Cuando escucho a los políticos y analistas echarle la culpa de las sequías, incendios y la caída del PBI a ‘El Niño’, se me viene una imagen a la cabeza: la película Querida, agrandé al niño, en la cual un bebé gigantesco causa pánico en la ciudad.
Tal cual: sí, hay un fenómeno de El Niño, pero que está potenciado artificialmente por condiciones más cálidas que son cortesía del cambio climático global, es decir, de la contaminación humana de la atmósfera con gases como el CO₂ o el metano.
Sería un error esperar que pase el desastre —y como siempre lamentarse por las ‘imprevisibles’ consecuencias de los ‘embates de la naturaleza’— y luego pretender retomar la normalidad.
El desastre no va a pasar: esta va a ser la ‘nueva normalidad’ en un mundo que se va a seguir calentando cada año si no detenemos las causas artificiales de este proceso.
De hecho, no estamos frente a un mega-Niño. Las entidades científicas internacionales hablan, este año, de un fenómeno de magnitud ‘moderada’ cuando se refieren al calentamiento superficial del mar en las áreas del océano Pacífico que son determinantes para el estudio de El Niño.
Pero los desastres globales que estamos viendo (incendios forestales fuera de control, ciudades que se quedan sin agua potable, el comercio internacional en el canal de Panamá obstruido por la sequía…) no son ‘moderados’, porque son expresión de algo mucho más grande que El Niño: el colapso global de los sistemas climáticos.
Por lo tanto, es del todo insuficiente pensar en ‘afrontar los impactos del fenómeno de El Niño’ como un evento pasajero, cuando lo que tenemos son condiciones estructurales nuevas.
A las que tenemos que responder con inversión masiva para adaptarnos a los efectos, y para dejar de contribuir a las causas, que tienen que ver directamente con la quema de combustibles (petróleo, gas, carbón) y con la deforestación y pérdida de áreas verdes.
Lima. Periodista con estudios de maestría en comunicación política y periodismo ambiental, docente universitario e investigador y activista en temas de comunicación, derechos humanos, política y ecología.