René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.
Poner en riesgo uno de los patrimonios culturales más importantes del país en favor de la minería ilegal es insólito, pero, no en el Perú.
El Ministerio de Cultura, ahora a cargo del ministro Fabricio Valencia, acaba de anunciar la reducción del área de reserva arqueológica de las Líneas de Nazca.
El área original, establecida en 2004, era de aproximadamente 5,600 km². La nueva delimitación la reduce a 3,200 km², lo que representa una disminución del 42%. Sí, casi la mitad. Las Líneas y Geoglifos de Nazca y Pampas de Jumana fueron inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1994. Esta inscripción se refiere a un área específica y su zona de amortiguamiento, que el Mincul sostiene que se mantiene intacta. El argumento del Ministerio es que la reducción del área de reserva (de 5,600 km² a 3,200 km²) se aplica a un polígono mucho más grande que la zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ellos afirman que el área recortada no contiene evidencias arqueológicas significativas y que la nueva delimitación permite enfocar mejor los recursos de protección en las áreas con valor patrimonial comprobado. Es decir, en vez de ser proteccionista con nuestro patrimonio cultural, una de las características objetivamente, más valoradas de nuestro país. UNESCO no fue consultada: el gobierno peruano no ha comunicado oficialmente a la UNESCOsobre esta modificación en los límites de la "reserva arqueológica" que rodea el sitio Patrimonio de la Humanidad. El valor excepcional universal está en riesgo, la UNESCO puede declararla oficialmente en peligro y gasta retirar el complejo de la preciada lista de patrimonios mundiales. Ya en el 2018, esta organización sancionó al Perú por no frenar la invasión de tierras cerca de las líneas.
La mayor preocupación de los críticos (arqueólogos, congresistas, organizaciones civiles) es que el área recortada es precisamente una zona donde se ha identificado una alta presencia de minería ilegal y petitorios mineros. Segú algunas fuentes hablamos de cerca de 300 petitorios mineros que podrían operar en la zona; oro, cobre, hierro, plata, zinc y plomo. Aunque el Mincul diga que no tiene "evidencias arqueológicas significativas", la eliminación de la protección sobre esta área podría abrirla a actividades que, si bien no afectan directamente los geoglifos principales, definitivamente dañan, por lo menos, en el mejor de los casos, el entorno paisajístico, la investigación futura y la integridad general del sitio arqueológico en un sentido integral. La minería ilegal genera impactos ambientales y sociales que pueden afectar indirectamente la conservación de la zona y su atractivo turístico.
Lo cierto es que se trata de un golpe a la arqueología deNazca que sigue activa, se sigue trabajando. Se han descubierto nuevos geoglifos con tecnologías recientes incluso en zonas que no eran consideradas "centrales" en un inicio. La desprotección de casi la mitad de su área puede significar la pérdida de potenciales hallazgos arqueológicos antes de que puedan ser investigados. En otras palabras, se prioriza la minería informal y, eventualmente la formal, ante nuestra invaluable riqueza cultural prehispánica. Lo peor de todo es que esta reducción no sería más que la liberación, vía resolución viceministerial, de una zona que ya está siendo explotada informalmente y que el estado no tiene la capacidad de cautelar. Todo mal.

René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.