Los cien dias de López Aliaga
Hay mucha ideología y poca acción en la Municipalidad de Lima.

La finalidad de todo buen gobierno es cuidar a las personas a su cargo. Se trata de gestionar desde la posición de autoridad para que los ciudadanos que lo respaldaron con sus votos, como quienes no lo hicieron, puedan recibir los beneficios de una administración de cara al ciudadano.
En el ABC de la gestión pública, se establece una priorización de las promesas de campaña, se propone un plan de trabajo en el que se establece un cronograma de acciones y se destinan recursos tanto humanos como materiales para que se pueda lograr el cometido.
Los primeros cien días del Gobierno edil de Rafael López Aliaga han sido una sucesión de hechos políticos que bien pueden graficar la carga ideológica del burgomaestre y pocos resultados en términos prácticos; es decir, en las materias que más le importan al limeño: mejor transporte, más seguridad ciudadana, más apoyo a los más vulnerables en momentos en que el desastre provocado por las lluvias y huaicos ha afectado la zona este y el norte de la ciudad.
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La reducción de los espacios públicos para evitar las movilizaciones de protesta, mediante disposiciones que declaraban la intangibilidad del centro histórico, ha sido una de las primeras medidas que apuntaron a concretar el endurecimiento de la represión ordenada por el Gobierno central.
También se ha dispuesto similar medida en otro distrito en el que triunfó el partido de López Aliaga: Miraflores. En esa zona está ubicado el Lugar de la Memoria, espacio cultural que fue cerrado por causas administrativas y contra el que habían llovido críticas del alcalde de Lima, quien incluso opinó a favor de entregar la conducción del museo a las Fuerzas Armadas, uno de los actores principales durante la década de violencia política.
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El burgomaestre limeño, presionado por la gravedad de la activación de las quebradas en la zona este de la ciudad (Chosica, Chaclacayo, Huaycán, entre otras), ha señalado que el municipio tendría que entrar a desalojar a los damnificados de las zonas en peligro, sin contemplar la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran esos moradores.
Un alto presupuesto para labores de propaganda que no guarda proporción con el déficit en el que dice que encontró la municipalidad también ha sido cuestionado en estos cien días de trabajo de López Aliaga, quien aún no encuentra el camino para convertir Lima en una potencia mundial, no ha cumplido con el reforzamiento de la seguridad ciudadana con más unidades para el serenazgo y hasta ahora no define qué hará con los peajes, pese a que anunció que se anularían apenas llegara al Gobierno municipal. En resumen, cien días de mucha ideología y poca acción concreta.






