El crecimiento de la pobreza monetaria del último año es una noticia terrible que se debe contrarrestar con la recuperación urgente de la senda de crecimiento mediante la reactivación de la inversión privada.
La pobreza monetaria llegó a fines de 2022 a 27.5% de la población, según el INEI. Esto significa un alza de 1.6 puntos porcentuales con relación al año previo y que 9.2 millones de peruanos —628 mil más que en 2021— no puedan cubrir la canasta básica de consumo de alimentos y no alimentos. Frente al año 2019 de prepandemia, la pobreza creció en 7.3 puntos porcentuales.
Este aumento, que agrava mucho la perspectiva del país, pues daña la calidad de vida de los ciudadanos y tiene incidencias sobre la estabilidad política de la nación, es consecuencia de la caída en el crecimiento de la inversión privada, un descenso que en 2023 se producirá por segundo año consecutivo.
La inversión es el principal motor del crecimiento y este explica 85% de la reducción de pobreza, además de la generación de empleo, el fundamento para disminuir el número de pobres.
Algunos economistas no entienden algo tan simple como eso porque tienen un sancochado en la cabeza que los lleva a desdeñar la importancia del crecimiento, y se enredan en alucinaciones como que este es un efecto de las metas inflacionarias y que el Perú es el país más ineficiente en traducir ese crecimiento en reducción de la pobreza.
Entre 2004 y 2019, la pobreza cayó en el Perú de 60% a 20%, uno de los procesos más exitosos del continente, gracias a la inversión. Esta trayectoria se arruinó por las plagas que fueron llegando: turbulencia política lanzada por el fujimorismo desde 2016, la pandemia para la que no se estaba preparado y que fue mal manejada, y Pedro Castillo con su peña alucinada por ideas contra la empresa privada.
Esta tendencia debe cambiar. Por supuesto que se requiere una acción estatal para crear y mejorar la institucionalidad social del país —educación, salud, seguridad, etc.—, pero lo urgente y crucial es retomar el crecimiento con la promoción de la inversión privada y la erradicación de los obstáculos que la detienen, cambiando las proyecciones mediocres de 2% para el 2023. Más inversión y menos alucinación.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.