Farid Kahhat sobre el juicio al expresidente Álvaro Uribe: “Es un indicio de que ya no es tan poderoso como antes"
El internacionalista señaló que sentar en el juzgado a una figura como la del expresidente colombiano es comparable, dentro de la historia latinoamericana, con lo que significó enjuiciar a Alberto Fujimori.
El que fuera uno de los políticos más influyentes de la región enfrenta un proceso judicial. Álvaro Uribe ha sido acusado por la Fiscalía General de la Nación de soborno de testigos y fraude procesal. En un enrevesado proceso iniciado por él mismo en el 2014, el juicio ha virado hasta poner al expresidente de Colombia en el centro de las acusaciones.
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La carrera política de Uribe se ha caracterizado por una acusación constante: su supuesto vínculo con el paramilitarismo. El entonces senador Iván Cepeda fue otro de sus opositores que revivió esta acusación. El líder del Centro Democrático respondió denunciando a Cepeda ante la Corte Suprema de Justicia y en la Procuraduría por realizar recorridos por las cárceles para concretar y organizar falsos testimonios en su contra. Sin embargo, a lo largo del proceso aparecieron nuevas versiones. Como la que señalaba que Diego Cadena, abogado del exmandatario, intentaba sobornar a testigos para ensuciar a Cepeda.
También está el caso de Juan Guillermo Monsalve, miembro de un grupo paramilitar, quien señaló a la Fiscalía que Cadena lo presionó para modificar su testimonio sobre los presuntos vínculos del exmandatario con grupos paramilitares. De acuerdo con la entidad, el abogado prometió a Monsalve y a Carlos Enrique Vélez (alias Caliche), otro paramilitar, un monto cercano a los 200 millones de pesos a cambio de testimonios que favorecieran a Uribe Vélez en el caso contra Cepeda.
La Fiscalía General de la Nación ha acusado a Álvaro Uribe de soborno de testigos y fraude procesal. Foto: El Tiempo
― ¿Qué representa la figura de Álvaro Uribe en la historia de Colombia?
Es una figura controvertida por muchas buenas razones. Cuando él asumió el Gobierno, los distintos grupos armados regulares controlaban, en particular las FARC, algunos estimados indicarían que hasta cerca del 20% del territorio colombiano. Al dejar el gobierno, estratégicamente hablando, las FARC estaban derrotadas; aunque todavía pasarían años antes de que firmaran la paz. Pero todo eso tuvo un costo exorbitante. Primero, y esto tiene que ver con el juicio que enfrenta actualmente, una de las cosas que hizo para derrotar a las FARC fue fomentar los grupos paramilitares y contabilizar el éxito de las fuerzas armadas en la lucha contra las FARC y otros grupos, con base en el número de presuntos terroristas abatidos en combate. Allí proporcionó incentivos para que algunos militares dieran muerte a civiles —el escándalo de los falsos positivos—.
También está el tema del espionaje a sus rivales políticos y el hecho de que intentó eternizarse en el poder; sin embargo, como no controlaba la Corte Suprema, no pudo hacerlo. Digamos que presenta claroscuros que ayudan a entender por qué es tan polémico.
― ¿Y en torno a su relación con los procesos de paz?
El tema es que él llegó a acuerdos con los paramilitares. Por ejemplo, durante el gobierno de Uribe se estableció que, en lugar de las penas de prisión convencionales, se servirían penas alternativas de no más de 8 años. Y cuando su sucesor y exministro de defensa, Juan Manuel Santos, quiso hacer algo similar con las FARC, él se opuso. Así, incluso en eso fue controversial. Apoyó con los paramilitares algo a lo que se opuso cuando se trató de las FARC. La verdad es que no había ninguna razón para hacer una distinción entre ambos, porque ambos eran grupos que violaban derechos humanos y se financiaban con el narcotráfico.
― En cuanto a latinoamericana, ¿qué significó su figura para la región en sus años de gobierno?
Cuando Sudamérica tuvo su viraje a la izquierda, Uribe no solo era claramente el político más conservador de un gobierno de la región, sino que además ese viraje a la izquierda dio lugar a la creación de entidades como la CELAC, destinadas específicamente a tener foros de coordinación para América Latina y el Caribe que no incluyeran a Estados Unidos. Mientras tanto, Uribe mantenía una alianza con Estados Unidos a través del Plan Colombia, lo que otorgaba presencia estadounidense en bases militares colombianas. Además, apoyó iniciativas de Estados Unidos a nivel internacional, como la guerra en Irak en 2003. En esos temas, estaba en las antípodas de la mayoría de los gobiernos de la región de aquella época.
― ¿Qué significa que alguien con este poder e influencia esté siendo juzgado en un tribunal?
Creo que es un indicio de que ya no es tan poderoso como antes. Sigue siendo una figura con apoyo de amplios sectores de la sociedad, pero ya no es una figura de dimensión mítica, como sus partidarios pretendían cuando ejercía la presidencia. Honestamente, y basándome en la evidencia, es muy probable que los cargos en su contra sean verdaderos. Ya hay exmiembros de su gobierno, incluyendo parientes suyos, que han sido juzgados o condenados por vínculos con paramilitares. En ese sentido, no es la primera vez que esto ocurre. No es el primero dentro de su círculo en ser acusado de ese tipo de vínculos. Y, en este caso específico, de tratar de comprar testimonios para que no se supiera de su vínculo con paramilitares.
― ¿Hay algún caso parecido en la historia latinoamericana que se asemeje a la figura de Uribe siendo juzgado ?
En alguna dimensión, Fujimori. Solo que el final de Fujimori fue menos auspicioso del que probablemente será el de Uribe. El fujimorismo comenzó, a diferencia del uribismo que siempre fue de derecha, como un proyecto más bien de centro, pero viró significativamente hacia la derecha. Logró algunos éxitos en materia de seguridad y política económica. Sin embargo, luego se convirtió, y aquí sí hay una diferencia con el caso de Uribe, en uno de los gobiernos más corruptos de la historia republicana del Perú y de la región. Recordemos que estuvo entre los diez presidentes más corruptos del mundo en algún momento, según Transparencia Internacional. Es el problema de otorgar dimensiones míticas a un político. Ese tipo de visiones terminan muy mal cuando se revelan hechos que eran desconocidos en su momento.
― Retomando el tema del paramilitarismo, ¿Uribe podría calificar como el presidente que tuvo mayor relación con los paramilitares en la historia colombiana?
Es que los anteriores, que se sepa, no tuvieron mayor relación. Es decir, sí, el que tuvo mayor relación probablemente haya sido él. Porque no siempre existieron paramilitares. Habría que recordar que, aunque no surgieron bajo su gobierno —pues se originaron de hacendados que querían protección frente a los chantajes de grupos armados de extrema izquierda—, se fortalecieron y se convirtieron en un actor político durante el gobierno de Uribe.
― Y, sin embargo, en los últimos años, se ha producido un resquebrajamiento en las relaciones entre estos políticos de la derecha colombiana y los paramilitares, como es el caso de Salvatore Mancuso.
Bueno, es que cuando Mancuso empezó a hablar de sus vínculos con la política —o parapolítica, como la llaman en Colombia—, Uribe lo extraditó a Estados Unidos. Quien ahora inculpa a Uribe también es un paramilitar (Juan Guillermo Monsalve). Y claro, no lo hacen porque hayan cambiado de posición política. Es similar a la colaboración eficaz en Perú. Si denuncias a un superior jerárquico en la organización o a alguien con mayor peso que tú, se te otorgan beneficios penitenciarios. Creo que eso es lo que está ocurriendo.
Juan Guillermo Monsalve, exparamilitar y testigo clave en el juicio contra Álvaro Uribe. Foto: Colprensa
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― ¿Qué influencia posee Uribe en la política colombiana actual?
Lo que habría que tener en cuenta es su relación con el actual gobierno, aunque obviamente Uribe es un opositor a Gustavo Petro. Primero, Petro tuvo una buena relación con Uribe en una primera etapa; Uribe incluso llamó a reconocer el triunfo de Petro. Segundo, Petro no se ha pronunciado sobre los problemas legales de Uribe. Si hay algo característico en Petro, es su tendencia a hablar abiertamente, pero aquí ha mantenido un cierto silencio, lo cual considero inteligente.
― ¿Cree que existe alguna posibilidad, remota o cercana, de que vuelva a darse esta alianza entre grupos armados e ideología de derechas?
No lo creo probable en Colombia. Para empezar, los grupos paramilitares surgieron como oposición a los grupos de izquierda. El principal grupo de izquierda ya no existe, aunque persisten remanentes de las FARC que actúan más como organizaciones criminales que políticas, y existen negociaciones con otros grupos de izquierda. Además, muchos grupos paramilitares se desmovilizaron durante la época de Uribe. En ese sentido, no parece algo probable en el futuro inmediato. Y en la región no hay grupos equivalentes, al menos no en Sudamérica. Por lo tanto, no parece altamente probable algo comparable.
Según las cifras de la Comisión de la verdad de Colombia, los grupos paramilitares fueron responsables del 45% de las muertes durante el conflicto armado, con 205.028 víctimas. Foto: El Tiempo