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Blonde, por Sandro Mairata

“Dominik casi usa a De Armas del mismo modo que fuera explotada Monroe, todo bajo el manto de la licencia artística y la creatividad del cine. Pero no. Blonde termina siendo una muestra de por dónde no va el camino”.

Por Sandro Mairata | @CINENSAYOLat y @smairata

Hay que insistir en que Blonde no es un filme biográfico, sino la adaptación de una novela (en buena cuenta, una obra de ficción) escrita por Joyce Carol Oates; al ser la versión libre de una fantasía, Blonde se emparenta más con las exploraciones psicológicas sobre Jackie O. o Lady Di del director chileno Pablo Larraín (Jackie, Spencer) que cualquier filme que busque rigor.

Esto por un lado le brinda al director y guionista Andrew Dominik amplio espacio para sus divagaciones fantásticas. Del lado del espectador, lo que recibimos es uno de los filmes más manipuladores y fraudulentos del año.

Solo tres aspectos salvan la tortuosa historia de tres horas que ya está disponible en Netflix: la entregada actuación de Ana de Armas (quien se podría ir al Oscar con justicia), la impresionante cinematografía de Chayse Irvin y la meticulosa reconstrucción visual de diversos momentos de la vida de Marilyn Monroe/Norma Jean Mortenson.

Pero es ese mismo esmero cuidadoso de los detalles la primera trampa que induce al error: “este debe ser un filme serio”, piensa el espectador ocasional, “con Ana de Armas y con tremenda producción, todo lo que se ve debe ser verdad”.

No, el padre de Marilyn Monroe nunca se puso en contacto con ella. No, ella no estuvo en un trío de amantes (menos con el hijo de Charles Chaplin). No, ella nunca abortó. No hay evidencia de que haya sido violada en un estudio. Estuvo en varios orfanatos, no solo en uno.

Y podría seguir. Dominik se entrega a un vicio añejo en relación a Monroe y vuelve por los caminos de construirle más mitos a su figura, cuando en las últimas décadas lo que más se ha intentado es hallar al ser humano al interior de la leyenda. Dominik no encuentra a este ser humano, y lo poco que encuentra en sus manos se deforma groseramente.

En todo Blonde, Ana de Armas interpreta una versión de Marilyn Monroe como si esta hubiera vivido como una Lorelei Lee –su personaje de “rubia tonta” en Los caballeros las prefieren rubias– las 24 horas del día.

La verdadera Norma Jean dejó a su primer esposo para seguir sus sueños, rechazó ofertas de matrimonio de poderosos ejecutivos y, harta del sistema, fundó en 1954 su propia productora, la cual inició el colapso del sistema de los grandes estudios. Nada de esto se dice en Blonde, donde se prefiere mostrar un relato tendencioso donde solo la vemos sufrir y ser explotada de múltiples formas ad infinitum.

Las tribulaciones personales de Monroe se merecían una mirada más responsable con los hechos. En su camino para mostrar la tragedia, Dominik casi usa a De Armas del mismo modo que fuera explotada Monroe, todo bajo el manto de la licencia artística y la creatividad del cine. Pero no. Blonde termina siendo una muestra de por dónde no va el camino.

Ficha

  • Título: Blonde
  • País: Estados Unidos
  • Año: 2022
  • Director: Andrew Dominik
  • Protagonistas: Ana de Armas, Adrien Brody, Bobby Canavale, Xavier Samuel
  • Disponible en: Netflix
  • Calificación: 2.5/5
La República

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