Politóloga
Las aguas de nuestra costa guardan una riqueza ictiológica que es objeto de investigación dentro del país y alrededor del mundo, y que constituye el sustento económico de miles de familias desde Tumbes hasta Tacna. En la región Ica tenemos dos áreas de especial importancia, que es la Reserva Nacional de Paracas y la Reserva Nacional Dorsal de Nasca.
Estamos en días complicados para ambas reservas nacionales. Podríamos despertar mañana y enterarnos de que la reserva de Paracas va a ser depredada por la especie humana. La justicia está a punto de emitir un fallo en el que podrían decidir permitir la pesca industrial dentro de la zona de aprovechamiento directo de la Dorsal de Nasca, declarada Reserva Nacional en 2021.
Sin embargo, un artículo de la norma que crea la reserva permite que haya pesca industrial hasta mil metros de profundidad, si las embarcaciones ya pescaban ahí antes de la creación de la reserva. Este artículo es un salvoconducto que permite a grandes empresas operar como si el recurso hidrobiológico de la zona no tuviera la relevancia que tiene. Existe una demanda de Acción Popular en contra de este artículo, por inconstitucional.
En el caso de Paracas, la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) ha interpuesto una Acción Popular que elimine la prohibición de la pesca industrial en áreas protegidas. Es decir, la SNP quiere que sí haya actividad extractiva en una reserva natural. Esta prohibición se encuentra vigente desde el 2001, cuando se publicó el reglamento de Áreas Protegidas.
De hecho, hay procedimientos administrativos sancionadores iniciados por el Ministerio de la Producción que están en marcha, contra las empresas que han venido realizando pesca industrial en estas áreas protegidas. Estas medidas judiciales pretenden lograr impunidad para quienes vulneran la reserva.
Estos dos casos serán decisivos para el cuidado de cada una de las zonas, pero además serán un antecedente que permitirá preservar o vulnerar el cuidado de nuestras reservas naturales.
La empresa privada y los gremios de nuestro país nunca aportarán seriamente al bienestar general desde conductas mercantilistas alejadas de la sostenibilidad y la ética. Las buenas empresas que respetan y promueven estándares ambientales y sociales se perjudican con estas conductas. Que tristeza los gremios que ondean la bandera y citan a Grau, mientras sus redes barren el fondo marino. El verdadero réquiem es por ellos.