Lo que voy a contar no es novedad en este país nuestro de cada día: las bancadas parlamentarias han convertido la negociación y reparto de comisiones de trabajo en una repartija a su conveniencia y gusto.
Aun cuando pudiésemos pensar que esto no sorprendería ya, lo cierto es que preocupan sobremanera los partidos y cabezas que han sido elegidos para algunas de estas comisiones y los efectos que esto pueda tener en el continuo horadamiento de la institucionalidad del país (que pende de hilos mínimos) y el retroceso en derechos para la ciudadanía.
Con 24 comisiones parlamentarias, el fujicerronismo —cuya existencia veníamos advirtiendo desde hace bastante tiempo, a pesar de las críticas y la ceguera voluntaria de algunos— termina de asentar su poder y su convivencia. Juntos controlan siete comisiones y Fuerza Popular cede a Perú Libre la presidencia de la Comisión de Fiscalización. ¿A quién fiscaliza este poder del Estado, en convivencia armónica con el Ejecutivo, en realidad? Perú Libre mantiene, además, la importante Comisión de Justicia.
Crítico resulta también que un legislador como Esdras Medina, de la bancada Unidad y Diálogo Parlamentario, asuma la Comisión de Ética del Congreso. Declare lo que declare el congresista Medina, parece evidente que la política de blindajes podría verse fortalecida. Al tratarse de una comisión especial, de la misma forma, su presidencia durará dos años.
Pero si la preocupación por un mayor deterioro de nuestras instituciones democráticas y por la garantía de impunidad (inmunidad quedó corto ya) para la coalición autoritaria no fuese suficiente, esta alianza ha permitido, sin miramiento alguno, que el conservadurismo más retrógrado —de izquierdas y derechas— asuma el control de las comisiones de Educación y Mujer.
Con Perú Bicentenario a la cabeza de la Comisión de Educación, cuesta no avizorar mayores retrocesos en cuanto a la carrera pública magisterial y la reforma de la educación universitaria.
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Por su parte, quienes seguimos con atención la necesidad de fortalecer los derechos de las mujeres en el país, no podemos sino expresar alerta máxima al saber que Renovación Popular asume la presidencia de la Comisión de Mujer y Familia. Esta bancada se ha manifestado contraria no solo a mayores avances en protección de las mujeres, sino a favor del debilitamiento de diversos derechos y garantías obtenidas ya. Es motivo de alarma para todas nosotras.
Esta repartija y convivencia muestra con claridad que lo ideológico en el espectro izquierda-derecha ha sido desdibujado del todo y sin tapujos, pero que el clivaje conservadores-liberales ha inclinado la balanza con mucha fuerza a los primeros, en un bloque transversal a las bancadas que lleva tiempo preparando diversas amenazas a los derechos de la ciudadanía.
Nuestro Parlamento vive tan de espaldas al sentir de peruanos y peruanas (con un 90% de desaprobación) y tan enfocado en sus intereses que se siente intocable gracias a sus alianzas de votos para la permanencia en el poder.
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Sin embargo, mientras las alianzas de poder se fortalecen, la organización y alianzas entre la ciudadanía también lo hacen. Con mayor lentitud y dificultad, sí, pero se van forjando, y repartijas como esta pueden llevar a poner el foco también en sus actuaciones. Necesitamos fortalecer esas alianzas en la ciudadanía si queremos poder vigilar la actuación parlamentaria y tratar de contar con algunos canales para frenar intentonas de mayor debilitamiento de la institucionalidad y los derechos.
Antes o después, el péndulo de la democracia volverá a moverse y quienes hoy campan a sus anchas tendrán que rendir cuentas a la ciudadanía y la justicia.
Politóloga, máster en políticas públicas y sociales y en liderazgo político. Servidora pública, profesora universitaria y analista política. Comprometida con la participación política de la mujer y la democracia por sobre todas las cosas. Nada nos prepara para entender al Perú, pero seguimos apostando a construirlo.