Diplomático peruano. Ha servido como embajador del Perú en EEUU.

A propósito del banco de alimentos, por Harold Forsyth

El 51.7 % de la población peruana enfrenta inseguridad alimentaria, afectando a 17 millones de personas, especialmente a la niñez, que sufre de anemia.

Resulta que en el Perú el 51.7 % de la población padece algún grado de inseguridad alimentaria, ya sea moderada o severa. Y está claro, también, que esto implica a 17 millones de peruanos, lo que, en el caso de la niñez, se asocia al terrible flagelo de la anemia.

Por ello preocupa que la celebración acrítica de nuestros éxitos macroeconómicos, que no podemos desmerecer, tienda a ignorar que el Perú es uno de los países más desiguales del mundo y es el que, de acuerdo con índices de la FAO, lleva la peor parte a nivel Sudamérica en el tema que nos ocupa.

En ese contexto es que, en 2014, nace el Banco de Alimentos por iniciativa del ingeniero Salomón Lerner Ghitis y un entusiasta grupo de directores que integran Leslie Pierce Diez Canseco, actual presidente de la entidad; Fernando de la Flor Arbulu; Luis Sierralta Zapata; Jack Falcon Benbassat; María del Carmen Bustamante Carlin y Estefanie Martens Briceño.

Teniendo en cuenta que en el Perú se desperdicia el 47 % de los alimentos que se produce, la idea es reducir ese porcentaje a través de su rescate en mercados, supermercados, agroindustria, industria y comida preparada, y generar donaciones vía un proceso distributivo en el que intervienen más de 500 voluntarios.

Y el sector privado ha respondido en una medida interesante, a tal punto que se ha logrado satisfacer o complementar las necesidades alimentarias de unos cien mil peruanos al mes, lo que empieza a llamar la atención de diversas entidades internacionales especializadas.

Pero más allá del valor intrínseco de la iniciativa que comentamos, tenemos que destacar que la puesta en marcha del Banco de Alimentos, muy original en el Perú, nos ayuda a todos a tomar conciencia del drama que padecen cada día millones de peruanos, que no reconoce ideología alguna, no interesa a la clase política, no ocupa titulares en los medios de comunicación y puede poner en tela de juicio la viabilidad del Perú como estado-nación.