Si egresas de una carrera profesional, todavía no tienes título y entras a trabajar como practicante profesional, tienes una ley que te protege para tener una subvención y ciertos derechos laborales. Excepto si eres un profesional de la salud. El servicio social en salud denominado Serums engloba a todas las profesiones de la salud, donde deben hacer un año de servicio público y, si tienen suerte, puede ser remunerado.
En la convocatoria del Serums 2023-2 se abrieron 2.977 plazas remuneradas para 10.944 postulantes aptos; es decir, el 73% de estos profesionales deberá hacerlo en forma gratuita bajo la modalidad ‘equivalente’. Dura el mismo tiempo que el remunerado, pero a medio tiempo, donde el ‘serumista’ no solo trabaja gratis, sino que debe asumir el transporte interprovincial y alojamiento donde debe hacer este ‘servicio’.
No es mandatorio hacer el Serums, pero al ser un requisito obligatorio para hacer una segunda especialidad o para trabajar en el Estado, en la práctica, lo es.
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Ningún ministro de Salud ha intentado cambiar esta irregularidad, pues la mejor manera de cubrir problemas de gestión para la falta de puestos es con esta coerción para el trabajo gratuito. Antes se excusaban en que eran pocos o que la mayoría se forman en universidades públicas, hoy no es así.
A ningún otro egresado de universidad pública le piden que trabaje un año gratis para el Estado, y no hay excusa alguna para que el egresado de universidad privada trabaje gratis. No es legal en el Perú hacer trabajo gratuito, y menos por coerción, como resulta el requisito obligatorio del Serums.
Un grupo de congresistas ha presentado el proyecto de ley para abolir esa obligatoriedad, no el programa Serums, que debe continuar por ser necesario para incrementar la cobertura del primer nivel de atención. Este proyecto está desde mayo en la Comisión de Salud y esperemos pronto sea ley por ser de justicia.
Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.