Columnista invitado. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.

El lamento del abogado Gonzalo Flores Santana, representante legal del Sodalicio, por Martin Scheuch

"Espero que rinda cuenta de sus acciones y afronte con entereza sus responsabilidades, como correspondería a un abogado honesto"

Recientemente, el abogado Gonzalo Flores Santana ha hecho pública una carta abierta a Mons. Jordi Bertomeu, fechada el 9 de diciembre de este año, se supone que para aclarar la información —o, mejor dicho, desinformación— que propaló InfoVaticana en su artículo del 25 de noviembre con el tendencioso título “El Vaticano pidió dinero a cambio de encubrir al Sodalicio en una investigación del FBI por lavado de activos”, basándose sobre un corte de audio de poco más de cinco minutos de una conversación sostenida por Mons. Bertomeu en la Nunciatura apostólica en Lima (Perú).

La grabación no autorizada por Bartomeu

En su carta, Gonzalo Flores admite que fue él quien subrepticiamente grabó la conversación, supuestamente «amparado en la ley, la jurisprudencia nacional e internacional y en un principio moral elemental que era protegerme de una amenaza, abuso o de cualquier acto ilícito que usted pudiere realizar en contra mía». Aun cuando la grabación en sí misma no constituye delito, sí lo es su difusión pública sin autorización de todos los participantes en el diálogo. Y evidentemente, Mons. Bertomeu no sólo no había dado su autorización, sino que ni siquiera sabía que ese audio existía.

La difusión no autorizada por Gonzalo Flores y el rol de Infovaticana

El mismo Flores se excusa, diciendo que ese audio «fue entregado sin mi conocimiento y [su] difusión fue hecha sin mi consentimiento». Si le creemos, eso no lo exime de responsabilidad, pues si no fue él quien entregó el audio, ¿quién lo hizo? Él, abogado representante de empresas del Sodalicio, ¿a quién le confió ese audio? ¿Quién traicionó su confianza, comunicándole el audio a los chacales de InfoVaticana, sin que a esa persona le importaran las posibles consecuencias judiciales y la pérdida de reputación que podrían acarrearle a Flores su publicación?

Otra hipótesis improbable es que alguien le robó el teléfono móvil, y daba la casualidad de que esa persona no sólo tenía interés en desprestigiar a Mons. Bertomeu, sino que ¡oh coincidencia! también tenía contactos en InfoVaticana.

La otra hipótesis posible es que Gonzalo Flores estaría mintiendo, y que efectivamente él le habría entregado el audio a InfoVaticana, pero después se habría arrepentido. Aun así, no habría podido evitar su publicación debido al periodismo mercenario que está acostumbrado a practicar el susodicho portal de noticias.

Una “carta abierta” a la confusión y difamación

Sea como sea, llama la atención que no exista ninguna carta de Gonzalo Flores a la redacción de InfoVaticana, quejándose por la publicación del audio no consentido y exigiendo que lo retiren de la red. Nada de eso. En su lugar, le envía a este mismo medio su carta abierta a Mons. Bertomeu, asumiendo la misma interpretación antojadiza que hace InfoVaticana y buscando embarrar aún más la reputación del Comisario liquidador del Sodalicio.

En su carta, Flores presenta sus interpretaciones de lo sucedido como si fueran los hechos mismos, tomando como fuente dimes y diretes, queriendo corroborar, mediante rumores, hechos que nunca describe ni detalla objetivamente. Por supuesto, no presenta pruebas de que las cosas ocurrieron tal como él las cuenta.

Más adelante en su misiva, Gonzalo Flores asevera, dirigiéndose a Mons. Bertomeu: «Nunca busqué el escándalo público, el cual repruebo. Ni promuevo ninguna campaña contra su persona. Hoy me pronuncio por la gravedad del tema y porque he visto mi honra dañada». Sin embargo, atribuye esto a los medios que buscan aclarar la verdad: «Sorprende la campaña que sus amigos vienen realizando en el portal Religión Digital y en La República, para intentar justificar sus graves actos».

La reputación cada día más maltrecha del Sodalicio y sus miembros

Flores Santana no ha entendido hasta ahora —o no quiere entender— que el perjuicio a su honra se acentúa a partir de la publicación por parte de InfoVaticana del audio que él mismo grabó. Parece pasar por alto que no nos hemos dado cuenta de que su nombre aparezca oficialmente vinculado a varias empresas relacionadas con el Sodalicio, las cuales presentarían indicios de delitos financieros o se habrían aprovechado ilegítimamente del Concordato entre el Estado Peruano y el Vaticano con el fin de lucrar. Esto, en sí, ya es una mancha  en su reputación.

Flores acusa a Mons. Bertomeu de querer tomar «el control de bienes que pertenecían a instituciones civiles que no eran parte del Sodalicio». Pero obvia mencionar que algunos sodálites consagrados formaban parte del directorio de esas instituciones, y estaban obligados a guardar lo se estipula en las Constituciones del Sodalicio. Una de esas obligaciones de los consagrados era la “comunicación de bienes”, que los obligaba a poner prácticamente la totalidad de su patrimonio personal y los frutos de su trabajo al servicio de la comunidad, renunciando a todo provecho y enriquecimiento personal. Las ganancias generadas por esas instituciones terminaban beneficiando al Sodalicio mismo a través de los negocios “privados” de sus miembros.

Flores dice en un momento: «Tengo la conciencia limpia, soy un hombre católico, mis principios están por encima de mis conveniencias, la ley y el derecho me acompañan». Pero omite un dato importante: que él mismo era adherente sodálite, es decir, miembro del Sodalicio con vocación al matrimonio y con un compromiso de obediencia a las autoridades del Sodalicio en todo lo relativo a la vida espiritual y apostólica. No sólo debería saber que el hecho de ser católico no es actualmente garantía de comportamiento ético, sino también que todos quienes se pusieron del lado del Sodalicio y maltrataron a las víctimas, revictimizándolas, tenían ese sentimiento subjetivo de tener la conciencia limpia. Sentimiento que hasta el mismo Luis Fernando Figari dijo tener. En fin, si los principios de Flores son los mismos que los del Sodalicio, ya sabemos lo que valen.

Tampoco debe olvidar Gonzalo Flores que el hecho de ser sodálite, ya sea en el círculo íntimo como consagrado, ya sea en el círculo más externo como adherente, lleva a defender a la institución sin importar los medios ni las circunstancias. Y que en este ajedrez actual, a los capitostes del suprimido Sodalicio no les importa sacrificar a otro peón más con el fin de salvar a como dé lugar su corona.

Gonzalo Flores termina su carta a Mons. Bertomeu con estas palabras: «Espero que rinda cuenta de sus acciones y afronte con entereza sus responsabilidades, como correspondería a un sacerdote».

Yo quiero terminar este artículo con las mismas palabras, esta vez dirigidas a él: espero que rinda cuenta de sus acciones y afronte con entereza sus responsabilidades, como correspondería a un abogado honesto.

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