Estados Unidos

NAR, el grupo evangélico que considera a Trump como el ‘guerrero de Dios’ contra el mal en Estados Unidos

La organización evangélica Nueva Reforma Apostólica considera al electo presidente Donald Trump un enviado divino para transformar la sociedad. Descubre su impacto y creencias.

Este movimiento continúa creciendo, y ha marcado su lugar como una fuerza espiritual y política que busca redefinir el rumbo de Estados Unidos. Foto: El Periódico
Este movimiento continúa creciendo, y ha marcado su lugar como una fuerza espiritual y política que busca redefinir el rumbo de Estados Unidos. Foto: El Periódico

En los últimos años, ciertos grupos religiosos han tomado un rol más activo en la esfera pública y política de Estados Unidos. Para algunos, estas organizaciones representan una voz importante de valores espirituales; para otros, su influencia puede alterar la forma en que se estructura la sociedad. Dentro de este escenario, destaca una corriente que atribuye un propósito divino a las figuras políticas, lo que genera intensos debates en el país.

Entre estos movimientos resalta uno en particular que asegura estar enfrascado en una batalla espiritual que trasciende lo meramente político. Este grupo ha captado la atención no solo de sus seguidores, sino también de críticos que cuestionan la combinación de religión y poder político.

¿Qué es la Nueva Reforma Apostólica y cuáles son sus principios?

La Nueva Reforma Apostólica (NAR, por sus siglas en inglés) es una rama del evangelicalismo protestante que surgió a finales de la década de 1990. Sus seguidores como el teólogo C. Peter Wagner creen que están llamados a transformar la sociedad mediante principios cristianos y aseguran recibir orientación divina para llevar a cabo este propósito.

El movimiento se inspira en el concepto del 'Mandato de las Siete Montañas', que propone el dominio cristiano en áreas clave de la vida pública, como el gobierno, la educación y los medios de comunicación. Sus líderes argumentan que esto permitirá establecer una sociedad basada en principios bíblicos.

El vínculo entre el movimiento NAR y Donald Trump

Desde 2016, el expresidente Donald Trump ha sido visto por este grupo como una figura elegida para cumplir un propósito espiritual en Estados Unidos. Los líderes de esta corriente lo consideran un 'guerrero de Dios' que enfrenta una lucha contra influencias malignas en la sociedad, representadas en cuestiones como el matrimonio igualitario y los derechos LGBTQ+.

 Este movimiento continúa creciendo, y ha marcado su lugar como una fuerza espiritual y política que busca redefinir el rumbo de Estados Unidos. Foto: Foto: composición LR/AFP

Este movimiento continúa creciendo, y ha marcado su lugar como una fuerza espiritual y política que busca redefinir el rumbo de Estados Unidos. Foto: Foto: composición LR/AFP

Trump ha sido descrito como un instrumento divino, cuya supervivencia a eventos adversos, como intentos de asesinato, es interpretada como una prueba de intervención sobrenatural. Esta perspectiva ha sido alimentada por manifestaciones masivas organizadas por el movimiento, como el evento conocido como 'The Courage Tour', diseñado para promover su reelección en 2024.

Críticas al movimiento y su influencia en la política de Estados Unidos

Aunque la NAR cuenta con millones de seguidores, su postura ha generado inquietudes en otros sectores religiosos y políticos. Grupos cristianos más tradicionales critican la centralización del poder en líderes que aseguran recibir revelaciones directas de Dios, señalando el riesgo de abusos de autoridad.

Además, la relación entre este movimiento y figuras políticas como Trump ha sido cuestionada por su capacidad de polarizar a la sociedad. La visión apocalíptica del mundo que promueve la NAR, donde el bien y el mal se enfrentan continuamente, ha sido señalada como una fuente de división y extremismo.

El impacto del movimiento se ha extendido a políticos y jueces que adoptan sus principios en decisiones de peso, como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson. Este apoyo directo a una agenda religiosa plantea interrogantes sobre los límites entre la fe y la política en un país donde la diversidad de creencias es una característica fundamental.