Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia...
Cuando lo leí en un despacho para Bloomberg del periodista Marcelo Rochabrun, me costó creerlo. Pero revisé el video y era verdad. Rafael López Aliaga, en su presentación en el CADE, anunció una reforma de la minería que reeditaba la reforma agraria de Velasco: “la tierra es de quien la trabaja”. Así, nos dijo que revertirán al Estado las tierras “ociosas” que la empresa minera formal tiene concesionadas en todo el país, y estas serían redistribuidas. Es una propuesta que satisface a la minería de oro ilegal que invade hoy concesiones privadas sin acuerdo con sus titulares y que, amparados en un REINFO que el Congreso planea prorrogar dos años, no tienen sanción real alguna por sus crímenes.
La propuesta no es novedosa. Pedro Castillo propuso algo similar en 2021. Pero dos cosas sí lo son. La primera, que un supuesto candidato de extrema derecha, admirador de Trump y Milei, proponga una expropiación apenas encubierta, no tiene precedente. La segunda, parte del auditorio aplaudió. Se supone que los asistentes son ejecutivos y empresarios privados en su mayoría. ¿Les cuentan que los van a expropiar y aplauden? Nunca he visto algo así. Quiero creer que no se dieron cuenta.
Los empresarios van a aplaudir la pena de muerte, el retiro de la CIDH, la mano dura y la represión con muertos. De eso, hay poca duda. Su afecto a la defensa de los derechos fundamentales es poco menos que escaso como gremio, salvando honorables excepciones. Pero ¿que no defiendan el derecho de propiedad? Un derecho fundamental, así como la libertad de contratación, también amparado por la Constitución y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, ¿no vale la pena ni un mínimo de protesta? López Aliaga tiene antecedentes carísimos para el Estado peruano en materia de desconocimiento de contratos. Ahí están los arbitrajes perdidos con las concesionarias de peajes y ahí las violaciones al derecho de propiedad, sin importar el título, para pasar por encima de predios privados para construir vías, jactándose de hacerlo sin expediente técnico.
Hay más que debería preocuparles a los gremios empresariales. López Aliaga les ofrece un fantástico plan de infraestructura (esperemos que quede en la fantasía, porque hacer 14 aeropuertos internacionales sin expediente técnico es digno de un manicomio), que al sector construcción puede resultarle atractivo, pero al volarse todos los peajes del Perú acaba con todas las concesiones y, de paso, socializa en los hombros de todos los peruanos el costo del mantenimiento de las vías, costo que parece ignorar. Podríamos seguir con las 17 páginas de su propuesta, pero por ahí van las cosas. Añada regalos populistas como que el Estado pague tus deudas de tarjeta de crédito o que puedas hacer lo que te dé la gana con tu fondo de pensiones mucho antes de ser pensionista, y hay algo para todos.
Me temo que la diferencia entre lo que ofrece López Aliaga, el primero en presentar un “plan de 100 días”, y toda la izquierda peruana será poca por su ubicación mercantilista. Lo cual obliga a sus competidores a la derecha (siendo el primero en las encuestas, pero por poca diferencia) a ponerse en el mismo modo mercantilista para ofrecer desde mano dura hasta con pan con pescado. Todo cayendo del cielo.
¿Tendrían éxito? Mentir siempre es una estrategia que rinde en elecciones, pero hay que conocer a qué electorado se enfrentan. Primero, un país al que se le ha defraudado en su voto con siete presidentes en diez años y al que se planea volver a defraudar. A pesar de lo doloroso que resulta decirlo, sabemos que no vamos a escoger presidente, sino a alguien que ocupará el puesto temporalmente. Sería muy ingenuo creer lo contrario. Segundo, un país pospandémico que detesta tanto al Ejecutivo como al Legislativo, aunque a este último con mayor desprecio en estos días. Tercero, entre la furia y la apatía, creo que la demagogia no va a encontrar terreno fuerte; ya vimos demasiada como para no conocerla.
Lo que se juega en la próxima elección es la supervivencia del presidencialismo como forma de gobierno o la rendición total ante un parlamentarismo ajeno a nuestra tradición política, pero a la medida de los intereses de los que siempre pierden elecciones presidenciales, pero controlan congresos. Esa es la fuerza de Acuña, Fujimori, Luna, Cerrón y López Aliaga, más otros satélites parlamentarios. Las cuatro familias han demostrado en los últimos cuatro años que no necesitan de sus votos a la presidencia, basta con los del Congreso. Han transformado la forma de gobierno sin consultárselo al pueblo. Y no, no se puede volver a la unicameralidad a través de una cuestión de confianza, porque este Congreso la desapareció. Si no tienes el control de las dos cámaras, es imposible; y si tienes el control de las cámaras, deviene en innecesario.
La presentación de López Aliaga tiene la virtud de marcar la cancha para las demás propuestas, siendo él puntero en las encuestas. Pero tiene tantas inconsistencias que deja libre el camino para muchas otras opciones invisibles hoy. Hay una derecha liberal que cree que la libre competencia es el motor del crecimiento y que solo con este llega la redistribución, el desarrollo y la prosperidad para mayorías que saldrán de la pobreza. Esa derecha fiscalmente responsable es la que tiene como bandera la defensa de la vida, la libertad, la propiedad, los contratos, porque no concibe unas libertades sin otras. Una derecha que cree en el Estado de derecho sobre todas las manos duras, porque solo la ley nos iguala ante la justicia. Esa que deslinda con los estatismos y los mercantilismos, esa es la que debería florecer para revertir diez años de lo que se nos vendió como derecha sin serlo.
El camino de reconstrucción institucional que viene es durísimo y solo tenemos una oportunidad. La conquista del supersenado inventado por este Congreso es mucho más relevante que la presidencia, la Cámara de Diputados o el actual Congreso de 130 miembros. Los 60 senadores, un grupo más pequeño, serán los dueños del país, con un poder que no tendrá contrapeso ni en el Ejecutivo ni en Diputados. Con 41 senadores revocas el mandato presidencial, nombras al Tribunal Constitucional (o los sacas de ahí), al defensor del Pueblo, al contralor y a tres miembros del BCR. Puedes convertir todas las iniciativas de Diputados en lo que quieras y aprobar leyes con 31 votos. Por eso, en esta elección, nuestra atención, para librarnos de estatismos y mercantilismos, está en un único lugar: el Senado. Solo de ahí saldrá la recuperación de la institución presidencial.
Mientras preparen su voto, su única oportunidad por los siguientes cinco años, no olviden lo esencial: #PorEstosNo.

Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia Comparada por laUniversidad de Texasen Austin. También ha seguido cursos en la Facultad de Humanidades, Lengua y Literatura de laPUCP. Einsenhower Fellowship y Premio Jerusalem en el 2001. Trabajó como abogada de 1990 a 1999 realizando su especialización en políticas públicas y reforma del Estado siendo consultora delBIDy delGrupo Apoyoentre otros encargos. Desde 1999 se dedica al periodismo. Ha trabajado enradio, canales de cable, ytelevisiónde señal abierta en diversos programas de corte político. Ha sido columnista semanal en varios diarios.