El jueves 2 de junio en la noche se difundió la transcripción fiscal de un audio que registra una conversación entre Zamir Villaverde y Juan Silva, exministro de Transportes. En esta se lee cómo el empresario entrega una maleta con “100 grandes” (100,000 soles o dólares, no se sabe) de parte de “los amigos de TAPUSA” (Tableros y Puentes SA). Hay más. Villaverde, que habla el 95% del tiempo, le explica a Silva su esquema de encubrimiento y le pide interceder en favor del nombramiento de su recomendado en Sucamec. Asimismo, advierte y se queja de otros competidores en el negocio de la coima. La lectura es terrible pero didáctica. Enseña todo.
Silva, ignorante en materias de su sector, viejo chotano amigo del presidente, estuvo en el puesto hasta el 1 de marzo pasado. Todavía no se sabe cuánto en total recibió del famoso 0.5% que le anunciaba Villaverde y cuánto transfirió (maleta en mano) al presidente. Lo que sí se sabe es que la noticia de la entrega de los 100,000 soles (sin audio) se publicó el 30 de mayo a raíz de la incorporación de Pedro Castillo al proceso de investigación. El mismo colaborador que habló de la entrega de 100,000 (que ahora es confirmada con el audio), asegura haber entregado entre agosto y setiembre la suma de 30,000 soles solicitada por el presidente. ¿Por medio de quién? Del mismo Silva. La transcripción publicada corrobora su relato y el de Karelim López: Pedro Castillo lidera una organización criminal para obtener beneficios económicos a través de la adjudicación de obra pública. ¿Se necesita algo más?
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Si esta fuera una película, saldría “fin” en la pantalla. Ya todos sabemos que llega la policía y todos se van presos. No hay mucho que añadir. Pero en el Perú, la película está en función continuada. Y aquí no pasa nada. El presidente mudo, los ministros pidiendo que “investiguen” a Silva (no al presidente, que “no tiene nada que ver”) y el Congreso, encargado de fiscalizar, en coma. Habiendo un abanico de opciones constitucionales ni siquiera ha habido una reunión de emergencia para discutirlas. Nada. Zip. Cero. 48 horas después, 3 o 4 voces del Congreso llaman a tomar acción inmediata. El resto calla.
El video Kouri – Montesinos, equivalente a este audio, se tumbó un gobierno de 10 años. Castillo y su banda se estaban levantando en peso el Estado en apenas 4 meses. Pensé que el viernes las multitudes indignadas tomarían la posta de los políticos mudos y aconchabados en el poder. Pero ya nada se puede esperar salvo el trámite del beneficio personal. ¿Qué pasó? Apareció en pantalla Manuel Merino convocando a una marcha con la crema y nata del fraudismo peruano. La facción menos democrática del espectro político, la que hizo de todo para robarse una elección mintiendo, ¿a quién va a llamar? Cómo si no fuera suficiente el daño que ya han hecho, su mini presencia en las calles coloca la última dosis de anestesia que recibe la población. No ver, no saber, no preguntar. ¿Ya para qué?
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“Los congelados” los llamó Basadre. Se quedó cortó. La sociedad peruana pospandémica padece de estrés postraumático. Oscila entre la ira y, la mayor parte del tiempo, la negación. Busca salidas fuera de nuestras fronteras, referentes en el mundo del espectáculo, noticias de choque y fuga. Anestesiados sin despertar. Enyesados a perpetuidad. ¿Te roban en la cara y no haces nada? ¿No reclamas nada?
Como estaremos de ausentes de líderes que mi programa del viernes en La República termina de portada del sábado en El Trome. Gracias, colegas, pero ¿tan huérfanos de políticos estamos que una periodista sustituye sus voces? ¿Ya no queda nadie? ¿Un líder? Uno. ¡Dios mío! ¿No hay uno limpio que dé la talla? ¡Uno que saque al país de este sofocante marasmo! Uno que termine con esta agónica muerte lenta. Castillo es el hambre. No me equivoqué en eso en la campaña. Si no hacemos nada, en pocos meses medio país regresará a la pobreza. Todavía hay tiempo de salvar al país de hambre de pan y del hambre de valores que trae esta espantosa decadencia moral.
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