder presencia. Perú tuvo que recular de los acuerdos iniciales con el gigante asiático, Argentina canceló hace poco un acuerdo para construir una base espacial china en su territorio y es probable que Chile siga el mismo camino, sin que Estados Unidos pueda doblar la oferta, sino solo presionar para mantener a China fuera de su nuevo patio trasero.

En cierta forma, el éxito o desintegración de esta nueva ola libertaria y de extrema derecha va a depender de Washington y de la influencia de Trump, que ve en este nuevo mapa una oportunidad para doblegar a países incómodos como México, Colombia y Venezuela, sobre los cuales se plantearon amenazas directas de invasión, las cuales no deben ser pasadas por alto. Por lo pronto, Kast se encuentra en Argentina, donde piensa reunirse con Milei para establecer acuerdos comunes y acelerar una agenda mutua de transformación económica.

José Ragas

Pasado vivo

Historiador. Radica en Santiago de Chile, donde enseña en la Universidad Católica de Chile. Es especialista en temas de ciencia y tecnología. Su libro más reciente es Los años de Fujimori (1990-2000), publicado por el IEP.