El reciente incidente en la Oficina Oval, donde el presidente Donald Trump y su vicepresidente JD Vance arremetieron contra el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky representa un punto de inflexión en Occidente alarmante.
Es una evaluación casi unánime la que asevera que el sometiento verbal expreso de los líderes políticos estadounidenses contra el presidente de un país que ha sido invadido por Rusia es un comportamiento que se aleja de cualquier forma de diplomacia y cooperación en el mundo.
Si bien Zelensky enfrenta serios cuestionamientos sobre su forma de llevar la guerra y a su pueblo durante los últimos años, no existen argumentos válidos para pasar por agua tibia la humillación pública.
Este maltrato televisado ha activado a los líderes europeos, encabezados por la primera ministra italiana Giorgia Meloni, quienes han respondido rápidamente a esta afrenta convocando a una cumbre urgente.
“Cada división de Occidente nos debilita a todos y favorece a quienes desean el declive de nuestra civilización”, advirtió Meloni
Europa no está dispuesta a retroceder en su compromiso con la defensa de la soberanía ucraniana. “Hay un agresor, que es Rusia, y un pueblo que ha sufrido la agresión, que es Ucrania”, afirmó Macron. ¿Podrá Europa lograr la necesaria unidad de Occidente?
Mientras esto sucede, valdría la pena recordar que lo occidental también incluye a América Latina, la cual debería tener aún mucho que decir y proponer ante la evidente crisis que observamos.
La historia nos ha enseñado que la fortaleza de la democracia se mide por su capacidad para mantenerse unida frente a la adversidad. Es el momento de demostrarla.