Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia...

¿Cómo salvar la presidencia?, por Rosa María Palacios

¿Van a persistir en destruir la presidencia a la cual postulan con total incoherencia? Entonces, solo una debe ser la respuesta popular: #PorEstosNo

Cuando Keiko Fujimori perdió las elecciones contra Pedro Pablo Kuczynski en 2016 lanzó, en medio de su pataleta, una maldición: “gobernaremos desde el Congreso”. De todas las mentiras que ha dicho, ese conjuro profético lo cumplió al pie de la letra. Tanto, que casi 10 años después, habiendo destrozado la Constitución de Alberto Fujimori (llamen a Freud para las explicaciones, pero algo de “matar al padre” hay en esto), no queda ni la más mínima estabilidad en el cargo de presidente de la República del Perú.

Ni en la Constitución de 1993 ni en las anteriores existió la figura de la revocatoria del mandato presidencial o su censura por parte del Congreso. Desde 2017 la mayoría fujimorista y sus aliados han tratado, con éxito, de torcer la figura de la vacancia por incapacidad física o moral (referida desde el siglo XIX a incapacidad mental) como una vía para deshacerse de presidencias contrarias a sus intereses. Con ese método tenemos hoy de tres a cuatro presidentes por quinquenio. Un Tribunal Constitucional, diseñado por los perdedores de las elecciones presidenciales de 2021, ha validado esta nefasta conducta.

En simultáneo, este Congreso ha desaparecido la posibilidad real de su disolución, eliminando en la práctica toda posibilidad de plantear una cuestión de confianza (conducta inconstitucional también validada por el TC) y deja en herencia un súper Senado, donde 60 personas concentran todo el poder, sin ningún equilibrio ni con la Cámara de Diputados ni con el Ejecutivo. Senado indisoluble, por cierto.

En una reciente entrevista, Fernán Altuve señalaba que la defunción de la presidencia no admite resurrección. Así, debemos abandonar dos siglos de presidencialismo atenuado y abrazar el parlamentarismo existente, poniéndole los balances que tiene en sociedades democráticas. Puede que tenga razón y que la causa del presidencialismo esté definitivamente perdida, pero hoy quiero darle una línea de vida para que respire. Es evidente que la revocatoria exprés de Dina Boluarte da cuenta del poco oxígeno que le queda, pero haremos la resucitación cardiopulmonar mientras el paciente agoniza.

La primera idea es netamente política. Si el plan de destruir la presidencia ha tenido éxito ha sido por la complicidad de los vicepresidentes. Me explico. En nuestra sucesión presidencial hay dos vicepresidentes que pueden concluir el mandato del presidente vacado. Si ambos faltan, asume la presidencia el presidente del Congreso y “convoca de inmediato a elecciones”. Es decir, si ambos vicepresidentes renuncian con el presidente, se van todos, como ocurrió el año 2000. Mientras se quede cualquiera de los dos, se queda el Congreso. Tanto Martín Vizcarra como Dina Boluarte fueron funcionales a ese objetivo y, una vez que ambos convocaron a elecciones generales, se convirtieron en descartables. El Congreso ya no los necesitaba para su propia sobrevivencia y los largó sin mucho trámite.

En esta nueva elección, la respuesta política de los candidatos a la vicepresidencia solo puede ser una: si vacan al presidente, renunciamos. Es verdad que de poco sirven los compromisos políticos en el Perú (ahí están todas las promesas de no postular a la presidencia hechas por alcaldes), pero al menos queda comprometida su palabra y conducta política en público. El propio candidato presidencial debe asegurarse de que el serrucho no esté afilado. ¿Cómo? Haciendo de este un tema de campaña.

Lo segundo es una reforma constitucional. Hay que derogar la vacancia por incapacidad moral y reemplazarla por la incapacidad psiquiátrica. Regresar al sentido original del artículo y abolir la perversa interpretación de este Congreso, amparado por este TC. Solo así podremos tener un presidente por cinco años. Sin esa reforma, es imposible. Obviamente, otras reformas constitucionales son importantes (el juzgamiento del presidente en ejercicio por delitos cometidos en el cargo o la recomposición electoral del Congreso a mitad de su mandato) para restablecer el perdido equilibrio de poderes, pero la abolición de un abuso interpretativo es vital y urgente para la democracia.

¿Hay tiempo antes de las elecciones? Sí. Se necesitan dos legislaturas. De hoy al 15 de diciembre, la primera. La segunda, desde el 15 de marzo. Tiempo hay sin problema. El obstáculo está en este Congreso que se va. No tienen ningún incentivo para salvar lo que han demolido con paciencia y conocimiento de causa. “Gobernar desde el Congreso”, la profecía de Keiko, es hoy una realidad donde un pacto de facto de cuatro familias concentra el poder de forma directa o indirecta, controlando todos los organismos del Estado. ¿No vieron acaso a Fernando Rospigliosi, presidente del Congreso, rodeado de oficiales de la policía, preparando “dispositivos” antes de la movilización del viernes? Tiene suficiente experiencia para saber qué es lo que está comunicando: aquí mando yo y Jerí es una figura decorativa. Rospigliosi sabe que no le corresponde, como congresista, ninguna tarea ejecutiva, pero las anuncia como propias porque también sabe que nadie (tal vez solo el pobre Jerí, que se creyó eso de que era presidente) va a objetar su conducta.

¿Cómo hacer, entonces, para que el Congreso cambie? Los diez partidos que llegaron al Parlamento en 2021 participan en estas elecciones. Tal vez sus candidatos presidenciales tengan algún interés en consolidar el cargo de presidente y eliminar el riesgo de ser vacados arbitrariamente. Visto ese riesgo inminente, tal vez se abra una ventana de oportunidad. Lo que no hagan ahora se les podría aplicar a cualquiera que ganara, en un Congreso donde podrían tener mucho menos poder. Visto así, hoy les conviene. Mañana puede ser imposible.

La otra posibilidad es que un próximo Congreso resuelva el problema. Entonces la bandera se convierte en propuesta de los 29 candidatos que retan hoy el poder de las cuatro familias desde fuera. ¿No quiere este Congreso resolver el problema que ha creado? Entonces, #PorEstosNo suma a su causa una razón para no votar por los que destrozaron la presidencia y, teniendo una última oportunidad, no hicieron nada por cambiar la historia cuando estaban a tiempo de hacerlo. ¿Van a persistir en destruir la presidencia a la cual postulan con total incoherencia? Entonces, solo una debe ser la respuesta popular: #PorEstosNo

Rosa María Palacios

Contracandela

Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia Comparada por laUniversidad de Texasen Austin. También ha seguido cursos en la Facultad de Humanidades, Lengua y Literatura de laPUCP. Einsenhower Fellowship y Premio Jerusalem en el 2001. Trabajó como abogada de 1990 a 1999 realizando su especialización en políticas públicas y reforma del Estado siendo consultora delBIDy delGrupo Apoyoentre otros encargos. Desde 1999 se dedica al periodismo. Ha trabajado enradio, canales de cable, ytelevisiónde señal abierta en diversos programas de corte político. Ha sido columnista semanal en varios diarios.