Opinión

Armas para los serenos

Se pone en agenda la discusión para entregar armas no letales a los integrantes del serenazgo.


Editorial
Editorial

Luis Manrique Pizarro se desempeñaba como sereno de la Municipalidad de Surco cuando fue baleado por un delincuente. Quiso frustrar un robo a una conocida tienda, y el asaltante a bordo de una motocicleta le descerrajó dos balazos. Luego de dos días, el vigilante falleció a causa de las heridas. Su victimario sigue prófugo.

El lamentable caso ha puesto en agenda una discusión en el Congreso de la República sobre la modificación de la Ley 31297, llamada Ley del Servicio de Serenazgo Municipal, para autorizar a que quienes cumplen esta función puedan portar armas no letales.

Se han definido estas armas como bastones, chalecos antibalas y gas pimienta; es decir, cualquier elemento que resulte disuasivo para enfrentar a la delincuencia distrital.

Esta iniciativa tiene también detractores, quienes opinan que la tarea de la lucha contra el crimen corresponde al Ministerio del Interior, el cual debe disponer mayor presencia policial en zonas de Lima que, por su alto nivel comercial o por la densidad poblacional, deberían contar con más seguridad.

Además, señalan que dotar de armas a los serenos los colocaría en un nivel mayor de vulnerabilidad, ya que la delincuencia cuenta con armamento y capacidad de fuego cada vez más sofisticados, y el escalamiento de la violencia podría agravar la inseguridad, en lugar de mejorarla.

Hay, sin embargo, acciones que podrían adoptarse para proteger la integridad de los serenos que, como en el caso de Luis Manrique Pizarro, arriesgan su vida a diario. Contar, por ejemplo, con mayor capacitación a fin de enfrentar situaciones de riesgo y una mayor coordinación con los agentes policiales en la zona para acciones conjuntas que permitan el mantenimiento del orden público y del principio de autoridad.