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Historia de una arbitrariedad

“Más allá de lo que decidan en adelante por mayoría, no deseo ser comparsa silenciosa de esta leguleyada que busca imponer arbitrariamente a quien asumirá las riendas del principal canal de televisión del país tras la despedida intempestiva y no motivada de Clara Elvira Ospina”.

El martes 20 de abril a las 9 a.m. se reunía Keiko Fujimori con Clara Elvira Ospina en las instalaciones de canal 4. En la conversación, la entonces directora periodística le comunicó que el canal no tomaría partido en esta segunda vuelta por ninguno de los dos candidatos, pero sí daría amplia cobertura de las actividades y mensajes de campaña de ambos. Eso expresó en el consejo editorial que comenzó con retraso precisamente por dicha reunión, que mereció respaldo unánime.

Dos horas después fui convocado a un meet con el presidente de directorio de El Comercio y de América. El lacónico mensaje transmitido fue que habían perdido la confianza en la directora periodística y que debía irse del canal. “¿Cuál es la razón?”, pregunté, “¡llevamos felicitándola por unanimidad en los últimos tres directorios! ¿Cuál es el hecho subsecuente que los motiva?”, insistí, para solo recibir como respuesta que la relación se había desgastado.

Tres horas después fuimos convocados a un directorio para el viernes 23, cuyo único punto de agenda era la continuidad de la directora periodística. De nada sirvieron nuestras evocaciones o argumentos ni reclamos legales y societarios. Clara Elvira fue despedida intempestivamente ese día y el hecho comunicado públicamente como una decisión de directorio sin informar siquiera de nuestro voto en contra.

El impacto no fue leve internamente, no obstante los cinco editores más representativos de canal 4 y Canal N se unieron al consejo editorial para proseguir con su misión de informar de forma independiente, tarea en la que destacaron profesionalmente en los últimos años convirtiendo a canal 4 en el principal canal de referencia televisiva del país.

El lunes 3 pasado, sin embargo, se inició una trama legal digna de “Azángaro” para “consensuar” el nombramiento de un nuevo director periodístico. Así, en tres días se han convocado dos directorios, seguidos de cartas en las que se proponía a Jaime de Althaus y luego a Cecilia Valenzuela sin más contenido que sus nombres y sin permitirnos evaluar adecuadamente las propuestas.

Esto motivó una carta final en la que protestamos por este proceso que ofendía a los socios y a los periodistas propuestos, nos allanamos al nombramiento de Jaime de Althaus y presenté mi renuncia al cargo de miembro del consejo editorial, tema que solicitaba se incluyera en la sesión del nombramiento del nuevo director periodístico.

Publico estos hechos internos pues se ha convocado un tercer directorio para este martes sin incluir en agenda mi renuncia, como lo solicité oportunamente. Pues, más allá de lo que decidan en adelante por mayoría, no deseo ser comparsa silenciosa de esta leguleyada que busca imponer arbitrariamente a quien asumirá las riendas del principal canal de televisión del país tras la despedida intempestiva y no motivada de Clara Elvira Ospina, entre la primera y segunda vuelta del presente proceso electoral.

En la familia Mohme tenemos claro que nuestra misión en el presente proceso electoral es informar sin censuras desde los medios en los que participamos. Este principio, que es una norma en nuestro diario, es una obligación en un canal de televisión que usa una señal que le pertenece a todos los peruanos. Opinamos, eso sí, en el editorial y alentamos una pluralidad de opiniones a través de sus columnistas en beneficio de los lectores. Seguiremos en la tarea, los mensajes de los candidatos tendrán espacio en estas páginas, especialmente los silenciados por esta marejada mediática que nos obliga a navegar a contracorriente.

No ocultaremos a López Aliaga cuando invoca impunemente la muerte de Pedro Castillo, ni silenciaremos las denuncias por corrupción contra Vladimir Cerrón. En esa tarea persistiremos, sin importar los gritos de los gonfaloneros y corifeos contra este medio, quien lo dirige y sus periodistas, vengan de donde vengan; las infamias y los insultos se convierten en medallas que llevaremos, con orgullo, por generaciones.