Cultura de la violación: ¿por qué tener una ''vida social'' no justifica la violencia sexual?
Gran indignación causó el comentario del abogado de uno de los acusados de la violación colectiva en Surco. La justificación machista que usó es una más de las que se leen en redes sociales para que la violencia contra la mujer pase desapercibida.
Violación grupal en Surco | Una joven de 21 años denunció el último fin de semana que cinco sujetos la violaron en una vivienda, ubicada en el distrito de Santiago de Surco. Los acusados son José Arequipeño, Sebastián Zevallos, Diego Arroyo, Andrés Fassardi y Manuel Vela.
Los medios de comunicación informaron sobre el hecho e, inmediatamente, cientos de usuarios de redes sociales justificaron el delito, alegando que la víctima “se lo buscó” por ir a una fiesta en plena emergencia sanitaria, y por estar sola con acompañantes varones.
La revictimización no acabó allí. Después de que, mediante un examen médico legal, se concluyó que la joven sufrió abuso sexual, Paul Muñoz, abogado de uno de los acusados, dudó de que se tratara de una violación y, en ese sentido, opinó que a la víctima le gustaba la “vida social”. “Hay otra cosa que se tendría que observar y eso lo van a decir las diligencias que se tengan que practicar (...) La señorita es... eventualmente, digamos, le gustaba la vida social. No le podría decir más”, recalcó.
“Las declaraciones de este abogado son un reflejo de la cultura de la violación en la cual vivimos”, enfatiza Miriam Vásquez, asesora legal del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán. Recuerda que, según el Acuerdo Plenario Nº 1-2011/CIJ-116, el argumento vinculado a la “vida social” de la víctima ha quedado desestimado como medio para desacreditar el delito sexual.
Acuerdo Plenario 2011
Asimismo, Vásquez indica que diversos operadores de justicia, en reiteradas ocasiones, manifestaron que una violación sexual no siempre debe implicar violencia física, tal como se detectó en este caso. Las leyes indican que basta con que no haya consentimiento para ser calificado como un delito de violencia sexual.
Por ello, resalta la importancia de que la justicia analice con enfoque de género este caso. “La impunidad debe ser derribada a través de sanciones privativas y pronunciamientos de sentencias que rompan con estos estereotipos de género: de que aquellas mujeres que ejercen su libertad personal no tienen por qué ser víctimas de violación sexual o justificar que lo sean (por esa razón)”, puntualiza.
A raíz de la violación colectiva y las desafortunadas declaraciones del abogado Paul Muñoz, miles de personas se unieron para rechazar la llamada “cultura de la violación”, a través de los hashtags #AMiMeGustaLaVidaSocial y #PeruPaisDeVioladores.
¿Qué es la cultura de la violación?
La escritora Emilie Buchwald en su libro “Transforming a Rape Culture” (1993) sostiene que la cultura de la violación se formó cuando empezó a percibirse que la violencia sexual contra las mujeres era un hecho normal. Con ello, se instauró un sistema de creencias que justifican las agresiones sexuales que los hombres cometen contra las mujeres.
En diálogo con La República, la antropóloga Angélica Motta asegura que los peruanos vivimos en una cultura de la violación, donde es normal culpar a la víctima de violación sexual y no responsabilizar a los perpetradores del crimen. Para ella, es más común que los peruanos piensen de esta forma cuando la mujer atacada tiene una vida sexual activa y ejerce su derecho a la libertad personal.
“Nuestra sexualidad está marcada por la violación, no solamente si somos víctimas de una”, sentencia. Prueba de ello, según argumenta, es que desde pequeñas a las mujeres les enseñan que tengan cuidado porque pueden sufrir una agresión sexual.
“Es un riesgo que las mujeres tenemos que aprender a administrar, desde la ropa que llevamos, los horarios en que transitamos por el espacio público, nuestras formas de entretenimiento, hasta gestos y movimientos corporales en lo público y privado”, explica Motta.
En ese sentido, la antropóloga alega que el cuerpo de las mujeres “es un escenario de rapiña por excelencia”.
“La rapiña va desde la mirada lasciva, desde el acoso, el hostigamiento y la violación en sí misma. Es también hacerse el ‘loco’ al no tener una posición clara frente a estas actitudes y el ser capaz de bromear con temas que involucren la integridad sexual de las mujeres”, precisa.
Prueba de ello es que, según la Encuesta nacional sobre relaciones sociales (Enares, 2019), 3 de cada 10 peruanos(as) considera que una mujer que viste “provocativamente”, busca que la acosen sexualmente (31.1%).
¿Qué comportamientos legitiman la cultura de la violación?
A continuación, la antropóloga Angélica Motta menciona algunas conductas que legitiman la cultura de la violación.
- Culpabilizar a la víctima y eximir de culpa al agresor.
- Enseñar a las mujeres a no ser violadas en vez de enseñarle a los hombres a no violar.
- Asumir que el “instinto” masculino es ingobernable.
- Cosificar a las mujeres.
- Hacer chistes sobre violaciones.
- Ser cómplices de casos de violencia sexual y no hacer algo al respecto.
- Restarle importancia al papel que juegan los hombres en estos temas.